viernes, 8 de septiembre de 2023

POR LAS MALAS YA QUE NO ES POSIBLE POR LAS BUENAS

Venezolanos: La reversión del comunismo a la democracia para retomar el sendero abandonado exige  una HOJA DE RUTA que nos lleve con celeridad a la REPÚBLICA DEL BIENESTAR, insertando a Venezuela en la SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO, que es la etapa histórica con que se ha iniciado el TERCER MILENIO.

 

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Para elaborar la HOJA DE RUTA distingamos entre el acceso al poder y la toma del poder. Se accede al poder por la vía electoral. Se toma el poder mediante  el CONTRAGOLPE CONSTITUCIONAL ordenado por la Constitución. En una democracia se accede al poder, puesto que rige el principio de alternabilidad que se hace efectivo con elecciones justas y transparentes. No se justifica otra vía. En una tiranía narco-comunista, por añadidura copiada de la cubana, no hay para los demócratas posibilidad de acceso al poder porque la vía electoral está bloqueada. No existe la alternabilidad, sino la reelección indefinida del tirano enmascarada con una farsa electoral.

En una tiranía narco-comunista sólo hay una vía para la oposición democrática: tomar el poder, dando el CONTRAGOLPE CONSTITUCIONAL. No significa renunciar a la participación electoral, sino insertarla dentro de la estrategia para la toma del poder. ¿Cómo? Ya lo he dicho: se aprovecha la campaña electoral para la movilización del pueblo, se lo organiza y se lo prepara para el desenlace. Se asegura la candidatura de oposición y después de asegurada se va creando el clima emocional para la batalla final contra la tiranía.

En Venezuela no está planteado un simple cambio de gobierno, eligiendo un nuevo presidente porque no es posible por las buenas. Está planteado un cambio de sistema, único modo de que haya alternancia en el poder, por lo cual hay que tomar el poder. Pero no sólo para hacer un cambio de sistema político, de tiranía militar a democracia civil, como sucedió en Venezuela después de Pérez Jiménez, en Chile después de Pinochet y en España después de Franco. Es algo distinto y de mayor entidad. Hay que cambiar el sistema comunista a la cubana, que ha desarticulado la economía y generado la descomposición social. Es, pues, un cambio, no sólo político, sino económico, de una economía comunista al estilo cubano a una economía de mercado, como la existente en todo el mundo globalizado. Lo planteado es todavía más: un cambio cultural del parasitismo clientelar y de la inversión de valores a un paradigma de superación mediante la educación y el trabajo como valores superiores de la sociedad venezolana, en función de los cuales se cuida de la salud. Este es el verdadero desafío a enfrentar para poder construir una nueva democracia, la REPÚBLICA DEL BIENESTAR, sobre bases sólidas, una nueva economía adecuada al avance vertiginoso de la sociedad del conocimiento y una nueva sociedad sustentada en principios y valores.

 

El cambio de sistema asume además entre nosotros un carácter que no tiene antecedente en doscientos años de historia republicana. Es nuestra liberación del yugo colonial cubano, algo insólito e inconcebible, que ha hecho de Venezuela un museo de antigüedades: somos la única colonia de otro país existente en América cuando el colonialismo había desaparecido en este continente hace 200 años  y además una colonia narco-comunista para mayor desajuste de tiempo histórico, porque no se trata de una dictadura clásica del proletariado, sino una tiranía de bandas narco-criminales, impuestas por la desviación ideológica en la cual ha caído el neo-comunismo a la cubana. Cambiar de sistema implica forzosamente romper con la Cuba comunista y ponerle fin a la sujeción ignominiosa a la cual estamos sometidos. Entonces no sólo se debe hacer el cambio del sistema político, del sistema económico y de la cultura que los sustenta, sino también la liberación de la dominación colonial, evidente con la servidumbre a la monarquía comunista cubana que mantiene una presencia determinante con agentes suyos en la administración civil, en la fuerza armada y en los ejércitos irregulares llamados milicias, así como en la captación y dotación de las bandas armadas de delincuentes o colectivos, su fuerza para-militar.

 

Es utópico pensar en que podamos repetir la estrategia de toma del poder en sentido inverso como la practicada por los agentes cubanos que nos gobiernan: ganar elecciones y luego acabar con el sistema. Es imposible porque los tiranos no son ingenuos como fueron los demócratas, ni van a caer en la trampa que ellos inventaron. Ellos mismos lo dicen: no nos vamos por las buenas. Conclusión: sólo hay una vía, el CONTRAGOLPE CONSTITUCIONAL que ordena la Constitución para echarlos por las malas. Sólo tenemos la alternativa de tomar el poder aprovechando estas tres circunstancias coincidentes: descontento general, impopularidad total del Tirano (Maduro no tiene pueblo) y AGITACIÓN ELECTORAL con el fin de crear las condiciones y el clima emocional para que las elecciones sean el detonante del CONTRAGOLPE CONSTITUCIONAL.  No hay otra.

EPÍSTOLA 3-Sept. 2023

petitdacosta@gmail.com




viernes, 1 de septiembre de 2023

RUPTURA RADICAL CON ESTA POCILGA PARA SALIR DE ABAJO

Venezolanos: No hay otra opción para salir de abajo que el cambio radical y profundo que nos inserte en la sociedad del conocimiento, o tercera ola, adecuando el sistema político-económico a la realidad de un mundo distinto, el de un capitalismo globalizado inmerso en la revolución tecnológica. Romper con este presente narco-comunista abominable y el pasado que lo engendró es absolutamente necesario para disfrutar de bienestar y ascender al primer mundo

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En 1.989 el mundo cambió. Cayó el muro de Berlín y desapareció el imperio soviético. El comunismo fue derrotado políticamente por la democracia y económicamente por el capitalismo. Advino otra época. Se inició la transición a la sociedad del conocimiento sustentada en la tecnología de la información. Es la tercera ola que “sustituye los factores tradicionales (tierra, mano de obra y capital) por el conocimiento cada vez más refinado”. El conocimiento es el petróleo de la nueva sociedad.

Coincidencialmente aquel año 1.989 estalló en Venezuela la crisis, por agotamiento, del sistema político-económico que venía rigiendo desde 1.958. Sucedió el “caracazo”, que fue el preaviso del colapso, tanto de la oligarquía política en que habían degenerado los partidos, como del capitalismo de Estado con su secuela de demagogia, corrupción e ineficacia. Vicios todos que se engloban en la palabra “populismo”. A continuación hubo los levantamientos militares del 92, fracasados a pesar de su popularidad, después de los cuales el bipartidismo AD-COPEI se hizo insostenible. El golpe de gracia se lo dio el derrumbe del sistema financiero, comenzando por el Banco Latino que era el emblemático de una burguesía financiera enriquecida a la sombra del gobierno por la bonanza petrolera, cuyas figuras más representativas fueron los “Doce Apóstoles”. El sistema no daba más. Estaba exhausto.

El derrumbe del sistema y la decepción consiguiente  nos trajeron a Chávez. Tomó la bandera del cambio radical y profundo. Y sacudió al país inmerso en un clima de arrechera colectiva contra los políticos y la burguesía financiera. Lo advertí pero los jefes políticos estaban ciegos. Recuerdo haber coincidido en provincia con un adeco prominente, a quien le dije: “Ustedes están ciegos. Están inflando a Chávez, que aparece en todas las televisoras, radios y prensa.” Me contestó: “queremos infundir miedo a la gente con una victoria de ese demonio para que todos vayan corriendo donde Alfaro a pedir que los salve.” Le advertí: “Ustedes están equivocados. El pueblo está tan arrecho que verá en Chávez el vengador contra ustedes, los políticos de todos los partidos del sistema. Les dirá: No les gusta Chávez? Más ligero se los pongo para que los j…”

Efectivamente Chávez ganó y al jurar el cargo dijo que la Constitución estaba moribunda. No era la Constitución. Era el sistema político-económico. Pero se dirigió contra ella porque su propósito, como quedó claro después, no era modernizar al país insertándolo en la tercera ola de la sociedad tecnológica o del conocimiento, que emergía de la globalización capitalista, sino hacerlo retroceder a los años anteriores a 1.989, exhumando el cadáver del comunismo que ya estaba enterrado. Lo sacó de la tumba para abrazarse apasionadamente a él en un asombroso acto de necrofilia ideológica, que ha terminado poniendo al país en un estado de descomposición general. Un sistema político putrefacto, una economía putrefacta y una sociedad putrefacta sumida en la degeneración moral, lo que ha culminado con Maduro. 24 años abrazado a un cadáver ha hecho que el país sea un pudridero.

Estamos viviendo en un mundo ya desaparecido: el del comunismo. Hemos retrocedido a un tiempo tan lejano del cual habíamos perdido la memoria: el del colonialismo. Somos un país excéntrico: una colonia comunista de Cuba en pleno siglo XXI, pasados doscientos años del fin del colonialismo en América y 33 años  del fin del comunismo. No hay nada más excéntrico. Es como para exhibirnos en un museo de antigüedades.

Sacarnos de este museo de antigüedades, y montarnos en la tercera ola o sociedad del conocimiento, es la tarea que tenemos por delante. Para ejecutarla debemos hacer el cambio radical y profundo que demanda nuestra situación. Para hacerlo tenemos que romper con este presente y con el pasado que lo engendró. Necesitamos avanzar a marcha forzada, lo que sólo podremos hacer asumiendo el cambio como una ruptura radical, por lo cual no caben conciliación, ni evolución. Sólo procede la ruptura violenta con esta pocilga.


petitdacosta@gmail.com