Estos acontecimientos dan mayor
vigencia a mi consejo de que nos preparemos para la transición. La experiencia
de 2002 nos obliga a tener claras las ideas de lo que debe hacerse para el
éxito. Y lo primero saber cómo estructurar el gobierno de transición. Es obvio
que en cualquiera de las dos vías:
1.- El Presidente de la República
y, por tanto, presidente del gobierno de transición, debe ser un civil por dos
razones: a) los militares están impedidos por la Constitución para ejercer el
cargo; y, b) si lo asume un militar será considerado un golpe militar por la
comunidad internacional.
2.- Ya hay un civil juramentado y
reconocido por la OEA, la UE y 60 países como Presidente de la República. Es el
ciudadano Juan Guaidó. Poner a otro es, primero, perder un tiempo precioso
solicitando el reconocimiento internacional y, segundo, exponernos al fracaso y
todo se venga abajo si no se consigue.
Con Guaidó tenemos la ventaja de
que se trata de instalar al PRESIDENTE LEGÍTIMO en su cargo, lo cual hace del
acto de fuerza (sea rebelión militar o intervención extranjera) en CONTRAGOLPE
CONSTITUCIONAL fundamentado en el Art. 333 de la Constitución.
Advierto que no soy amigo de
Guaidó. Ni siquiera lo conozco personalmente, de trato y comunicación. Aún más,
considero que no lo ha hecho bien hasta ahora. Pero no podemos cambiar de
caballo a mitad del río. Consejo sencillo que me dieron en mi pueblo cuando
muchacho. Apartemos la pasión y pensemos con mente fría.
Este artículo y los siguientes
sobre el Gobierno de Transición es una invitación a reflexionar y tener las
ideas claras para que no se repitan los sucesos de 2002, único caso en la
historia nacional de que una rebelión cívico-militar que ha tomado el poder lo
pierde. A ninguna de las anteriores le sucedió y a la que viene no debe
sucederle.
Jesús Antonio Petit Da Costa
GOBIERNO DE TRANSICIÓN 2A 27-04-20
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