En 2002 hubo una rebelión popular
que derrocó a Chávez. Pero esa rebelión no fue organizada ni dirigida por los
partidos políticos. La dirigió y ejecutó la sociedad civil, tal como sucedió el
19 de abril de 1810. La multitud en la calle siguió a Miraflores porque un
grito oportuno la dirigió hacia allá. Ese grito semejó al dedo de Madariaga. El
pueblo no llegó a su destino por la masacre de Puente Llaguno. Pero logró su
objetivo: derrocar a Chávez. Todo se malogró porque ni partidos ni sociedad
civil se habían organizado para la toma del poder. No hubo siquiera quien
convocara a la calle al millón de personas del dia anterior para que apoyara el
gobierno que se instalaba e influyera en su integración. Y con toda seguridad
hubiera reunido al triple de manifestantes. Todo se perdió porque ni partidos
políticos ni sociedad civil estaban organizados para la toma del poder.
En 2019 el ciudadano Juan Guaidó
fue proclamado y juramentado como Encargado de la Presidencia de la República.
No ha pasado hasta ahora de un gesto simbólico, aunque de efectos
constitucionales e internacionales. No se ha concretado en la toma del poder
porque los partidos de la MUD no están organizados para la rebelión
cívico-militar. Son maquinarias electoreras de propiedad particular montadas
para hacer negocios. Y negocian con Maduro para lucro personal.
En 2020 la justicia de Estados
Unidos ha reclamado al ciudadano Nicolás Maduro y sus más cercanos
colaboradores, por terroristas y narcotraficantes. Algo de tanta gravedad jamás
visto en la historia de Venezuela y de América Latina. Y, sin embargo, ni el
ciudadano Juan Guaidó ni la AN han movilizado al pueblo a la rebelión para
derrocar a Maduro invocando esta causa infamante, a pesar de que, según las
encuestas, más del 80% está contra Maduro. Es que no están organizados para la
toma del poder mediante levantamiento popular, porque no se lo han planteado ni
lo conciben. Tienen su maquinarias electoreras sólo para arreglos y negocios.
Para que pueda producirse la
rebelión cívico-militar, primera vía de salida de Maduro y su narcotiranía
títere de Cuba, hay que organizar a la sociedad civil para la toma del poder,
al margen y en paralelo a la MUD de los partidos colaboracionistas que forman
la banda de los 4G, a los cuales hay que descartar porque están
infectados.
Organizar directamente a la
sociedad civil para la toma del poder es urgente, en previsión de estos
acontecimientos: 1) Una rebelion militar para restablecer la vigencia de la
Constitución, la cual se debe provocar o apoyar con la presencia masiva del
pueblo en la calle; y, 2) La intervención de una coalición internacional con el
mismo fin, la que de producirse requerirá el apoyo masivo del pueblo.
Con la organización de la sociedad
civil para la toma del poder se atendería la advertencia evangélica: ESTÉN
PREPARADOS PORQUE EN CUALQUIER MOMENTO SE PRESENTA EL QUE ESPERAMOS o LO QUE
ESPERAMOS.
Jesús Antonio Petit Da Costa
ENCARGADURÍA 29 12-05-20
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