lunes, 12 de marzo de 2012

¿Páez, Gómez ó López?


 Compatriotas: La historia de Venezuela enseña que el vacío de poder, causado por la enfermedad de un presidente, se llena desde adentro del régimen cuando la oposición, por debilidad o error estratégico, deja que así sea. Veamos los antecedentes históricos y la posibilidad de que se repitan.
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Era independiente Venezuela cuando Bolívar tomó la decisión inconsulta, porque no fue votada por el pueblo, de ceder la soberanía nacional para constituir la República de Colombia. Esto no gustó a los venezolanos. Menos aún que la capital fuese Bogotá, y no Caracas. Todavía más, que los mandara un colombiano, Santander, porque Bolívar no se ocupaba de gobernar. Y, sin embargo, pretendía seguir en el cargo (continuismo) para toda la vida (presidencia vitalicia). Pero se le atravesó algo imprevisto: la tuberculosis que lo llevaría a la tumba. Entonces el descontento acumulado de los venezolanos aprovechó el vacío de poder causado por la ausencia y la enfermedad.

La reacción contra el gobierno de Bogotá y al final contra Bolívar se conoce como “La Cosiata”. La dirigió Páez mezclando el pleito por la sucesión con la bandera patriótica de rescate de la soberanía nacional y la oferta democrática de alternancia en el poder, muy atractiva para jefes militares y líderes civiles. Contando con su apoyo, que garantizaba la unidad nacional, Páez convocó el Congreso Constituyente que refundó la República y estableció la no-reelección inmediata del presidente. 

Hagamos el paralelo con la situación que estamos viviendo. El Tirano tomó la decisión inconsulta, porque no ha sido consultada al pueblo, de ceder la soberanía nacional uniendo de hecho a Venezuela con Cuba, en condiciones de subordinación. La sede del gobierno está en La Habana, capital de la llamada “Patria Grande”. Desde allí los hermanos Castro intervienen en los asuntos internos de Venezuela, disponiendo de su renta petrolera para su beneficio directo y para regalarla a terceros (Petro-Caribe). Al mismo tiempo, bajo la guía y protección de Cuba, El Tirano se convierte en presidente vitalicio mediante la reelección indefinida. Surge entonces un imprevisto: el cáncer. Evidentemente están dadas las condiciones para otra “Cosiata”. El problema es que no hay un Páez a la vista. En el ala militar del régimen, de donde podría salir, no se ve uno con liderazgo propio y suficiente hombría como para encabezar la reacción, aplicando la misma estrategia: convocar a la unidad nacional para el rescate de la soberanía rompiendo con Cuba, para refundar la República en un Congreso Constituyente y para acabar con el continuismo estableciendo la no-reelección.

Distinto fue el caso de Gómez. Era vicepresidente cuando enfermó Cipriano Castro, quien viajó a Alemania para ser tratado de su enfermedad y luego regresar. Gómez aprovechó la ocasión para tomar el poder. Contó con el apoyo de todos los poderes públicos y también de la oposición, la que se integró a un gobierno de unidad nacional con el compromiso de mantener el principio de no-reelección. Para que se repita lo que hizo Gómez se requiere: un vicepresidente con indiscutible liderazgo político y militar, que no es el caso actual, y un enfermo impedido de presentarse a tiempo para abortar la conspiración, lo que tampoco es el caso. No hay, pues, la posibilidad de un Gómez. De todos modos, por este antecedente El Tirano no ha encargado de la presidencia al vicepresidente, pero lo ha mantenido en el cargo para que se neutralice con el presidente de la Asamblea Nacional. Uno frena al otro.

Todo conduce a un López Contreras, quien esperó pacientemente la muerte de Gómez para tomar el poder, desbaratando la pretensión dinástica de la familia del difunto e iniciando así la transición a lo que se conoce como post-gomecismo: libertad relativa bajo tutela militar. Con la única diferencia de que, para lograrlo, otro López Contreras necesitará respaldo de calle que sólo conseguiría con un gobierno de unidad nacional.  El problema radica en cuánto dure el enfermo, porque una enfermedad larga agota a un país y el estrés puede provocar la explosión hasta de un pueblo paciente.

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