lunes, 13 de febrero de 2017

Los Obispos huelen a oveja, pero a qué huele el Papa?


Es conocido el pasaje de los Evangelios en el cual Cristo le encarga a Pedro la que será tarea de todos los Papas como pastores de los cristianos: “apacienta a mis ovejas.” Haciendo uso de este lenguaje el Papa Francisco, apenas electo, encomendó a obispos y sacerdotes “ser pastores con olor a oveja”, lo que significa servir "a los pobres, a los cautivos y a los oprimidos y llegar a las periferias, donde el pueblo fiel está más expuesto a la invasión de los de los que quieren saquear su fe.
Los Obispos venezolanos han cumplido con esta misión. Se han identificado con el pueblo cristiano, cuya situación lamentable han venido denunciando reiteradamente. Recientemente la Asamblea Plenaria del Episcopado Venezolano se ha pronunciado con estas palabras: “La actual realidad venezolana es extremadamente crítica. Una gran oscuridad cubre nuestro país. Estamos viviendo situaciones dramáticas. Nunca antes habíamos visto tantos hermanos nuestros hurgar en la basura en búsqueda de comida, el deterioro extremo de la salud pública, la alta desnutrición en los niños, el altísimo índice de inflación con la consecuente pérdida del poder adquisitivo, la corrupción generalizada e impune propiciada particularmente por el control de cambio, el odio y la violencia política, los elevados índices de delincuencia e inseguridad, el pésimo funcionamiento de los servicios públicos, dubujan un oscuro panorama que se agrava cada día que pasa… Esta cultura de muerte en la que estamos sumidos configura un estado acciones y decisiones moralmente inaceptables que descalifica éticamente a quien lo provoca, mantiene o justifica.”
Luego hace el diagnóstico: “La causa fundamental, como lo hemos afirmado en otras ocasiones, es el empeño del Gobierno de imponer el sistema totalitario recogido en el Plan de la Patria (llamado Socialismo del Siglo XXI), a pesar de que el sistema socialista marxista ha fracasado en todos los países en que se ha instaurado, dejando una estela de dolor y pobreza”. Entonces la enfermedad mortal que padece Venezuela se llama COMUNISMO SALVAJE, respecto al cual Monseñor Padrón, presidente de la CEV, dice: “En la historia del país ningún gobierno había hecho sufrir tanto al pueblo.”
Esta condena del COMUNISMO SALVAJE que se nos ha impuesto a los venezolanos se inscribe dentro de la Doctrina Social de la Iglesia, constituyendo el capítulo especial para Venezuela. Entonces no tiene justificación alguna la intervención del Vaticano que la contradice propiciando un diálogo imposible e inaceptable entre comunismo y democracia, entre opresor y oprimido, entre victimario y víctima, entre explotador y explotado. Imposible porque entre ambas partes hay una contradicción irresoluble que impide su coexistencia. Inaceptable por ser inmoral conforme a la doctrina de Cristo y de los doctores de la Iglesia que consagran a la rebelión como un derecho natural contra la tiranía fundado en la dignidad del ser humano.
Evidentemente el Papa Francisco no huele a oveja, por lo menos a oveja venezolana, porque ha favorecido a la tiranía comunista, para mayor desgracia títere de Cuba, en lugar de respaldar firme y decisivamente a los Obispos venezolanos, que sí huelen a oveja y actúan conforme a la Doctrina Social de la Iglesia. El Papa debió ajustar la actitud del Vaticano a los pronunciamientos de la Conferencia Episcopal, y no hacer lo contrario de lo que predica. Manda a oler a oveja y luego se aparta de ellos. Entonces los laicos tenemos derecho a preguntar: ¿a qué huele el Papa?

DEMOCRACIA CRISTIANA 2           13-02-17

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