jueves, 27 de julio de 2017

La garantía contra la tiranía y la traición a la patria


Somos vasallos de la monarquía comunista cubana, que nos gobierna desde La Habana, donde dicta las órdenes que cumple el gobierno títere que tiene en Caracas presidido por el lacayo Maduro, el cual está bajo la dirección y vigilancia de los agentes cubanos destacados aquí. Para garantizar el cumplimiento de estas órdenes se encuentran en Venezuela no menos  de 15.000 soldados cubanos, según el secretario general de la OEA, el Honorable Dr. Luis Almagro, y hasta 100.000 según el General Antonio Rivero, cuya palabra merece crédito. Somos entonces un país ocupado por el imperio, que en nuestro caso es Cuba. Hemos retrocedido, pues, a la situación del país al inicio de 1810. Un retroceso de 107 años.
Somos un pueblo humillado, el único de América Latina sin soberanía por estar bajo el gobierno de otro. Estamos obligados a vengar esta humillación para limpiar nuestra honra mancillada. Los traidores deberán pagar por su traición para que sirva de escarmiento. Un escarmiento apropiado a lo que ha sido la mayor traición a la patria (la GRAN TRAICIÓN) y la mayor humillación a pueblo alguno que registra la historia universal: la entrega de un país a otro sin disparar un tiro. Y para mayor agravante: de un país grande a uno pequeño, de uno rico a otro arruinado. Una traición imperdonable. Además incomprensible, tanto que con acierto algunos la han llamado “vasallaje contranatura”, porque va contra la naturaleza de las cosas: es lógico que sea el país grande y rico el que someta al país pequeño y arruinado, y no al revés. Venezuela debió someter a Cuba condicionando su sostenimiento económico. Además de traición, se trata de la mayor estupidez geopolítica.
La pregunta clave: ¿es porqué la FAN, garante de la soberanía nacional, ha permitido, tolerado y apoyado esta traición? Por la respuesta sabremos qué hacer para que no se repita en el futuro, después que hayamos recuperado la soberanía y con ella la democracia. Recordemos que, durante los 40 años de democracia, los mandos militares nunca se prestaron a la traición a la patria. Fueron celosos en extremo en velar por la soberanía nacional. Tal el caso de la propuesta de arreglo del diferendo territorial con Colombia  en el Golfo de Venezuela (hipótesis de Caraballeda), rechazada por ellos, por lo cual el gobierno de turno la descartó.
¿Qué diferencia hay entre aquellos militares y los que se han prestado a la entrega de la soberanía a Cuba? Hay varias. Comencemos por la primera. El ascenso a los altos mandos militares requería entonces de la autorización del Senado de la República. Esto garantizaba, entre otras cosas, el pluralismo político en el seno de la FAN, antídoto contra la tiranía y más aún contra la traición a la patria. Contra la tiranía porque la FAN no pertenecía al Comandante en Jefe, que apenas duraba cinco años en el cargo, ni a su partido, sino a la República. Contra la traición porque los mandos militares tenían contactos políticos directos a los cuales alertar oportunamente para actuar en el Congreso.
Cuando los infiltrados de Cuba, que eso eran, tomaron el poder, a la cabeza Chávez, eliminaron la participación del Congreso en los ascensos militares con el pretexto de la intromisión partidista, cuando fueron ellos los que transformaron la FAN en partido comunista armado con el nombre ilegítimo de FANB, reservando los ascensos exclusivamente al Comandante en Jefe, quien es un títere de Cuba. Es lógico que esta circunstancia sea determinante para la valoración de los aspirantes.
Aprendimos en esta etapa desgraciada de nuestra historia que la autorización de los ascensos de los altos mandos militares por el Congreso es una garantía contra la traición a la patria y contra la tiranía. Apenas recuperemos la soberanía y la democracia debemos volver a incluirla en la Constitución. Los militares mismos deben entender que, no habiendo sido ellos por sí mismos capaces de impedir la traición a la patria y la tiranía de su Comandante en Jefe, hay que restablecer, en resguardo de su honor y en defensa de la soberanía de la República, la intervención del poder civil mediante la autorización parlamentaria para los ascensos a los altos mandos militares. 


NARCOTIRANÍA COMUNISTA 32                    27-07-17


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