Compatriotas:
Reconozcamos que, durante los doscientos años de nuestra historia republicana,
el poder ha sido detentado por una sucesión de oligarquías. Nunca por el
pueblo. Hemos tenido una República Oligárquica. Ya es tiempo de ponerle fin y,
en los umbrales de la sociedad del conocimiento, fundar la República de los
Trabajadores.
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Todo comenzó con los
“mantuanos”. Fue la oligarquía colonial. Por serlo se transformó de monárquica
a republicana. Quería todo el poder para sí en una república oligárquica. No
pudo lograrlo, tal como se lo proponía, por culpa de la guerra que la debilitó,
por lo cual debió pactar con los “pata-en-el-suelo” que se hicieron generales.
Con ellos conformó la
Primera República Oligárquica, que dio inicio a lo que se
convirtió en tradición: el ascenso social a oligarca por vía militar. Para ser
oligarca la vía expedita ha sido siempre hacerse militar. Haciéndose militar el
pobre conquista poder político y, teniéndolo, saquea impunemente a la Nación y a los nacionales.
No es de ahora eso de expropiar es robar. Es, en razón del poder político,
sobre todo cuando se tienen las armas, que robar es expropiar. En este caso el
robo no es robo. Se lo llama expropiación. Los asaltantes del poder no roban.
Expropian hasta el Tesoro Nacional al cual saquean.
Los que quedaron
fuera del reparto de la
Primera República Oligárquica se vistieron de militar e
hicieron la Guerra
Federal. Al ganarla constituyeron la Segunda República
Oligárquica. Si antes el poder estaba reservado a los generales de la
independencia, ahora pertenecía en exclusividad a los generales de la
federación. ¿Y quiénes eran los generales federales? Unos civiles que se
pusieron el uniforme militar para saquear a la Nación valiéndose de las
fuerzas de las armas. El ascenso político-social por vía militar, tan
característicamente venezolano, lo retrató Alejandro Urbaneja Achelpohl en una
novelita suya de hace más de un siglo. La tituló “En este país”. Su personaje
central es un peón de hacienda que se enamora de la hija del dueño, siendo
correspondido por ella. Descubierto el romance el padre de la muchacha, un
oligarca desde luego, reacciona contrariado vista la desigualdad social entre
los enamorados. Entonces se combina con el jefe civil para que reclute al
muchacho y lo mande a servir fuera. El mensaje del novelista está en el
episodio de la muchacha gritándole a su amado: “Pablo, hazte general.” Con
estas palabras está dicho todo. El uniforme te da poder, con poder puedes
saquear, a la Nación
primero, saqueando te haces rico y al hacerte rico como saqueador ingresas a la
oligarquía. Y así fue. Pablo ascendió a oligarca por vía militar.
Los andinos quedaron
al margen. Entonces decidieron alzarse con el lema: “nuevos hombres, nuevos ideales,
nuevos procedimientos.” Ganaron la guerra y fundaron la Tercera República
Oligárquica. Eran nuevos hombres, sin duda, campesinos montañeses, pero su
ideal era el mismo: hacerse oligarca, y su procedimiento idéntico: saquear el
Tesoro Nacional y todo lo que se le pusiera por delante. Llegaron al colmo de
imponer una regla no escrita: para ser presidente sólo se exigían dos
requisitos, ser general y ser andino. Derrocado el último general andino,
advino la Cuarta
República Oligárquica. Es la etapa de la oligarquía
partidista. Los partidos, que habían comenzado muy bien, degeneraron en
oligarquía. Fue su error. Pero aún así hubieran podido mantenerse en el poder.
Los hundió algo que no advirtieron: la oligarquía civil de los políticos rompía
la tradición del ascenso político-social por vía militar. A la oligarquía no se
llegaba por la carrera militar saqueando como antes. A la hora del retiro sólo
se contaba con una pensión. Esta perspectiva disgustó a jóvenes que se habían
metido a militares con la esperanza de hacerse ricos. Para enderezar el rumbo y
volver a las andadas, dieron el golpe fallido del 92 repetido en el 99, esta
vez mediante una constituyente, con la cual fundaron la Quinta República
Oligárquica. Igual que en las tres primeras repúblicas, se trata de una
oligarquía militar con sirvientes civiles, perpetuada en el poder con la
reelección indefinida. Esta nueva oligarquía, llamada boliburguesía, ha
encontrado en el comunismo la justificación ideológica del mayor y más
descarado saqueo de nuestra historia.
En Venezuela nunca ha
mandado el pueblo trabajador. Ha llegado el momento, por el advenimiento de la
sociedad del conocimiento, de poner fin al ciclo de repúblicas oligárquicas y
fundar la República
de los Trabajadores.
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