martes, 26 de junio de 2012

El camino peruano


Compatriotas: También la oposición está en una encrucijada: seguir el camino nica, que consolidaría la tiranía comunista recibiendo a cambio cuotas de poder (diputaciones, alcaldías y gobernaciones), o tomar el camino peruano que conduciría a la caída del régimen y al cambio del sistema, dando inicio a una etapa de democracia y prosperidad creciente. ¿Cuál es el camino peruano y cómo tomarlo?

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En 1990 Perú estaba inmerso en una profunda crisis política, económica y social, por la cual los partidos y los políticos se habían desprestigiado. Surgió entonces un candidato extrapartido y antipartido. Era Alberto Fujimori, que ganó la elección presidencial. Ya en el poder decidió disolver el Congreso y suspender en sus funciones a la Corte Suprema de Justicia, además de otros altos funcionarios entre ellos los árbitros electorales. A continuación convocó una Constituyente que redactó una Constitución reeleccionista, lo que le permitió la reestructuración de los poderes públicos con funcionarios de su confianza y luego su reelección para el período siguiente (1995-2000). Pero no se conformó con ello. En vista de que su propia Constitución sólo permitía la reelección inmediata a un período adicional, hizo aprobar por su Congreso una “ley de interpretación auténtica”, así denominada, que autorizó su postulación para el tercer período, en unas elecciones que serían legitimadas, como era de suponer porque así venía siendo, con la participación de un candidato opositor, sin  chance alguno por el ventajismo y el fraude, pero comprometido de antemano a reconocer el resultado a cambio de cuotas de poder.

Sucedió entonces que, disgustados los peruanos con los políticos de oposición por prestarse a ser comparsas en elecciones amañadas, escogieron a un “outsider” para enfrentar a Fujimori. Como en Perú hay dos vueltas, la primera sirve de primarias para la oposición. En ella clasificó Alejandro Toledo como candidato único de oposición. Logrado esto Toledo pasó a la segunda etapa de su estrategia. Denunció, primero, la inconstitucionalidad de la postulación de Fujimori y, además, lo acusó de ventajismo y fraude. Exigió la revisión del sistema electoral, desde el registro hasta el escrutinio, y ante la negativa de la ONPE (el CNE de allá) retiró su candidatura, declarando que no reconocería el resultado fraudulento en caso de que fuesen celebradas, como en efecto lo fueron. Su actitud deslegitimó a Fujimori ante el pueblo peruano y ante la comunidad internacional. Varios gobiernos democráticos se negaron a reconocer la reelección del tirano.

Entonces Toledo pasó a la tercera fase de su estrategia: la desestabilización. En los días anteriores a la toma de posesión de Fujimori, fue elevando el clima de agitación hasta hacerlo culminar en la “Marcha de los Cuatro Suyos”, una multitudinaria movilización popular que concentró en Lima a centenares de miles de manifestantes que llegaron desde los cuatro puntos cardinales. Se llamó de los “cuatro suyos” para simbolizar las cuatro regiones (suyos) en que se dividía Tahuantisuyo, el imperio inca.

No cayó Fujimori enseguida, pero quedó deslegitimado y su gobierno desestabilizado. Cualquier cosa podía pasar. Y en efecto pasó. Estalló el escándalo de la compra de 50 mil fusiles Kalashnikov AK-47, que fue un negocio de los corruptos del régimen que recibieron elevadas comisiones, y algo más: por lo menos 10 mil de esos fusiles fueron a parar a manos de las FARC. A un escándalo le sucedió otro, hasta llegar a los videos en los cuales aparecía Montesinos comprando, plata en mano, a toda clase de personajes. La situación del régimen se hizo insostenible. Consciente de que estaba caído, Fujimori aprovechó un viaje para renunciar desde el extranjero. Habían transcurrido menos de cuatro meses desde la “Marcha de los Cuatro Suyos”, que llevó a su punto culminante el proceso de agitación y desestabilización de la tiranía. Hubo un gobierno de transición y Perú entró a una etapa de prosperidad en libertad, de la cual vienen disfrutando los afortunados peruanos.

A los partidos de la oposición de aquí sólo les queda tomar el camino peruano. Si no lo hacen, y optan por el camino nica (de Nicaragua), de convalidar el fraude, que consolidaría la tiranía comunista, a cambio de cuotas de poder (pacto Ortega-Alemán o intra-élites políticas), serán sepultados por fuerzas emergentes que surgen siempre cuando partidos y políticos se desprestigian. Así como apareció El Tirano, vendrá otro a llenar el vacío.

Espero que esta vez tengan oídos finos como para oír crecer la hierba. Les recuerdo que a la vieja democracia le advertimos su fin sino rectificaba. Nos llamaron “profetas del desastre” y, en efecto, fuimos profetas porque el desastre vino.

lunes, 18 de junio de 2012

El camino chino


Compatriotas: A los comunistas en el poder hay que decirles que, con motivo del vacío que dejará El Tirano, y con mayor razón si su enfermedad es un teatro demente, están en una encrucijada: seguir transitando el camino cubano que los llevará a la perdición o tomar el camino chino, que será su salvación y la del país porque dejarán de ser una secta destructiva para convertirse en una fuerza positiva. ¿Cuál es el camino chino y cómo tomarlo?

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El camino chino se resume en la frase: un país, dos sistemas. Un país gobernado por comunistas, vale decir, una tiranía comunista, pero con una economía capitalista, a la cual no llaman así por razones políticas, sino “economía de mercado socialista”. Se trata de una modalidad de economía mixta que armoniza la existencia de empresas públicas y privadas, de capital nacional o extranjero, compitiendo bajo reglas de juego claras y confiables.

El sector público de la economía se centra en las industrias básicas, mayoritariamente propiedad de la República, como lo eran en la vieja democracia, pero con una peculiaridad: compiten entre ellas en un sistema de precios establecidos por el mercado. Así la competencia determina la eficiencia.

El mayor impulso económico de China se lo ha dado la apertura a las inversiones extranjeras, por lo cual las transnacionales se han establecido allí, con un enfoque dirigido hacia las exportaciones a través de incentivos tributarios, acompañados de fuertes inversiones públicas en infraestructuras para un desarrollo sostenido; mecanismos de formación de precios, mercados de capitales y propiedad privada, propios de una economía capitalista, como vías para mejorar la eficiencia de los viejos monopolios públicos y crear un tejido industrial privado con un coste laboral competitivo.

A consecuencia de la implantación de la economía capitalista, abierta a la inversión extranjera a la cual se le brinda protección y seguridad, China es, desde 2008, la segunda potencia económica mundial sólo superada por EE.UU., el mayor exportador mundial y el segundo importador mundial de bienes. China es el país de mayor crecimiento económico mundial, con una tasa media anual de aumento del PIB, en los últimos treinta años, de más del 10%.

El viajero proveniente del Tercer Mundo se impacta con lo que ve en la China emergente: un país pujante, en el cual se respira prosperidad; un pueblo dedicado al trabajo, en lugar de vivir de las limosnas o misiones del gobierno, disciplinado, atento, bien vestido, que al mismo tiempo disfruta de su bienestar; unas ciudades ordenadas, seguras y limpias, incluso adornadas con flores; unos mercados bien provistos a los cuales concurren millones de compradores; una infraestructura de carreteras, calles y servicios públicos en estado óptimo; un tránsito de vehículos modernos en el transporte público; un transporte subterráneo puntual, rápido y de última generación; rascacielos cada vez más altos; hoteles de todas las cadenas internacionales; millones de chinos viajando, haciendo turismo nacional; seguridad en las calles a todas horas del día y de la noche; millones de chinos paseando, cantando y bailando en los bulevares; y ,en fin, una sensación de optimismo general por el desarrollo económico en ascenso sostenido. Calculan que, para 2015, más de 500 millones de chinos habrán ascendido a la clase media, planteando un desafío de infraestructura turística mundial.  Organizar y ordenar a 1.600 millones de chinos, acostumbrados al desorden del pasado, al opio y al juego, e irlos pasando progresivamente de la miseria a la prosperidad, es sin duda un caso exitoso de adaptación de la teoría comunista a la etapa de la globalización de la economía. Precisamente lo contrario de la estupidez cubana y de la imitación demencial de El Tirano.

¿Cómo tomar el camino chino? Haciendo lo que hicieron los comunistas chinos. Al desaparecer Mao Tse Tung, liquidaron la “Banda de los Cuatro”, que eran los bandidos que habían rodeado al difunto, y dieron  el gran viraje en la economía. Surgió Deng Xiao Ping, quien puso de moda esta frase tan explícita: “no importa que el gato sea blanco o negro, lo que importa es que cace ratones.” Significa que un sistema económico se mide por el rendimiento y la eficiencia.

A los comunistas que nos gobiernan se les presenta una oportunidad idéntica. ¿Quieren sobrevivir y redimirse? Hagan lo mismo que hicieron los chinos: apartado o ido El Tirano, liquiden su “Banda de los Cuatro”, que ustedes saben quiénes son, y den el viraje hacia la economía de mercado. No necesitan poseer el valor personal y la calidad intelectual de Deng Xiao Ping. Basta una ambición de poder y un cerebro mediano que les permita ver que la clave del éxito está en rodearse de talentos.