miércoles, 30 de noviembre de 2011

Hoja Ruta: 5/ La fuerza de choque del comunismo


Compatriotas: Pueblo somos todos los venezolanos honrados y trabajadores. El lumpem, llamado así por Marx, no es pueblo sino lo contrario. Precisamente por ser anti-pueblo, el lumpem es ahora en Venezuela la fuerza de choque del comunismo contra el pueblo. La forman los degenerados, agrupados en tres categorías: los malandros, los vivianes y los gamberros. Veamos quiénes son. 

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Lumpem es una palabra alemana que significa andrajoso. La usó con desprecio Marx para calificar a los individuos degradados y desclasados, que desarrollan actividades al margen de la ley. En uno de sus libros dijo que el lumpem estaba formado por degenerados y aventureros, vagabundos, saltimbanquis, carteristas y rateros, vagos y maleantes. En el Manifiesto Comunista dijo del lumpem que es el “producto pasivo de la putrefacción de las capas más bajas de la vieja sociedad.”

En los tiempos de Marx el lumpem era usado sólo para la revuelta callejera, puesto que no tenía derecho a voto, el cual estaba restringido a los propietarios con alta renta (voto censatario). Advenido con la democracia el voto universal para favorecer la participación política de los trabajadores, tuvo el lumpem la oportunidad de colearse y así, no sólo tener poder en la calle, sino además, por añadidura, un peso específico en las elecciones. Para reclutar su voto apareció el “populismo”, denominación moderna de la antigua demagogia. Al populismo y el lumpem los une un contrato verbal de compra-venta del voto, al que se le llama “clientelismo.” Fue habitual en la vieja democracia venezolana. Ahora, en el comunismo el lumpem, no sólo vota, sino constituye la fuerza de choque que tiene el comunismo para actuar en la calle.

No se imaginó Marx que habría en el siglo XXI un sistema comunista sustentado, no en los trabajadores, sino en los militares como dueños del poder político y en el lumpem como determinante del poder social. Y menos aún que ambos, militares y lumpem, serían instrumentos de una nueva burguesía, u oligarquía comunista, la que los utiliza para defender sus privilegios, el primero de los cuales es el saqueo descarado y grosero de la Nación, lo que significa robar a los trabajadores su patrimonio impunemente, condenándolos a pasar necesidades mayores en el futuro. La oligarquía comunista, por su naturaleza de secta destructiva (F. Delgado), ha creado un clima de degeneración moral que explica porqué el lumpem ha desplazado al pueblo como actor político. Se trata evidentemente de una degeneración del comunismo, por lo cual resulta apropiado sustituir entre nosotros la palabra lumpem por la castiza degenerado: “de condición mental y moral anormal o depravada, que no corresponden a las virtudes de sus mayores o a las que ellos tuvieron en otros tiempos.” Veamos cuáles son las categorías de degenerados que sirven al comunismo.

Primero están los malandros o malhechores. Ninguno es de oposición. Todos son partidarios del gobierno, al cual prestan el servicio de sembrar el terror entre los ciudadanos para ahuyentarlos de las calles e inducirlos a irse del país. A cambio reciben impunidad. Incluye a los delincuentes comunes: secuestradores, asesinos y asaltantes. También los terroristas, que son los delincuentes políticos organizados en bandas armadas. Ejercen la autoridad en las zonas urbanas que llaman territorio liberado. Se agregan los cuerpos para-militares, que imitando a los nazis desfilan en los actos políticos. Siguen los invasores de inmuebles, que son ladrones con licencia. Completan este grupo los narcotraficantes, constituidos en brigada del comunismo encargada de minar a Estados Unidos con las drogas.

La segunda categoría la forman los vivianes. Son los vagos o sin oficio que militan en el partido de gobierno. A ellos se refirió decepcionado el difunto Müller.  No son trabajadores, puesto que no trabajan. Son mantenidos que andan cazando cómo apropiarse del dinero público inventando cooperativas o bancas comunales. Los viejos matan el tiempo hostilizando en las “esquinas calientes.”

La última categoría la integran los “gamberros”. Es una palabra española apropiada para designar a los que, en ejercicio de la autoridad, se divierten causándoles molestias y perjuicios a los que trabajan honestamente. No se conforman con implantar el comunismo, sino que además lo hacen jodiendo. Se levantan de la cama pensando a quien le van a amargar la vida hoy. No pueden ver a nadie trabajando porque enseguida le caen encima. El gamberrismo es el estilo de este gobierno. Tanto que sin exagerar podemos decir que tenemos un gobierno de gamberros.

Un comunismo sostenido por este lumpem de degenerados, no sólo tiene pies de barro, sino todo él está envilecido. Es lodo que se volverá polvo cuando el pueblo salga a la calle. Llegará el momento.

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