Los que en el pasado fuimos miembros de un movimiento
de resistencia clandestina contra una tiranía sabemos que, para serlo, se
necesita reunir dos condiciones fundamentales: idealismo y valentía. La
resistencia clandestina es, ante todo, una comunidad de idealistas, que sueñan
con transformar la sociedad en que viven. Y por este ideal están dispuestos a
sacrificar hasta la vida, lo que exige valentía en grado sumo. Sin idealismo no
hay espíritu de sacrificio. Y sin valentía no hay disposición a jugarse hasta
la vida. El idealismo sin valentía es estéril. La valentía sin idealismo es
desperdicio.
No tuve la suerte de conocer y tratar al Comisario
General Oscar Pérez. Pero, desde lejos, lo admiré, porque pude apreciar que era
idealista y valiente. No me importan sus defectos, porque todos los humanos
somos imperfectos. Lo que importa es que demostró en su corta trayectoria vital
que lo movía un ideal: poner fin a la narcotiranía servil a Cuba que nos oprime,
para que haya democracia y honestidad. Y que para lograrlo se jugó la vida, sin
ambición de poder político y económico. Hombres como él son los más peligrosos
para las tiranías. Y por serlo no podían perdonarle la vida. Lo masacraron como
masacran los malvados a su antítesis que más odian: el idealista valiente.
Al despedirlo resalto su legado. Aparte de mostrarnos
el camino: la resistencia clandestina, tal como se practicó en Francia durante
la ocupación alemana y como la hicimos en Venezuela durante la anterior
dictadura, nunca el colaboracionismo de la MUD, nos deja un mensaje claro. Este
es el mensaje: hay en las fuerzas armadas, tanto militares como policiales,
gente idealista y valiente como él, que están contra la narcotiranía que nos ha
impuesto Cuba. No los vemos porque no tenemos ojos para ver, ni oídos para oir.
Los colaboracionistas se han encargado de tapar ojos y oídos al pueblo,
exclamando contra la intervención militar con el pretexto de que terminarían
montando otra dictadura. Es sólo su mecanismo de defensa porque los
colaboracionistas saben que si hay una rebelión cívico-militar salen Maduro y
su pandilla, pero también ellos que caen en el basurero de la historia.
El mensaje del Comisario Oscar Pérez, mártir de la
resistencia clandestina contra la narcotiranía, es sencillo: hay militares y
policías patriotas y decentes que también están contra la narcotiranía servil a
Cuba. Los destinatarios del mensaje somos nosotros, los civiles patriotas, anti-comunistas
y anti-colaboracionistas.
REFLEXIONES 124 16-01-18
Triste como somos. Estábamos pidiendo por una muestra de que quedaba gente con calibre e idealismo institucional en las fuerzas de seguridad del Estado y cuando uno dio un paso al frente, y se reveló ante lo que vivimos, poniendo en práctica los valores que le inculcaton, nos buramos y lo desdeñamos acusándolo de "trapo rojo", "montaje" o "show". Hemos perdido el sentido de los valores de honor e hidalguía y, cuando los tenemos en frente, ya no los reconocemos. QDEP
ResponderEliminar