lunes, 18 de marzo de 2019

LA MARCHA LIBERTADORA (II)


Para ilustrar lo que sería nuestra “Marcha Libertadora”, si se la convocara y organizara, cito (subtitulándolo yo) el comentario que en su fecha (El País, España, 16-07-2000) hizo Mario Vargas Llosa sobre la “Marcha de los 4 suyos”, que fue decisiva para el derrocamiento del dictador Fujimori en Perú (año 2000):
1.- CÓMO LA SOCIEDAD CIVIL SE CONVIERTE EN EJÉRCITO CIVIL PARA DERROCAR AL TIRANO: “Desde los cuatro puntos cardinales del país, cientos de miles de personas de toda condición, pero sobre todo peruanos humildes, vienen a Lima, donde tomarán pacíficamente las calles y pernoctarán alrededor de los tambos o centros de acopio y distribución y en las casas de sus familiares, en esta capital que está poblada en un 70% por provincianos. Como en la Marcha de la Sal de Gandhi o en las jornadas oníricas de Martin Luther King, como en los días que pusieron en la calle a Suharto o, antes, los que acabaron con Marcos y Pinochet, la movilización de los peruanos es una fuerza que, por su número y su carga moral y el contagio, ninguna dosis de violencia y barbarie podrá derrotar al final. Esa movilización espontánea, de abajo hacia arriba, nace y crece en las organizaciones populares, las universidades, los sindicatos, los gremios y asociaciones profesionales, en las comunidades indígenas, en los muchos foros democráticos donde se aglutina la sociedad civil que va forjándose y hasta en los barrios acomodados, en los clubes de madres y en las bases partidistas de las fuerzas democráticas. Como no hay organización que por sí sola pueda dirigir una gesta de estas magnitudes, el grueso de la tarea tiene mucho de espontáneo, y todo se va volviendo un juego de vasos comunicantes cuya articulación es eso que llamamos sociedad civil.
2.- LAS CIRCUNSTANCIAS IMPONEN EL LÍDER: “La Marcha de los Cuatro Suyos nació al calor de una manifestación pública, en boca de Alejandro Toledo, la persona a la que las circunstancias -o los apus si queremos llevar la simbología ancestral a nuevos límites- han colocado a la cabeza de esta gesta cívica. Lo suyo ya no es una candidatura ni los peruanos que se sienten llamados a ponerse de marcha son sus militantes o correligionarios. Su liderazgo es hoy, antes que político, cívico y moral, y nada sustenta mejor esta afirmación que el hecho de que ahora hay aún más peruanos combatiendo por la libertad” (que por candidaturas y elecciones).
Véase el paralelismo: el liderazgo de Guaidó nace de las circunstancias. Une a las multitudes porque su liderazgo es sobre todo cívico y moral, representativo de la sociedad civil. Esto debería tenerlo presente para no equivocarse en la interpretación del momento y del sentimiento popular.


LIBERACIÓN NACIONAL 239          18-03-19


LA MARCHA LIBERTADORA (I)


Interpreto que la insurrección cívico-militar, ordenada por el Art. 333 de la Constitución para restablecer su vigencia efectiva, cuyo primer paso es poner cese a la usurpación de Maduro, derrocando así a la narcotiranía títere de Cuba, tendrá una modalidad diferente a la rebelión cívico-militar que derrocó a la anterior tiranía. En lugar de ser una huelga general insurreccional únicamente en Caracas, será una huelga general insurreccional de toda la Nación, pero no estática sino activa, en forma de una movilización popular nacional desde todos los puntos cardinales del país hacia la Capital de la República, donde culminaría con la toma efectiva del poder por Juan Guaidó como Encargado de la Presidencia de la República por mandato constitucional directo.  Es lo que deduzco de lo dicho por Guaidó sobre la “Operación Libertad.”
Si, por casualidad, no es lo que se propone, me permito sugerírselo tomando como guía la “Marcha de los Cuatro Suyos” que fue la  movilización popular de todo el país realizada en Perú en los días 26 a 28 de julio del 2000determinante para el derrocamiento del dictador Alberto FujimoriAclaremos: “suyos” en lenguaje inca significa punto cardinal. Los “4 suyos” son, pues, Norte, Sur, Este y Oeste, que convergen  en “Tahuantisuyo”, la antigua capital del imperio inca.
Los antecedentes de la situación son idénticos: 1) El dictador se hizo reelegir en elecciones fraudulentas; 2) La abstención fue masiva; 3) La OEA no lo reconoció como Presidente; y los mandatarios Fernando de la Rúa (Argentina), Said Musa (Belice), Fernando Henrique Cardoso (Brasil), Jean Chretien (Canadá), Ricardo Lagos (Chile), Andrés Pastrana (Colombia), Miguel Ángel Rodríguez Echeverría (Costa Rica), Francisco Flores (El Salvador), Bill Clinton (Estados Unidos), Alfonso Portillo (Guatemala), René Préval (Haití), Carlos Flores  (Honduras), Percival James Patterson, (Jamaica), Ernesto Zedillo (México), Arnoldo Alemán (Nicaragua), Mireya Moscoso (Panamá), Luis Ángel González Macchi (Paraguay), Leonel Fernández (República Dominicana), Basdeo Panday (Trinidad y Tobago), Jorge Batlle (Uruguay) y Hugo Chávez (Venezuela), como también Fidel Castro (Cuba) rechazaron la invitación a la ceremonia de asunción. (Fíjense que Chávez y su jefe Fidel Castro, en un caso idéntico al de Maduro no reconocieron a Fujimori pero fue porque no era comunista y títere de Cuba, porque de haberlo sido lo habrían reconocido); y, 4) Por obra del destino, un líder emergente de un partido minoritario resultó favorecido por la ley para erigirse como jefe de la oposición que se unió alrededor suyo. Su liderazgo fue por ministerio de la ley. Y como tal jefe fortuito de la oposición Toledo desconoció la reelección de Fujimori, calificándolo de usurpador de la presidencia.


LIBERACIÓN NACIONAL 238         17-03-19


miércoles, 6 de marzo de 2019

LA CORRUPCIÓN ES UN SUPER-PODER CONVERTIDO EN TIRANÍA



Un gran político ya en la vejez me dijo un día: “La experiencia es lo más inútil en la vida, por lo menos en Venezuela, porque cuando la tienes no te sirve de nada. Ni siquiera te consultan, y si acaso lo hacen no siguen tus consejos.” Como soy optimista espero que alguna utilidad tengan los consejos, fruto de mi experiencia, que voy a dar, sin que nadie me los haya pedido, pero que me siento obligado a darlos en víspera del cambio político, que así lo veo, interesado como estoy de que, por fin, haya en Venezuela una democracia estable, moderna y próspera.
Comenzaré por la corrupción. En 1984 fui elegido Magistrado del Consejo de la Judicatura por cinco años (hasta 1989), quizás por haber sido antes presidente de la Federación de Colegios de Abogados de Venezuela, el gremio nacional de la abogacía. Acepté con la ilusión de enfrentar, derrotar y liquidar la corrupción judicial. El derrotado fui yo, porque la corrupción es en Venezuela un super-poder y la judicial uno de sus brazos ejecutores. Aprendí entonces que el sistema judicial había sido diseñado para la corrupción, incubada como cuota política. Cada magistrado o juez corrupto tenía un padrino político, que a su vez dependía de un financista con intereses y debía atender a una clientela electoral. Y, por contrapartida, el magistrado o juez verdaderamente independiente era un ser desamparado, un ánima sola sin dolientes, víctima fácil de la intriga o de la venganza de los afectados por sus sentencias. Entonces aprendí lo que debe hacerse, asimilando la experiencia del modelo europeo de gobierno judicial y carrera judicial.
No escarmenté y luego en los años 1995-1997 cometí el mayor error de mi vida. Ejercía el cargo de Procurador General de la República cuando el Presidente de la República me propuso hacer el trabajo que ningún funcionario había aceptado por cobardía. Consistía en enfrentarse a los banqueros incursos en corrupción financiera, causa de la crisis sistémica de la banca que amenazaba hundir a la democracia. Acepté, a pesar de que, a diferencia del Fiscal General y del Contralor General, no tiene el Procurador atribuciones constitucionales ni legales para ello, lo que obligaba a actuar en un prolongado estado de excepción como en efecto se hizo. Lo hice porque lo consideré un sacrificio necesario para salvar la democracia. Creí entonces que contaría con el apoyo unánime del Ejecutivo y de los otros poderes públicos. Me equivoqué. Comprobé otra vez que la corrupción es un super-poder que está por encima de todos los poderes públicos, porque a todos los controla o los penetra, a tal extremo que a un presidente honesto lo hace rodear por una camarilla palaciega corrupta encargada del trabajo sucio en contra del que la combate. Y, seamos claros, el núcleo duro de este super-poder es la corrupción político-financiera, la imbricación entre políticos y financistas. Al darme cuenta de que no podía vencer a esta coalición de fuerzas, renuncié al cargo que nunca debí aceptar.  
Si en la democracia la corrupción era un super-poder oculto o de facto, ahora es gobierno. En la nueva etapa histórica la lucha contra la corrupción debe comenzar por acabar con la narcotiranía de la delincuencia organizada, echándola del poder político, y enseguida tomar las medidas para que no vuelva jamás. Con esta intención daré los consejos que me siento obligado a dar a los jóvenes que van a asumir el poder en la transición con el deseo de que tengan éxito.


LAS 7 PLAGAS (1)