Cuando la clase dirigente dudaba sobre declarar la independencia de Venezuela, el joven Simón Bolívar exclamó ante la Sociedad Patriótica: “¿300 años de dominación colonial, no bastan?”. Hagamos nuestras sus palabras para persuadir a los venezolanos de sustituir el sistema presidencial porque ha sido funesto para nosotros, ya que sólo ha engendrado tiranías como está probado por la historia nacional. E imitando a Bolívar exclamemos: “200 años de fracasos por culpa del sistema presidencial, el mayor de ellos estos últimos 22 años en los cuales hemos perdido hasta la soberanía y la dignidad nacional, no bastan para descartarlo a fin de tener la posibilidad de construir la República del Bienestar, tal como los europeos han disfrutado del Estado de Bienestar durante más de 75 años con el sistema parlamentario?”
Estemos claro: fue un error mayúsculo de la vieja democracia insistir en el sistema presidencial, por lo cual el ensayo de República Civil terminó en un solemne y ruidoso fracaso, ya que le dejó hecho el traje institucional a la tiranía castro-chavista, que apenas se tomó el trabajo de ponérselo, haciéndole unos retoques al mismo que antes se habían puesto todos los dictadores: los Monagas, Guzmán, Crespo, Andrade, Castro, Gómez y Pérez Jiménez. Mantener, pues, el sistema presidencial sería insistir en el error con las mismas consecuencias. No habrá República del Bienestar sin Estado Democrático de Derecho y no habrá Estado Democrático de Derecho que dure si no sustituimos el sistema presidencial por el sistema parlamentario, porque en Venezuela el sistema presidencial está infectado del virus del caudillismo y la tiranía, un virus mortal para la libertad y el bienestar y hasta para la soberanía como lo hemos visto en estos 22 años.
Las condiciones son más favorables ahora que nunca antes en nuestra historia para la implantación del sistema parlamentario a la caída de la narcotiranía castro-chavista. Lo son por el VACÍO DE LIDERAZGO existente. No hay ahora mismo caudillos civiles ni militares. El único peligro estará si algún personaje joven se proyecta a la caída de Maduro, sobre todo si ha sido decisivo en su derrocamiento, porque tal vez contraiga, por su edad, la misma enfermedad de nuestros políticos que ha sido la desgracia de Venezuela: no pensar ni actuar como estadistas, sino anteponer siempre su vocación de poder con pretensión continuista de caudillo.
El enrumbamiento institucional de Venezuela hacia el bienestar comenzará cuando sustituyamos el fracasado sistema presidencial por el exitoso sistema parlamentario, integrante del Estado Democrático de Derecho que ha sido columna del Estado de Bienestar en Europa durante 75 años. En los mismos años en que el sistema presidencial ha demostrado ser inservible para tener democracia, bienestar y hasta soberanía en Venezuela.
petitdacosta@gmail.com
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