Venezuela es un país cristiano, mayoritariamente
católico. Se estima que los cristianos formamos el 90% de la población,
repartida así: 78% católicos, 10% protestantes o evangélicos y 2% fieles de
otras religiones cristianas. Entonces procede la pregunta: ¿porqué el país es
gobernado por una tiranía comunista? Esta es una pregunta clave, sobre todo en
estos tiempos cuando, por contraste, todos los países musulmanes tienen
gobiernos musulmanes. Y ninguno comunista.
Para entenderlo comencemos por decir que fue a fines
del siglo XIX cuando la Iglesia Católica se interesó por la suerte de los
oprimidos. Lo hizo cuando apareció el comunismo fundamentalmente ateo. Se
encontró entonces con que la prédica del comunismo contra el capitalismo salvaje
y a favor de los trabajadores venía vinculada con el ateísmo. El comunismo
acusó a la Iglesia de enseñarles a ellos a no rebelarse sino ser sumisos ante
sus explotadores. Y que la sumisión iba implícita en la promesa de la felicidad
en el otro mundo a cambio de aceptar pasivamente la pobreza como un sacrificio
impuesto por Dios. La campaña contra la Iglesia la condensó Marx en la frase:
“la religión es el opio del pueblo.”
Al tomar conciencia del peligro que representaba el
comunismo para la Iglesia porque unía la reivindicación de los trabajadores con
al ateísmo, el Papa León XIII retomó la doctrina del Cristo radical que aparece
en los evangelios y planteó la llamada “cuestión social” en su famosa Encíclica
Rerum Novarum, dando inicio a la Doctrina Social de la Iglesia, con la cual la
jerarquía eclesiástica baja del altar para identificarse con el sufrimiento del
pueblo cristiano, oprimido y explotado, y así consagrar la “justicia social”
como su misión humana.
En la primera mitad del siglo XX el comunismo tomó el
poder en Rusia, un país cristiano pero no católico sino ortodoxo.
Inmediatamente después el fascismo, que no predicaba el ateísmo pero sí
practicaba la injusticia social se
apodera de Italia, el país más católico de Europa, donde reside el Papa. A
continuación el nazismo se apodera de Alemania, un país cristiano pero
luterano, con el pretexto de combatir el comunismo. La Iglesia Católica se vio
sometida a fuego cruzado: de un lado los comunistas propagando el ateísmo y del
otro los nazifascistas persiguiendo las disidencias cristianas.
En esta terrible época la Iglesia aprendió que su
Doctrina Social sería apenas un ejercicio teórico sin ninguna repercusión en la
sociedad, sino se la convertía en el fundamento doctrinario de partidos políticos
comprometidos. Bajo la sagaz dirección del Papa Pío XII la jerarquía
eclesiástica de Europa se dedicó a la formación de un liderazgo político
demócrata-cristiano, captando a los laicos en los centros católicos de
enseñanza. El éxito de esta estrategia se comprobó cuando al término de la
Segunda Guerra Mundial el gobierno de Alemania fue demócrata cristiano
presidido por Adenauer. Igualmente en Italia el gobierno era demócrata
cristiano presidido por De Gasperi. Así
los dos países que fueron líderes del nazi-fascismo pasaron a ser bastiones de
la Doctrina Social de la Iglesia. Y como tales organizaron y financiaron la
Internacional Demócrata Cristiana, que es la unión de todos los partidos
demócratas cristianos del mundo, y el Partido Popular Europeo, que es la suma
de todos los partidos demócratas cristianos de Europa.
En la misma época en que se formaron los europeos lo
hicieron los escogidos para el liderazgo en América Latina: Rafael Caldera de
Venezuela y Eduardo Frei de Chile, quienes fundaron los respectivos partidos
demócratas cristianos en sus países. No
por mera coincidencia la etapa dorada de la democracia cristiana en América
Latina fue también la etapa dorada de la democracia representativa. Y no por
mera coincidencia la decadencia de la democracia cristiana en América Latina ha
sido también la etapa más oscura de su historia contemporánea, en la cual el
dominio absoluto lo ha tenido el comunismo cubano por medio de la Internacional
Narco-Comunista de América (Foro de Sao Paulo). Por ello vale la pena examinar
la relación causal entre ambos fenómenos y conectarla con la realidad de la
Iglesia en la presente hora.
DEMOCRACIA CRISTIANA I 30-01-17
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