lunes, 10 de junio de 2013

Tremendo embarque




Liberación Nacional y No-Reelección (30)

Apremiamos a Capriles para que no se quedara con la pelota en la mano y pusiera out a El Ilegítimo. Y lo que hizo fue tirarla a las gradas llamando a participar en las municipales sin que nada esté resuelto. El Ilegítimo está embasado y a punto de robarse el home. Tremendo embarque. 

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El objetivo fundamental de nuestra lucha, la lucha de los patriotas venezolanos, es liberar a Venezuela del dominio de Cuba, representada aquí por sus títeres constituidos en gobierno comunista ilegítimo, proveniente del fraude electoral (ilegitimidad de origen).  Este es el objetivo primario: liberarnos de Cuba, lo que implica hacer la segunda guerra de independencia, pero esta vez sin armas por ahora. Dicho esto comparemos  la oposición que nos independizó de España con la oposición que no nos ha independizado de Cuba, para entender el porqué del éxito de aquélla y del fracaso de ésta. 

En 1.808 España convocó un Congreso Constituyente dándole representación minoritaria a sus colonias americanas. Estaban en pleno proceso electoral cuando la oposición, en vez de participar con el pretexto de “ganar espacios”, decidió asumir el gobierno directamente. Fue lo que sucedió el 19-Abril-1810. En 2002 empresarios y trabajadores unidos decidieron independizar a Venezuela de Cuba, deponiendo al peor Emparam, por traidor, que lo fue el difunto. ¿Cómo lo hizo? Igual que en 1.810: con el pueblo en la calle. En ambas ocasiones hubo una rebelión exitosa. La de 1.810 pudo llegar hasta la declaración de independencia. La de 2.002 fue víctima de la deslealtad de los ricos de Caracas, que asumieron  el poder en exclusividad dejando fuera a los trabajadores (Carlos Ortega).

Vino el desastre de 1.812, con el cual terminó la Primera República. ¿Qué hicieron los patriotas, con Bolívar a la cabeza? No abjuraron de la independencia, ni dijeron que este radicalismo los había llevado a la derrota, ni cambiaron de estrategia para “aprovechar los espacios” que ofrecía la nueva Constitución española (la Pepa). Su estrategia de confrontación los condujo a la victoria en la Campaña Admirable y luego con suerte diversa hasta concluir en Carabobo.  Aquí ocurrió lo contrario. Después que los ricos de Caracas se apoderaran de la insurrección de 2002 llevándola al desastre, los trabajadores intentaron salvar la situación (huelga petrolera) pero fueron neutralizados por un pacifismo enfermizo. Ocurrió un viraje estratégico. En lugar de seguir con la oposición de calle, se concilió conviniéndose en la vía electoral que pasó a control del enemigo. Desde entonces no ha habido oposición de calle. La sustituyó la electorera, con el cuento de los “espacios” que debemos ganar y conservar. Ver Globovisión, cacerolear e ir a votar. Esta es toda la participación del pueblo en la oposición al gobierno. Nada de calle. Y el que la proponga es un radical extremista, execrado de la oposición y censurado en prensa, radio y tv.

En 1.813 los patriotas tomaron el poder de nuevo, volvieron a ser derrotados pero a los 7 años triunfaron definitivamente. Aquí no ha pasado nada de eso. Desde 2.002 la oposición ha insistido tercamente en participar en elecciones fraudulentas, descartando las otras formas de lucha. Van 11 años de derrotas sucesivas, sin rectificación de estrategia. De pronto surge una esperanza:  Capriles convoca a la calle, acusando a El Ilegítimo de títere de Cuba y denunciando el fraude descarado y masivo. Pero enseguida viene la contraorden: suspendida la movilización popular. Nada de calle. Recurre al TSJ y luego se desmiente a sí mismo, contradiciéndose ante nacionales y extranjeros con su llamado a votar en las municipales dejando de lado el resultado fraudulento de la presidencial.

Imaginemos que en 1.812 Bolívar, acomplejado por la acusación de golpista, en lugar de continuar la guerra, hubiese recurrido a la Real Audiencia para demandar a Monteverde por el fraude a lo pactado con Miranda. Y después en el Manifiesto de Cartagena hubiera dejado la cosa así llamando a participar en la elección de los Cabildos, con el cuento de que no se podían perder los espacios. ¿Qué habría pasado? Bolívar no sería El Libertador que reverenciamos. Venezuela no sería independiente de España. Pero, eso sí, nuestra clase política estaría contentísima con sus gobernaciones de provincia y sus alcaldías dentro del imperio español. Tal como ahora compite para ser funcionario del imperio cubano. Pues eso exactamente es lo que serán en adelante los electos: gobernadores y alcaldes del imperio cubano en su colonia de Venezuela, con El Ilegítimo como Capitán General.

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@petitdacosta

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