Informa EL NACIONAL que, según el INE (del cual sabemos que maquilla las estadísticas a favor del gobierno), los trabajadores informales (que no tienen un trabajo decente, tal como lo denomina la OIT) forman el 44,8% de la población activa (apta para el trabajo), estimada en 12,6 millones. Si el INE reconoce esta cifra, podemos deducir que la informalidad sobrepasa el 50% del mercado de trabajo, por lo cual deben exceder los 6 millones los que están al margen de la ley laboral, en condiciones de sub-empleo o desempleo encubierto. Más de la mitad de ellos son buhoneros.
Según las mismas cifras oficiales (que, repito, maquillan la realidad) el desempleo abierto se sitúa en 9%. Si lo sumamos a lo anterior nos da 53,8% de desempleo, en el cálculo más optimista. Esto significa que el desempleo es realmente el primer problema social del país. No se refleja así en las encuestas porque el gobierno se ha encargado de destruir la moral del venezolano, que se conforma con el rebusque y el subsidio. Lo ha ido acostumbrando a la pobreza, a cambio de no trabajar. Las llamadas MISIONES no son más que cruzadas de destrucción de la moral de los trabajadores para quebrantar su espíritu de lucha y su vocación por el estudio y el trabajo.
La construcción del comunismo tiene en el mercado de trabajo estas dos caras: por una parte, la progresiva desaparición de la empresa privada con el objeto de eliminar el empresariado como clase y de acabar con los trabajadores independientes del gobierno, que sólo pueden serlo cuando tienen un empleo privado; y, por la otra, destruir la moral de los trabajadores, como ya he dicho, con las MISIONES, que sustituyen la educación de calidad por el facilismo y la piratería, el esfuerzo por el regalo y el trabajo decente por la limosna y el rebusque.
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