El anuncio de que han sido detenidos paramilitares que venían a
matar a El Ilegítimo, enviados por el expresidente Álvaro Uribe, demuestra dos
cosas:
1.- Que el gobierno no es creativo. Y no lo es, por mediocre.
Repetir el mismo montaje de magnicidio por paramilitares significa que los
funcionarios son de cerebro estítico. Cambien el disco para divertir, por lo
menos. Ya eso hiede. Y por ello nadie les cree.
2.- Que el gobierno no le teme a la oposición interna. De allí que
su “coco” sea Uribe, por demócrata y por vergatario (venezolanismo que se usa
para referirse a la persona que se destaca o sobresale sobre todo por su valor
o fuerza).
El “coco” de la dictadura pérezjimenista era Rómulo Betancourt.
Siempre había un cuento en contra suya indicativo del temor a lo que pudiera
hacer: que había entrado por aquí o por allá a Venezuela, que había mandado a
matar al dictador, que era un malvado enemigo de la patria, que andaba
disfrazado cazando la oportunidad de consumar el asesinato, que era un golpista
fomentador de alzamientos militares, que estaba entendido con Costa Rica para
invadir el territorio nacional, que estaba armando un batallón afuera (la
Legión del Caribe), etc. etc.
Cada cuento lo que hacía era elevar la figura de Betancourt,
fortaleciendo la moral de los militantes en la resistencia clandestina. Nada
eleva más la moral que saber que al líder le teme el adversario, porque
reafirma la confianza en su liderazgo para derrocar la dictadura.
Por lo visto no hay en la oposición venezolana un político al cual
la tiranía comunista le tema. Ninguno que merezca ser satanizado como lo fue
Betancourt. Nos avergüenza como venezolanos que la tiranía comunista le tema es
a un colombiano. Es verdad que Álvaro Uribe ha demostrado ser un palo de hombre
y un gran amigo de los demócratas venezolanos, a pesar de que algunos no se lo
agradezcan, pero resulta vergonzoso que no tengamos todavía un líder al cual le
tema la tiranía comunista, a tal grado que le atribuya todas las conspiraciones
para derrocarla. Es triste y dolorosa verdad que no haya un venezolano que supla
la ausencia de Betancourt y sustituya a Uribe en la demonología del comunismo.
Desde luego, se comprende que sea así, porque después de ser víctima
de un fraude descarado y masivo, la oposición ya está en campaña para las municipales.
Están amaestrados y de allí que no sean temidos.
Hay un espacio vacío en la política venezolana. El del líder
merecedor de la frase: A ESTE HOMBRE SE
LE TEME. Y que efectivamente sea temido por la tiranía comunista para así
levantar la moral de lucha de la resistencia.
REFLEXIONES 7
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