Compatriotas: La historia de Venezuela enseña que el vacío
de poder, causado por la enfermedad de un presidente, se llena desde adentro
del régimen cuando la oposición, por debilidad o error estratégico, deja que
así sea. Veamos los antecedentes históricos y la posibilidad de que se repitan.
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Era independiente Venezuela cuando Bolívar tomó la decisión
inconsulta, porque no fue votada por el pueblo, de ceder la soberanía nacional
para constituir la República
de Colombia. Esto no gustó a los venezolanos. Menos aún que la capital fuese
Bogotá, y no Caracas. Todavía más, que los mandara un colombiano, Santander,
porque Bolívar no se ocupaba de gobernar. Y, sin embargo, pretendía seguir en
el cargo (continuismo) para toda la vida (presidencia vitalicia). Pero se le
atravesó algo imprevisto: la tuberculosis que lo llevaría a la tumba. Entonces
el descontento acumulado de los venezolanos aprovechó el vacío de poder causado
por la ausencia y la enfermedad.
La reacción contra el gobierno de Bogotá y al final contra
Bolívar se conoce como “La
Cosiata”. La dirigió Páez mezclando el pleito por la sucesión
con la bandera patriótica de rescate de la soberanía nacional y la oferta
democrática de alternancia en el poder, muy atractiva para jefes militares y
líderes civiles. Contando con su apoyo, que garantizaba la unidad nacional,
Páez convocó el Congreso Constituyente que refundó la República y estableció
la no-reelección inmediata del presidente.
Hagamos el paralelo con la situación que estamos viviendo.
El Tirano tomó la decisión inconsulta, porque no ha sido consultada al pueblo,
de ceder la soberanía nacional uniendo de hecho a Venezuela con Cuba, en
condiciones de subordinación. La sede del gobierno está en La Habana, capital de la
llamada “Patria Grande”. Desde allí los hermanos Castro intervienen en los
asuntos internos de Venezuela, disponiendo de su renta petrolera para su
beneficio directo y para regalarla a terceros (Petro-Caribe). Al mismo tiempo,
bajo la guía y protección de Cuba, El Tirano se convierte en presidente
vitalicio mediante la reelección indefinida. Surge entonces un imprevisto: el
cáncer. Evidentemente están dadas las condiciones para otra “Cosiata”. El
problema es que no hay un Páez a la vista. En el ala militar del régimen, de
donde podría salir, no se ve uno con liderazgo propio y suficiente hombría como
para encabezar la reacción, aplicando la misma estrategia: convocar a la unidad
nacional para el rescate de la soberanía rompiendo con Cuba, para refundar la República en un Congreso
Constituyente y para acabar con el continuismo estableciendo la no-reelección.
Distinto fue el caso de Gómez. Era vicepresidente cuando
enfermó Cipriano Castro, quien viajó a Alemania para ser tratado de su
enfermedad y luego regresar. Gómez aprovechó la ocasión para tomar el poder.
Contó con el apoyo de todos los poderes públicos y también de la oposición, la
que se integró a un gobierno de unidad nacional con el compromiso de mantener
el principio de no-reelección. Para que se repita lo que hizo Gómez se
requiere: un vicepresidente con indiscutible liderazgo político y militar, que
no es el caso actual, y un enfermo impedido de presentarse a tiempo para
abortar la conspiración, lo que tampoco es el caso. No hay, pues, la posibilidad
de un Gómez. De todos modos, por este antecedente El Tirano no ha encargado de
la presidencia al vicepresidente, pero lo ha mantenido en el cargo para que se
neutralice con el presidente de la Asamblea Nacional.
Uno frena al otro.
Todo conduce a un López Contreras, quien esperó
pacientemente la muerte de Gómez para tomar el poder, desbaratando la
pretensión dinástica de la familia del difunto e iniciando así la transición a
lo que se conoce como post-gomecismo: libertad relativa bajo tutela militar.
Con la única diferencia de que, para lograrlo, otro López Contreras necesitará
respaldo de calle que sólo conseguiría con un gobierno de unidad nacional. El problema radica en cuánto dure el enfermo,
porque una enfermedad larga agota a un país y el estrés puede provocar la
explosión hasta de un pueblo paciente.
Excelente artículo..
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