lunes, 20 de febrero de 2017

Maduro podría ser la próxima baja en la guerra asimétrica


Continuamos el repaso del libro BUMERÁN CHÁVEZ del prestigioso periodista español Emili Blasco (publicado en 2015) en los capítulos relevantes por su actualidad. Hasta ahora ha quedado claro: 1) Que Chávez, por instrucciones de Cuba a la cual servía como títere, declaró a Venezuela en guerra asimétrica contra Estados Unidos usando como arma la droga, una especie de arma química suministrada por los terroristas de las FARC, con la cual los narco-comunistas pretenden envenenar y destruir físicamente a la población de aquel país; 2) Que, no conforme con declarar esta guerra irregular e injusta contra Estados Unidos, formó una alianza con Hezbolá, una organización terrorista sirio-libanesa obediente a Irán, todos también enemigos de Estados Unidos.
Aclaremos: En la guerra asimétrica no existe un frente determinado, ni acciones militares convencionales. Es una guerra sin restricciones, en la cual se utilizan toda clase de armas sin detenerse en consideraciones éticas. Por ejemplo, el uso de las drogas como armas químicas. Y la alianza con terroristas. Al declararle la guerra asimétrica a Estados Unidos con estas armas y con estos aliados, por instrucciones de Cuba, Chávez y después Maduro han expuesto a Venezuela a las represalias del país agredido en ejercicio de su derecho a la legítima defensa. Tengámoslo presente en todo momento. Estos insensatos que nos gobiernan desde 1999 nos han metido en una guerra contra Estados Unidos, sin consultarnos ni avisarnos a los venezolanos y sin que haya habido agresión ni provocación de Estados Unidos. Ojalá Estados Unidos no haga sufrir al pueblo venezolano por la insensatez de los títeres de Cuba.
Hecha la aclaratoria continuemos con la lectura del Capítulo 7: NICOLÁS EN LA GUARIDA DE HEZBOLÁ. Ya vimos el testimonio de Rafael Isea, quien como Ministro de Finanzas integró la delegación que acompañó a Chávez en la visita oficial a Irán efectuada en 2007. Cuenta que hizo escala en Damasco (Siria), donde fue convocado por Nicolás Maduro a su habitación de hotel donde estaba reunido con Hasán Nasralá, jefe del Hezbolá, “uno de los hombres más buscado por Estados Unidos.” En esta reunión se acordó, dice Blasco: a) incorporar a Hezbolá al narcotráfico con destino a Estados Unidos; b) trasportar armas de Venezuela al Líbano para suministrarlas a Hezbolá; y, c) suministrarles pasaportes venezolanos a los miembros de Hezbolá para facilitar su desplazamiento por el mundo entero.
Los informes de inteligencia de Estados Unidos, según Blasco, “confirman la celebración el 22 de agosto de 2010 de una pequeña cumbre de dirigentes del extremismo islámico. En la sede de la inteligencia militar venezolana se reunieron mandos de Hezbolá, Hamás y otros agentes de la yihad. En la cita estaban implicados los embajadores de Siria e Irán en Venezuela. Precisamente el número dos de la diplomacia chavista en Damasco, el libanés naturalizado venezolano Ghazi Nassereddine (o Nasr al Dine) era la persona más prominente de Hezbolá en Venezuela, quien mantenía una estrecha relación con el que fue ministro del Interior desde 2008 hasta 20122, o sea, el actual Vicepresidente Ejecutivo.
Llegado Chávez al poder Ghazi entró a trabajar en la Cancillería. “Captado en su juventud por Hezbolá, supo aprovechar las ventajas de su cargo diplomático para ganar peso dentro de la organización. Un conjunto de comunicaciones internas muestran el papel jugado por él en la facilitación de pasaportes y visados a miembros de Hezbolá. Durante años la embajada de Venezuela en Beirut se vio sujeta a la continua presencia de innumerables ciudadanos libaneses que manifestaban estar recomendados por Ghazi para que se les fuera concedida la visa sin cumplir con los requisitos exigidos.”
Agrega Blasco: “En 2007, meses después de ser designado Ministro de Relaciones Exteriores, Maduro nombró a Ghazi ministro consejero en Beirut. Este era el tiempo en que Maduro se había reunido secretamente con Hasán Nasralá, el supremo líder de Hezbolá, y Ghazi era una pieza clave en el entramado.”
Concluyamos por ahora: si en la guerra asimétrica el agresor no tiene restricciones éticas ni de armas, tampoco las tiene el agredido. Todos son blancos en la guerra asimétrica. Es un infantilismo jugar a ella desde la presidencia contra una superpotencia. Al jugar cuadro cerrado con El Aissami, podría ser Maduro la próxima baja. Ha hecho méritos para ello.


NARCOTIRANÍA COMUNISTA 23    20-02-17



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