jueves, 13 de diciembre de 2012

Liberación Nacional y No-Reelección (8) La inconstitucionalidad de la presidencia trashumante y sin rostro



La situación planteada de un presidente escondido en un país extranjero, es la mayor contribución de Venezuela al derecho constitucional: una presidencia trashumante y sin rostro. Sólo un pueblo que ha perdido la vergüenza, con su oposición a la cabeza, tolera esta humillación que nos ha convertido en el hazmerreir del mundo entero.

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Como se supone que Venezuela es una república se proclama que la soberanía reside en el pueblo. Pero no es así. Reside en El Tirano, quien usurpa la soberanía popular al manipular, con ventajismo y fraude, todas las elecciones valiéndose de su instrumento, el CNE, que a tal fin está integrado por cuatro servidoras suyas y un quinto escogido por él, en violación flagrante de la Constitución. Es un CNE inconstitucional, que INFECTA DE INCONSTITUCIONALIDAD al régimen en todas sus instituciones comenzando por la presidencia.

Este CNE inconstitucional, encargado de administrar el fraude, admitió la postulación inconstitucional de El Tirano quien, en ejercicio de las atribuciones que le fueron conferidas por una ley habilitante inconstitucional, se inhabilitó como inelegible por haberse conferido inconstitucionalmente el grado militar supremo de Comandante en Jefe, que lo convirtió en militar activo. Por añadidura El Tirano venía arrastrando el antecedente de que inconstitucionalmente dio por aprobada una enmienda de la Constitución que ya le había sido negada como reforma en un referéndum de pocos días atrás. Esta enmienda que establece la reelección indefinida, no sólo es inconstitucional por la forma, sino por el fondo evidentemente inconstitucional, ya que está en contradicción con el principio republicano por excelencia: el gobierno alternativo o la alternancia en el poder.

Reelecto inconstitucionalmente El Tirano se ausentó inconstitucionalmente del país, ya que no presentó el informe médico que justificara el permiso: ¿de qué está enfermo, porqué debe ser tratado en el extranjero y no en Venezuela, si no está enfermo porqué se va? Además de ausentarse inconstitucionalmente, El Tirano no entregó el cargo a quien debe suplir su falta, inconstitucionalidad agravada por el hecho de que estuvo desaparecido, suponiéndose que estaba escondido en Cuba. ¿Hay algo más inconstitucional que una república sin presidente en funciones y algo más vergonzoso dentro de lo inconstitucional que un presidente escondido en un país extranjero?

El escondite en Cuba es el colofón de la más vergonzosa de todas las inconstitucionalidades: la sumisión a Cuba con un gobierno títere, tan títere que no deja gobernante en Venezuela sino que la presidencia va y viene de Cuba, transformándose en trashumante. Y durante los días que estuvo desaparecido, Venezuela tuvo un presidente sin rostro. Un fantasma en la presidencia. Esto, señores, es la inconstitucionalidad más detestable, inaceptable e inadmisible porque nos humilló a los venezolanos, convirtiéndonos en el hazmerreir del mundo.

Después de habernos humillado, haciéndonos aparecer como un pueblo sinvergüenza, El Tirano regresa, sin desvelar el secreto de su viaje, a terminar de humillarnos completando su obra de inconstitucionalidad suprema, la que comenzó en el 99 cuando convocó inconstitucionalmente una Constituyente, que también inconstitucionalmente secuestró todos los poderes públicos y los puso bajo su control, estableciendo la tiranía. La Constituyente terminó la demolición inconstitucional declarando inconstitucionalmente aprobada una Constitución, que es por consiguiente “de facto”. Habiéndose acostumbrado, pues, El Tirano a jugar a la inconstitucionalidad, ya fastidiado de su propia Constitución ha decidido consumar otra inconstitucionalidad más grande. Se trata del Estado Comunal, nombre que le ha dado al inconstitucional Estado Comunista que fuera rechazado por el pueblo en 2007. Será sin duda el paroxismo de la inconstitucionalidad.

Ya está bueno. ¿Hasta dónde vamos a ser sinvergüenzas? Hemos llegado a la situación límite, peor que la que obligó al general De Gaulle a actuar para salvar a Francia, lo que justificó con estas palabras: “Yo no tomé el poder, lo levanté del suelo adonde había caído.”

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