lunes, 25 de julio de 2011

La hora del deshonor y de la ignominia

Compatriotas: ¿Si ustedes fuesen diputados de oposición hubieran votado a favor de autorizar el viaje de El Tirano a Cuba para someterse a tratamiento médico? Seguramente no. Yo tampoco lo hubiera hecho por razones de principio: la defensa de la verdad, el honor y la dignidad nacional. Hubiese fundado mi voto negativo en estos argumentos.
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A la Asamblea Nacional le atribuye la Constitución el control político sobre el Ejecutivo Nacional. Es parte de este control político “autorizar la salida del Presidente de la República del territorio nacional cuando su ausencia se prolongue por un lapso superior a cinco días consecutivos” (Art. 187,17). En consecuencia, el presidente tiene prohibida la salida del país en tal supuesto y para hacerlo válidamente requiere esta autorización.

Por tratarse de una función propia de control político, el solicitante de la autorización debe, no sólo expresar el motivo de su viaje, sino también probarlo. ¿Qué basta su palabra porque El Tirano no miente? Para demostrar que acostumbra mentir con el mayor descaro, recordaría a los diputados la mentira de El Tirano dicha en la solemnidad de una sesión de la Asamblea Nacional. En enero de este año prometió, bajo palabra de honor, que sólo hasta mayo ejercería los poderes que le fueron concedidos mediante la inconstitucional Ley Habilitante. Y repitió ante los diputados que en mayo devolvería la ley. Está finalizando julio. ¿Y qué ha hecho El Tirano? Aún enfermo, como dice estar, ha seguido dictando decretos-leyes, fundados en la habilitación legislativa, para avanzar en la construcción del comunismo. Y dicho esto, me hubiese volteado hacia los diputados de la oposición para preguntarles: ¿porqué ustedes no han reclamado el cumplimiento de la promesa solemne de El Tirano de que cesaría en mayo el ejercicio de los poderes inconstitucionales que le fueron transferidos, poniendo en evidencia que es un mentiroso? Ustedes le deben una explicación a sus electores por su silencio y su pasividad. 

Con el precedente de tamaña mentira, procedía exigirle a El Tirano la prueba fehaciente de su enfermedad presentando el informe médico contentivo del diagnóstico y del pronóstico. En adelante a El Tirano, por sus mentiras,  se le debe pedir fiadores. Y en este caso los fiadores son los médicos tratantes. Sin el informe médico, no se le puede creer. Y volteándome hacia los diputados de oposición les hubiese preguntado: ¿y si es mentira la enfermedad o está apenas en su fase inicial, qué van a hacer ustedes cuando El Tirano monte un show político a su regreso presentándose ante un pueblo crédulo como el vencedor de la muerte, ungido de Dios por obra de Monseñor Moronta? Cómo lo van a refutar?

En el supuesto negado de que El Tirano, en contra de su costumbre, diga la verdad sobre su enfermedad, hubiese rechazado su solicitud de autorización para recibir tratamiento médico en Cuba, por considerarla una afrenta a los médicos y a todos los universitarios venezolanos. Es una afrenta a los médicos que los expone al escarnio público a escala mundial. No puede aceptarse esta afrenta, que todos los universitarios recibimos como una bofetada. A esta canallada, que no merece otro nombre, le hubiese respondido proclamando el orgullo de ser venezolano y expresando mi desprecio a quien nos desprecia por preferir a los cubanos. Y volteándome hacia los diputados de la oposición les hubiese dicho: ustedes les deben una explicación y una satisfacción a los médicos venezolanos y a todos los universitarios por haber aprobado esta canallada contra ellos.

Ni que estuviera moribundo El Tirano se le debió aceptar la humillación de irse a Cuba y gobernar desde allá. Es la mayor ofensa que se le haya hecho a Venezuela en toda su historia. Nadie llegó a tanta ignominia, ni ningún patriota toleró que ante el mundo se nos presente como un pueblo cobarde que acepta sumiso que su amo pisotee su honor y su dignidad y lo ridiculice ante la comunidad internacional como un atajo de sinvergüenzas, porque esto es lo que parecemos. Un diputado honorable hubiese hecho constar en el acta su voto salvado, razonándolo para que la historia lo registre, porque la historia registrará esta hora menguada del honor nacional. Y dicho esto, volteándome hacia los diputados de la oposición los hubiese emplazado: díganle a sus electores porqué se prestaron a esta traición a la patria aceptando así que Venezuela sea gobernada desde Cuba. Por este solo hecho han debido negar su voto.

Un solo voto en contra nos hubiese reconciliado con los políticos.

martes, 19 de julio de 2011

La guachafita de la enfermedad

Compatriotas: Ha vencido el plazo que todos concedimos a El Tirano para que se sincere y le diga al país la verdad completa sobre su enfermedad. No lo ha hecho; por el contrario, al seguir ocultando el informe médico, el tema se ha convertido en una guachafita: ¿está enfermo realmente? ¿es cáncer? ¿dónde, en el colon, en el recto o en la próstata? ¿ya tiene metástasis?  Ponerle fin a esta guachafita debería ser la tarea prioritaria de una oposición hasta ahora inútil.
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  La enfermedad de un presidente es asunto de Estado por sus consecuencias constitucionales. Tratándose de una enfermedad grave, sea crónica o aguda, debe informársele al pueblo soberano, por medio de la Asamblea Nacional, acompañando la comunicación con el informe médico que contenga el diagnóstico de la dolencia y el pronóstico de su evolución. En base a este informe médico la Asamblea Nacional podrá activar la sucesión constitucional, si lo cree procedente, sea declarando la falta temporal por incapacidad transitoria, física o mental, o poniendo en marcha el trámite ante el TSJ si la incapacidad fuese permanente. No es el presidente el que evalúa su salud física o mental. Son los médicos que lo asisten. Y no es el presidente el que decide sobre su incapacidad física o mental. Son los demás poderes públicos.

Mientras no sea enviado a la Asamblea Nacional el informe médico sobre la enfermedad grave del presidente, no consta su existencia. No existe legalmente. Y por ello no surte efectos jurídicos, lo que beneficia al presidente enfermo, quien así puede seguir ejerciendo el cargo estando incapacitado física o mentalmente. Pero, en contrapartida, por ocultar el informe médico, su declaración de que padece una enfermedad grave debe tenérsela por falsa o mentirosa, ya que no se sustenta en una prueba fehaciente. Al esconder el informe médico sobre la enfermedad está ocultando la verdad, por lo cual incurre en falta de ética o probidad. Un engaño de esta naturaleza es incompatible con la dignidad exigida para el ejercicio del cargo. ¿A qué se debería esta conducta de un presidente? Puede ser porque finja, por cálculo político, una enfermedad que no tiene, pudiendo ser otra menos grave, o porque trate de evadir las consecuencias constitucionales que acarrearía la enfermedad que dice tener, por sus efectos secundarios y por la expectativa de vida.

De este hecho, el ocultamiento del informe médico que contiene el diagnóstico de la enfermedad y el pronóstico de su evolución, se deduce en el caso concreto que El Tirano está escondiendo la verdad. Entonces miente: o porque no sufre de cáncer o porque no quiere que se sepa que su enfermedad lo incapacita, ahora mismo o a corto plazo, para ejercer el cargo. Si hubiese una oposición arrrecha acabaría con la guachafita formada en el país con el acertijo de la enfermedad presidencial, acusándolo sencillamente de mentiroso o falso, que es lo mismo, porque esconde el informe médico. La acusación obligaría a El Tirano a presentarlo avalado con la presencia de los médicos que lo atendieron. Si presenta el informe médico sabremos entonces porqué lo ha ocultado hasta ahora. Y si no lo presenta, pierde la solidaridad afectiva que busca con la manipulación política de su enfermedad.

En refuerzo de la acusación bastaría señalar la sucesión de mentiras, que la anteceden. Primero, al pueblo se le mintió diciendo que El Tirano no tenía nada. Segundo, al pueblo se le ocultó que el presidente fue operado dos veces. Tercero, al pueblo se le mintió cuando no se le dijo oportunamente el motivo y resultado de la segunda operación. Cuarto, el presidente reconoció tardíamente que la segunda operación duró seis horas, durante las cuales estuvo inconsciente por la anestesia, y después fue recluido seis días en terapia intensiva, estando por ello incapacitado para ejercer el cargo, lo que hacía procedente la declaración de falta temporal. Todo esto le fue ocultado al pueblo, lo que indica que se le mintió sin pudor. Quinto, sólo ahora, pasado un mes, el presidente dice que tal vez sea sometido a quimioterapia, lo que demuestra que ha ocultado la gravedad de su estado. Y aún así sigue ocultando el informe médico.

No podemos pasarnos todo el año en una guachafita adivinando qué tiene El Tirano, mientras el país se cae a pedazos. Este asunto hay que despacharlo ya, poniendo las cartas sobre la mesa. Es  lo que haría una oposición arrecha.

lunes, 11 de julio de 2011

Mensaje de allá arriba

Si El Tirano tuviese un amigo de verdad (que parece no tenerlo, y menos ahora), se le sentaría a un lado para decirle: Partiendo de que efectivamente sufres de cáncer, y no hayas mentido una vez más, voy a comunicarte el mensaje que te envían de allá arriba.
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Aligera el alma, que tiene sobrepeso de culpa, para que llegue liviana al encuentro inevitable con la justicia divina. Agradece que te escapas de la humana, la que en casos como el tuyo se subordina a la venganza. El odio tiene eso: envenena el alma y corroe las entrañas. Peor aún, al que lo siembra se le devuelve en sufrimiento. Reconoce que, hombre de pocas lecturas como eres, el resentimiento de muchacho pobre, criado con privaciones, te hizo caer bajo la influencia de seres diabólicos como el tal Ché Guevara, autor de esta frase satánica: “un pueblo sin odio no puede triunfar, porque sólo el odio intransigente lo convierte en una efectiva, violenta, selectiva y fría máquina de matar.” Lo mismo pudo haber escrito Boves si lo hubiesen alfabetizado. Tú sabes muy bien cómo murieron los dos, enviados directamente al infierno. A ellos Dios no les dio la gracia del preaviso como el que te ha dado a tí.

Tienes muchos enemigos, no sólo aquí, sino allá arriba. Estos son más de temer. Están alineados esperándote para convertirse en tus acusadores. Solamente al llegar vas a encontrar una multitud. No para saludarte, sino para acusarte. Son las víctimas de la delincuencia que tú promoviste con tu odio. Ese que mueve la envidia a todo hombre de bien y a todo el que se destaca. A ellos se unen las víctimas de tu crueldad. Le han encomendado la vocería a Brito. ¿Te acuerdas de él? ¿Porqué no le devolviste su tierrita, si era todo lo que pedía? A su lado, la señora Añez. ¿La recuerdas? La mataron tus hordas motorizadas con su banderita en la mano. Ellos sí te recuerdan. Sólo podrías pedir rebaja de la pena si liberas a todos los presos políticos, disuelves las milicias, desarmas a tus bárbaros y cesas en tu prédica del odio.

Si superas el mal momento de este encuentro, pasarás adonde están esperándote Vargas, José Gregorio y Razzetti, quienes te impondrán de su querella en representación de los universitarios. Te imputan haber destruido la universidad, haberte cebado en los médicos venezolanos deshonrándolos ante el mundo y haber acabado con el futuro de los jóvenes obligándolos a emigrar. A pesar de su religiosidad José Gregorio parece el más predispuesto en tu contra, ya que acaricia intencionadamente la cabeza de su estatua en Yaracuy que tus vándalos le quitaron. De ellos y sus representados sólo podrás pedir clemencia si reparas el honor de los médicos y de todos los profesionales universitarios venezolanos y enalteces la universidad favoreciendo su engrandecimiento.

Si haces mérito para su clemencia, todavía quedaría pendiente la acusación que te harán Pérez Alfonzo y Uslar Pietri de haber ejecutado el Plan de Destrucción Nacional contra el cual ellos tanto lucharon, llevando el país a la ruina económica y a la degradación moral. ¿Cómo te salvas de la condena eterna con tamaña acusación? Sólo puedes conseguir una rebaja de la pena desandando el camino: ponerle fin al comunismo y volver a la economía de mercado, o sea, al capitalismo que es el sistema económico de los países desarrollados. Hasta en el Brasil de Lula.

Pero la acusación mayor la tienen preparada Miranda, Bolívar y Páez. Les choteaste el bicentenario, destruyendo su obra al convertir a Venezuela en satélite de Cuba. Ellos dicen que ni Dios perdona eso. Según Miranda todo lo tuyo es “bochinche, bochinche y más bochinche.” Lo de Bolívar es de antología: quiere verte en el infierno porque lo has metido a comunista siendo lo opuesto y lo has perturbado en el sepulcro adonde había bajado tranquilo. Y de Páez ni te cuento.  Se pasea por la sala de recibo exclamando: apenas entre ese carajo le caeré a coñazos. ¿Qué necesidad había de que te metieras con él, sin guardar siquiera la consideración entre llaneros? Bájale presión a la arrechera de los libertadores rompiendo con Cuba y mandando a los cubanos de vuelta a su país.

Y aún haciendo todo lo que te aconsejo, no cuentes con el perdón. Ya ni el arrepentimiento te alcanza. Algún castigo te impondrán allá arriba. Adulando, como hace tu gente contigo, tal vez consigas que te manden al purgatorio, que allá llaman Venezuela por ser igualito, para que sepas lo que era vivir bajo tu gobierno. A pasar unos doce años de trabajo y, para que te la cales completa, te harán oír los discursos de Satanás retransmitidos por cadena varias veces al día.

miércoles, 6 de julio de 2011

El mandato de los libertadores: independizarnos de Cuba

En la enfermedad mortal de El Tirano va implícito un mandato de los libertadores: romper con Cuba y poner en fuga a los cubanos. ¿Es casualidad el que haya quedado inhabilitado para presidir el bicentenario de la independencia que hemos perdido por su culpa al haber convertido a Venezuela en protectorado de Cuba? No es casualidad. Es un mensaje de los libertadores desde el más allá.
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Desde que asumió el mando, El Tirano renunció al legado de los libertadores entregándole el gobierno a los cubanos en la persona de Fidel Castro. Nos humilló a los venezolanos de todas las profesiones al despreciarnos con epítetos infamantes para así justificar la preferencia por los cubanos. Era lógico que al sentirse enfermo se refugiara en su verdadera patria, la que adoptó y a la cual ha servido. Y desde La Habana, despojado de las apariencias, despacha el gobierno cubano que manda desde hace años en Venezuela.
No puede ser casualidad que la enfermedad mortal que lo aqueja lo haya postrado exactamente en los días previstos para conmemorar el bicentenario de la independencia perdida por su sumisión a Cuba. La coincidencia parece obra de una maldición de los libertadores, cuyos espíritus no podían seguir tolerando la ofensa de la renuncia a su herencia, la de una patria libre y soberana. ¿Será una maldición de Páez, el héroe de Carabobo, la que le impidió estar el 24 de junio, y será una maldición de Miranda, firmante del acta de independencia, la que le impedirá estar el 5 de julio? Y si así fuere, cuál se reserva Bolívar, profanados como han sido su nombre, su memoria y sus restos? Lo cierto es que estos hechos, por su coincidencia, tienen una lectura obvia: hay un mandato de los libertadores de recuperar la independencia, para hacernos dignos de su conmemoración bicentenaria, porque actualmente somos indignos de hacerlo por haberla perdido sin disparar un tiro. 
Pero la recuperación de la independencia, sólo podrá lograrse si los arrechos asumen el liderazgo nacional. Ya hubiesen iniciado la guerra patria contra Cuba, usando todas las formas de lucha. Por ejemplo, aprovechar el bicentenario para hacer una manifestación simbólica destinada a elevar la moral de los patriotas e infundir miedo en los agentes cubanos. Algo sencillo como izar el 5 de julio, en residencias y oficinas, la bandera nacional a media asta, atravesada por una cinta negra indicativa de que estamos de duelo por la independencia perdida. Y continuar haciéndolo en los días sucesivos, poniendo la insignia en vehículos e incluso como prendedor en el vestido. Estamos de luto. Dejaremos el luto cuando recuperemos la independencia.
Los cubanos nos han amenazado expresando que están dispuestos a ir a la guerra si intentamos independizarnos. Su vocero ha sido Adán Chávez quien dijo que ellos “evaluarán métodos distintos a los electorales en la lucha por mantenerse en el poder.” Fue claro: “El apego del partido al camino electoral estará condicionado a las circunstancias políticas. Pero conscientes de los peligros que nos acechan y seguros de que el enemigo no descansa: no podemos olvidar otros métodos de lucha.” Y citando al Ché Guevara concluyó: “Sería imperdonable limitarse tan sólo a lo electoral y no ver otros métodos, incluso la lucha armada, para obtener el poder”.
Es el mensaje de los cubanos. Nos están repitiendo lo que ya habían adelantado en el Libro Rojo del PSUV, su partido satélite: “Asumimos la combinación estratégica de todas las formas de lucha necesarias para derrotar cualquier agresión del imperialismo capitalista y sus aliados.” ¿Quiénes, para ellos, son los aliados del imperialismo? Nosotros los patriotas anti-comunistas y anti-cubanos. ¿Qué nos están diciendo? Que no tenemos derecho a gobernar este país y ponerle fin a la dominación cubana. Y nos están advirtiendo que seguirán celebrándose elecciones mientras aceptemos el fraude electoral montado por ellos. Mientras no rechacemos el fraude, ni desconozcamos el resultado fraudulento.
¿Y cómo respondió la oposición oficial? Con estas palabras: tranquilos, nosotros vamos a votar sin condiciones. Lo que significa: nos sometemos a ustedes. No denunciaremos el fraude aunque sea evidente. ¿Qué hubiesen contestado los líderes de los arrechos si ya hubiesen aparecido? Así: “El apego a la vía electoral está sometido a las circunstancias políticas, concretamente a desmontar el sistema fraudulento”. Y con la misma frase del Ché: “sería imperdonable, para independizarnos de Cuba y abolir el comunismo que nos ha impuesto como instrumento de dominación colonial, limitarnos tan sólo a la lucha electoral y no ver otros métodos.”