La Iglesia Católica ha sido la única que ha hecho el
diagnóstico correcto de la crisis general del país, cuando su máxima autoridad
nacional, la Conferencia Episcopal Venezolana, ha dicho repetidas veces: “1) El mayor problema y la causa de esta
crisis general es la decisión del Gobierno Nacional y de los otros órganos del
Poder Público de imponer un sistema político-económico de corte socialista,
marxista o comunista (12-01-2015). 2) “La causa fundamental es el empeño del
Gobierno de imponer el sistema totalitario recogido en el PLAN DE LA PATRIA
(llamado Socialismo del Siglo XXI), a pesar de que el sistema socialista
marxista ha fracasado en todos los países en que se ha instaurado, dejando una
estela de dolor y pobreza”(13-01-2017).
Si ésta es la causa fundamental, como efectivamente lo
es, la solución está en cambiar radicalmente el sistema político-económico, que
por ser comunista es contrario al cristianismo. Aquí la Iglesia Venezolana se
encuentra con el mismo problema político que tropezó en los años 40. Entonces
emergieron con fuerza los movimientos marxistas: el Partido Comunista y Acción
Democrática. El primero estaba afiliado a la Internacional Comunista
(Komintern), dirigida desde Moscú bajo la jefatura de Stalin, como hoy el PSUV
sigue instrucciones de La Habana. No sucedía lo mismo con AD, cuyos fundadores
venían de regreso del marxismo-leninismo pero sin haberse curado totalmente del
“sarampión juvenil”, que así llamó Betancourt al paso por esa etapa de la vida.
Precisamente a los militantes de ese partido se les conoció desde entonces como
los adecos (ade-comunistas).
Muerto Gómez, comunistas e izquierdas ocuparon el
espacio de oposición al gobierno de López Contreras. Lo hicieron tomando el
control de la única fuerza opositora: la Federación de Estudiantes de
Venezuela, integrada por alumnos de la única universidad existente en Caracas
que era la UCV. En aquellas circunstancias la Iglesia Católica reaccionó, bajo
la dirección del Vaticano (Pío XII), formando el liderazgo político alternativo
que siguiese la Doctrina Social de la Iglesia frente a los marxistas. Los
universitarios que habían egresado de los colegios católicos (jesuítas,
lasallistas, salesianos, etc) constituyeron la UNE (Unión Nacional de Estudiantes)
que fue el germen del futuro partido demócrata cristiano. Allí se forjaron como
líderes, en el debate y la confrontación con aquéllos.
Más tarde, cuando AD llegó al poder llevado por la
rebelión cívico-militar de 1945, los jóvenes de la UNE, después de vacilaciones
iniciales, fundaron el partido demócrata-cristiano llamado COPEI, con el apoyo
militante de la Iglesia que se empleó a fondo en su apoyo. Tanto que en las
elecciones para la Constituyente de 1947 celebradas en 1946 varios sacerdotes
salieron electos como diputados demócratas cristianos: ej. el P. Sánchez Espejo
por Táchira, el P. Pulido Méndez
por Mérida (después fue Arzobispo) y P. Rojas Chaparro por Trujillo
(después Obispo).
En aquellos tiempos apenas había la amenaza de
comunismo, que nunca se convirtió en realidad porque AD se hizo
socialdemócrata. Ahora estamos bajo el comunismo, que ha provocado la crisis
más grande en toda nuestra historia, un comunismo que es una imposición
colonial de Cuba, valiéndose del gobierno títere. En consecuencia, la Iglesia
debe aplicar la misma estrategia exitosa del pasado para suplir la inexistencia
de un partido demócrata cristiano, que no lo hay: el COPEI está en fase de
extinción y PJ nunca lo ha sido porque no hace profesión de fe ni adoctrina a
su militancia con la Doctrina Social de la Iglesia ni tampoco ajusta su
conducta a ella.
En conclusión: la Iglesia Católica Venezolana está sola
en su digna y valiente posición, porque no hay demócratas-cristianos en la MUD
(Machado está excluida). Todos son marxistas o socialdemócratas. Suplir esta deficiencia, como alternativa, es
fundamental para que la Doctrina Social de la Iglesia sea la guía para la
acción y para organizar el sistema político-económico que sustituya al
comunista actual.
DEMOCRACIA CRISTIANA 3 27-02-17
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