Para encallejonar a la oposición por la vía electoral, cuyos
resultados fraudulentos exige reconocer desde ahora, la tiranía comunista ha
satanizado a la rebelión popular del 11 de abril de 2002. Lo ha hecho
porque teme una salida así, rupturista
con el pueblo en la calle, a la cual adhieran los militares anticomunistas y
nacionalistas que deben quedar en la FAN. Previéndola
repasemos las lecciones aprendidas de aquellos sucesos.
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El 11 de abril de 2002 no hubo un golpe. Hubo una rebelión
popular. Una muchedumbre jamás vista recorrió las calles de Caracas, sin armas,
y se dirigió a Miraflores para exigir la renuncia de El Tirano. Su antecedente
histórico: el 19 de abril de 1810, guardadas las proporciones de población. El
objetivo era el mismo: la renuncia de El Tirano. Y en ambas ocasiones se
consiguió. Son las dos rebeliones de abril. Lección 1: una tiranía no resiste
una rebelión popular. Lo ha confirmado
la “primavera árabe”.
Aquella rebelión no fue gestada por los partidos. La
engendró la unidad social. Una alianza de clases. La formaban los trabajadores
sindicalizados en la CTV,
los empresarios afiliados a FEDECÁMARAS y los universitarios, tanto estudiantes
como profesores y profesionales, agremiados en sus asociaciones y colegios.
Lección 2: la rebelión popular se gesta en el seno de la sociedad civil, no en
los partidos.
La rebelión popular tuvo por finalidad impedir la
implantación de una tiranía comunista, que ya se venía venir en las primeras
leyes habilitadas, y rechazar la cesión de la soberanía nacional ante Cuba.
Estos objetivos recibieron la adhesión de los militares anticomunistas y
nacionalistas, que entonces eran mayoría, quienes forzaron la renuncia de El
Tirano, negándose a cumplir sus órdenes de cometer un genocidio. La actitud de
los militares anticomunistas y nacionalistas obligó al Alto Mando Militar a
exigir la renuncia de El Tirano. De este modo se repitió lo sucedido en enero
del 58, cuando los militares se sumaron al pueblo. Lección 3: toda rebelión
popular consigue adhesión militar, con mayor razón cuando la motivan el
anticomunismo y el nacionalismo.
Conseguida la renuncia de El Tirano, por la rebelión del
pueblo con la adhesión militar, los empresarios cometieron el gravísimo error
de romper la alianza de clases. Sin acordarse con los trabajadores (CTV-Carlos
Ortega) ni con los universitarios (Colegios), tomaron el poder para sí
constituyendo un gobierno de empresarios, asesorado por sus juristas, expertos
en leyes pero sin criterio político. Por el error imperdonable de los
empresarios todo se vino abajo. Lección 4: el gobierno surgido de una rebelión
popular debe ser consensuado y, en todo caso, presidido por quien merezca la
confianza de los trabajadores.
Al error de la asunción del poder por los empresarios, se
sumó la falta de liderazgo militar. No hubo líder ni plan. Demuestra, por una
parte, que efectivamente no se habían preparado para esta eventualidad, lo que
desmiente la tesis del golpe; y, por la otra, que no había un líder en posición
de mando. Así se explica que haya sido la única vez en la historia nacional que
una rebelión cívico-militar se pierde después de haber tomado el poder. Lección
5: los militares que adhieran a la rebelión popular deben tomar decisiones sin
vacilación. Vacilar es perderse. Retroceder, un suicidio.
No hubo liderazgo militar, pero tampoco lo hubo político.
Triunfante la rebelión popular, era el momento para que el liderazgo político
tomara el control de la calle. En lugar
de hacer esto, los políticos se fueron a
Miraflores para participar en maniobras palaciegas. Nadie convocó al
pueblo a la calle el día 12. Entonces se
hubiese triplicado la asistencia del día anterior. Con tres millones de
personas en la calle habría sido imposible el regreso de El Tirano. Lección 6:
caída la tiranía, hay que mantener el pueblo en la calle hasta que se organice,
estabilice y consolide el gobierno surgido de la rebelión popular.
El abandono de la calle el día 12 trajo por consecuencia la
reacción de los comunistas el 13. Entonces tampoco hubo quien la enfrentara,
llamando al pueblo a la calle para resistir y derrotar el contragolpe. Todos
salieron corriendo a esconderse. Este espectáculo fue fatal. Acabó con el
encanto de la gesta, viniéndose abajo la moral de lucha. Lección 7: Los que
asuman el gobierno surgido de una rebelión jamás deben huir, sino resistir y
hasta morir con las botas puestas si es necesario.
La más importante lección vigente: sería estúpido descartar
la vía alterna de la rebelión cívico-militar, cuando la vía electoral sea un
callejón sin salida por el ventajismo y el fraude.
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