Compatriotas: El ala pactista de la oposición, integrada al sistema, la cual viene cohabitando con la tiranía comunista, se ha unido para concentrar sus votos en las primarias. Toca ahora a los del ala rupturista, unirse y polarizar con un discurso antisistema para concentrar los votos de los que están por la confrontación con la tiranía y, tomado el poder, desmontarla haciendo un cambio radical y profundo.
--------------------------------------------------------------------------------------
Veamos lo primero: unirse. ¿Cabe esperar que se unan los precandidatos rupturistas o antisistema para que haya uno solo, declinando los demás a su favor, cuando han declarado que están decididos a contarse yendo hasta lo último? Si no se unen, perderán la oportunidad de erigirse en líderes de la oposición anti-sistema. ¿Qué ganarán con contarse cada uno por separado? Nada, en absoluto. Conocerán la derrota, corriendo el riesgo de que, por su magnitud, queden descalificados para la asunción de un rol fundamental en los acontecimientos futuros. ¿Cuáles serán estos acontecimientos? Hay dos seguros: el fraude electoral, que hace política y matemáticamente imposible para la oposición ganar la elección presidencial en las actuales condiciones, y el vacío de poder por la falta absoluta de El Tirano. En ambos el liderazgo rupturista, sostenido en el apoyo popular conseguido, podría, aún perdiendo en las primarias, asumir la conducción del país pasando por encima del candidato pactista. Si hay unión, saldrá de las primarias un liderazgo rupturista, que llenará un vacío inmenso existente en la actualidad, el cual cambiaría el juego político al crear una alternativa al pactismo dentro de la oposición. En adelante el pactismo no tendría el monopolio del liderazgo de la oposición. Y, no sólo eso, los pactistas serán desplazados si aceptan el fraude o negocian la sucesión con el ala fascista de la tiranía a cambio de cuotas de poder. Lo sensato e inteligente es que haya un solo precandidato del ala rupturista o antisistema en contrapartida a un solo precandidato del ala pactista.
Vamos a lo segundo. Unidos provocarían la polarización. Sería evidente entonces para los electores que hay dos alas de la oposición, cada una con su candidato. Se los pondría a escoger, no entre varios nombres, sino entre estas dos alas. ¿Cómo provocar la polarización entre ellas? No atacando al candidato de la otra ala, sino confrontando con El Tirano. La confrontación con El Tirano provocaría, por vía indirecta, la polarización con el candidato pactista. La clave está, como se ha demostrado, en el discurso y el mensaje. Un discurso directo y franco, llamando las cosas por su nombre, que marque la diferencia con el discurso de la reconciliación y de la cohabitación. Un mensaje convincente de cambio radical y profundo, no sólo del sistema político sino de la economía y la sociedad. No se trata de un cambio de gobierno por lo demás inviable mientras los comunistas tengan el control político y económico. No, se trata de un cambio de sistema. Aún perdiendo, siempre que con la unión se haya demostrado fuerza, quedaría el impacto del discurso y el mensaje, que se mantendría vivo porque serán decisivos cuando se presenten los acontecimientos que vendrán: el fraude electoral y el vacío de poder.
Ahora lo tercero. Unión y polarización conducirán a la concentración de los votos, consolidando una fuerza. La fuerza de la mayoría silenciosa, cuya voz ha sido ahogada hasta ahora por el ala pactista que se ha presentado como la única opción. Generalmente la gente se expresa así: “No me gusta el candidato ni me entusiasta, pero voto por él porque no hay otro.” Pues, hay que ponerle el otro en las primarias para que salga de allí con el liderazgo de todos los que no se sienten representados ni interpretados por el pactismo.
Finalmente la polarización entre pactistas o pro-sistema y rupturistas o antisistema, obligaría a los partidos tradicionales a definirse. La mejor opción para ellos es reforzar el ala rupturista, supliéndole su mayor deficiencia: no tener una maquinaria partidista.
--------------------------------------------------------------------------------------
Veamos lo primero: unirse. ¿Cabe esperar que se unan los precandidatos rupturistas o antisistema para que haya uno solo, declinando los demás a su favor, cuando han declarado que están decididos a contarse yendo hasta lo último? Si no se unen, perderán la oportunidad de erigirse en líderes de la oposición anti-sistema. ¿Qué ganarán con contarse cada uno por separado? Nada, en absoluto. Conocerán la derrota, corriendo el riesgo de que, por su magnitud, queden descalificados para la asunción de un rol fundamental en los acontecimientos futuros. ¿Cuáles serán estos acontecimientos? Hay dos seguros: el fraude electoral, que hace política y matemáticamente imposible para la oposición ganar la elección presidencial en las actuales condiciones, y el vacío de poder por la falta absoluta de El Tirano. En ambos el liderazgo rupturista, sostenido en el apoyo popular conseguido, podría, aún perdiendo en las primarias, asumir la conducción del país pasando por encima del candidato pactista. Si hay unión, saldrá de las primarias un liderazgo rupturista, que llenará un vacío inmenso existente en la actualidad, el cual cambiaría el juego político al crear una alternativa al pactismo dentro de la oposición. En adelante el pactismo no tendría el monopolio del liderazgo de la oposición. Y, no sólo eso, los pactistas serán desplazados si aceptan el fraude o negocian la sucesión con el ala fascista de la tiranía a cambio de cuotas de poder. Lo sensato e inteligente es que haya un solo precandidato del ala rupturista o antisistema en contrapartida a un solo precandidato del ala pactista.
Vamos a lo segundo. Unidos provocarían la polarización. Sería evidente entonces para los electores que hay dos alas de la oposición, cada una con su candidato. Se los pondría a escoger, no entre varios nombres, sino entre estas dos alas. ¿Cómo provocar la polarización entre ellas? No atacando al candidato de la otra ala, sino confrontando con El Tirano. La confrontación con El Tirano provocaría, por vía indirecta, la polarización con el candidato pactista. La clave está, como se ha demostrado, en el discurso y el mensaje. Un discurso directo y franco, llamando las cosas por su nombre, que marque la diferencia con el discurso de la reconciliación y de la cohabitación. Un mensaje convincente de cambio radical y profundo, no sólo del sistema político sino de la economía y la sociedad. No se trata de un cambio de gobierno por lo demás inviable mientras los comunistas tengan el control político y económico. No, se trata de un cambio de sistema. Aún perdiendo, siempre que con la unión se haya demostrado fuerza, quedaría el impacto del discurso y el mensaje, que se mantendría vivo porque serán decisivos cuando se presenten los acontecimientos que vendrán: el fraude electoral y el vacío de poder.
Ahora lo tercero. Unión y polarización conducirán a la concentración de los votos, consolidando una fuerza. La fuerza de la mayoría silenciosa, cuya voz ha sido ahogada hasta ahora por el ala pactista que se ha presentado como la única opción. Generalmente la gente se expresa así: “No me gusta el candidato ni me entusiasta, pero voto por él porque no hay otro.” Pues, hay que ponerle el otro en las primarias para que salga de allí con el liderazgo de todos los que no se sienten representados ni interpretados por el pactismo.
Finalmente la polarización entre pactistas o pro-sistema y rupturistas o antisistema, obligaría a los partidos tradicionales a definirse. La mejor opción para ellos es reforzar el ala rupturista, supliéndole su mayor deficiencia: no tener una maquinaria partidista.
No hay comentarios:
Publicar un comentario