¿Cuál era la situación cuando los
jóvenes de la generación del 58 nos jugamos hasta la vida para derrocar la
anterior tiranía? Había seguridad extrema en todas partes: carreteras, calles,
viviendas. Nada de delincuencia. Servicios públicos eficientes, principalmente
los de salud. La economía estaba bien. Nuestras familias tenían lo suficiente
para vivir. Sólo se observaba un incipiente aumento del desempleo, resultante
de la injusticia social, lo que motivó la famosa pastoral de Monseñor Arias
Blanco reclamando atención a los trabajadores. ¿Qué era lo único que faltaba?
Libertad y democracia. ¿Cuál fue el ideal que nos hizo insurrectos? Libertad y
democracia, una utopía para nosotros porque éramos niños en los años 1945-1948
cuando las hubo fugazmente. Una utopía reforzada por la jerarquía intelectual y
moral de los líderes: Betancourt, Caldera, Jóvito y Machado. Una utopía de la
cual nos enamoraron los libros. Soñábamos con la democracia. Y por ver
realizado este sueño estábamos dispuestos al mayor sacrificio. Libertad y
democracia fue nuestra bandera de lucha. Y enarbolándola como bandera
derrocamos a la tiranía. Pero 40 años después esa democracia que soñamos nos
decepcionó porque se la apropiaron los partidos que terminaron corrompiéndose.
Y por esa decepción se coló Chávez prometiendo castigar a los políticos
corruptos (“los freiré en aceite” llegó a decir) y hacerle justicia a los
pobres llevándolos a vivir mejor. Chávez fue, pues, el producto del descontento
del pueblo con la democracia de partidos.
¿Cuál es la situación actual?
Pérdida de la soberanía. Protectorado de Cuba. Colapso total de la economía.
Prácticamente más del 90% de los trabajadores desempleados. Pobreza extrema,
hambre generalizada, crisis humanitaria agravada por la pandemia, industria
petrolera en ruinas, ecocidio de Guayana, nada sirve, nada funciona, y lo
inimaginable: la delincuencia organizada está en ejercicio del gobierno cuando
todas las tiranías anteriores persiguieron a la delincuencia en todas sus
formas. Pero ahora esa delincuencia es la tiranía, la que manda en la cúspide y
en los barrios, y los perseguidos somos los ciudadanos. En consecuencia,
vivimos mal, muy mal, peor imposible. Vivimos en un estado de malestar extremo.
Esto no es vida.
En esta situación con qué se puede
ilusionar al pueblo, y sobre todo a los jóvenes, para después de Maduro? Cuál
la utopía que les sirva de ideal motivador y para que la enarbolen como bandera
de lucha? Nada hasta ahora. Eso que presentó Guaidó como su proyecto no motiva
a nadie. Ni a él mismo. Oculta la verdadera intención: volver al pasado pero
esta vez en mala compañía vista la conducta de los G4-MUD, unos políticos
quemados que no son líderes sino dueños de unas maquinarias electoreras
llamadas partidos, montados para negocios y arreglos. Esto no motiva ni
emociona a nadie. No sirve de ideal y bandera, lo cual explica porqué al pueblo
no lo mueve todavía una ilusión de futuro.
Descartada esta alternativa de
los políticos, cuál nos queda? Daré mi opinión en la próxima.
Jesús Antonio Petit Da Costa
PLAN 2 17-05-20
en el diagnostico estamos muy de acuerdo; ahora es necesario plantear el día !D! que enamore al común.
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