Liberación Nacional y No-Reelección (62)
Ya quedó claro que a “la salida es la calle” sólo falta
completarla organizando urgentemente una vanguardia para transitar con éxito la
ruta a otro 23 de enero, que es el objetivo
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Los “colaboracionistas” se caracterizan porque: (1)
Cohabitan con la tiranía comunista haciéndose parte del sistema a nivel de los
estados y de los municipios (algunos han sido empleados públicos durante los 15
años), a pesar de que saben que colaboran así, como funcionarios, con un
gobierno títere de Cuba, incurso por tanto en traición a la patria, y al
hacerlo colaboran con la implantación del comunismo en Venezuela facilitándole
una careta democrática; (2) Legitiman la tiranía comunista participando
incondicionalmente en elecciones fraudulentas, cuyos resultados reconocen sin
cuestionarlos o simulando que lo cuestionan mediante recursos judiciales que
sirven a la tiranía al colaborar en darle la apariencia de separación de
poderes ante la comunidad internacional; y, (3) Renuncian a toda otra forma de
lucha distinta a la electoral allanándole así el camino al comunismo al
asegurarle a la tiranía la pasividad de la población. El pretexto de los
colaboracionistas es que en las otras formas de lucha, u “oposición de calle”,
hay el riesgo de perder la vida. Hasta en meterle miedo a la gente colaboran
los colaboracionistas.
El instrumento de los “colaboracionistas” es la MUD. Si la
hubiera inventado el difunto, no le habría prestado mejor servicio. Fue
constituida para legitimar las elecciones fraudulentas. Y cumplió, sin duda, su
objeto. Ahora pretende continuar prestando el mismo servicio pero el colapso
general del país, no sólo económico, por la inviabilidad del comunismo y por la
carga insoportable de sostener a Cuba y financiar a la Internacional Comunista
(Foro de Sao Paulo), empobrece constante e irremediablemente a los venezolanos,
por lo cual se hace imperativo y urgente buscarle una salida cuanto antes a la
situación, distinta a la electoral, ya que esto no puede esperar. Cobra así
vigencia la “oposición de calle” con el objetivo claro de otro 23 de enero
(alianza cívico-militar). Para alcanzarlo no sólo es inútil la MUD, sino que se
ha convertido en el obstáculo principal.
Consciente de que crece el clamor por una “oposición de calle”
que conduzca a otro 23 de enero, única salida viable con antecedente de éxito,
López la asumió separándose del colaboracionismo del cual participaba. La
respuesta de la tiranía fue inmediata: represión criminal contra los
manifestantes y prisión del disidente del “colaboracionismo.” La tiranía
comunista no acepta disidencia del “colaboracionismo”, porque la disidencia
atenta contra su estabilidad. Los “colaboracionistas” son su sostén. Ahora
López está sometido a la prueba de fuego: demostrar que efectivamente es un
disidente convencido de que la salida está en la calle y no que se trata de una
postura oportunista para arrebatarle la candidatura a Capriles, lo que
evidentemente ya consiguió. Capriles perdió candidatura y jefatura, por cierto
bastante disminuida. De hecho López tiene ambas en este momento, pero por un
plazo breve. Puesto que no hay elección presidencial este año ser candidato
natural no le sirve de nada. Sólo le queda consolidarse como jefe de la
oposición (entiéndase popular o de masas), pero sí es sincero y consecuente en
la disidencia resumida en la frase: “la salida es la calle”, a lo cual
agregaremos: “el objetivo es otro 23 de enero.” Si López se devuelve o titubea
perderá la jefatura que ha tomado. Será jefe por ocho días. Entenderemos
entonces que su intención no fue romper con el colaboracionismo sino erigirse
en su jefe sustituyendo a Capriles con una maniobra oportunista.
Demostrado que “la salida está en la calle” por ser el
sentimiento mayoritario, ya las cosas no serán igual que antes aunque López se
quede en el camino. La “oposición de calle” es un sentimiento colectivo que
sólo necesita intérpretes para convertirse en rebelión popular. López lo ha
puesto en evidencia, como también que sólo falta organizar una vanguardia para que
se convierta en la fuerza decisiva. Supongamos que López no dé el paso
definitivo, que apenas ha dado el primero, se abrirá de nuevo el vacío de
liderazgo. Hay dos que se asoman, pero no se atreven a romper las ataduras que
los unen al colaboracionismo. No importa. Vendrán otros, porque el espacio para
el liderazgo que conduzca a otro 23 de enero se irá ampliando en la medida en
que el colapso se vaya profundizando, porque lo peor no ha llegado. Está en
camino.
Como no hay mal que por bien no venga, quedó clara la ruta a
otro 23 de enero. No importa el baqueano. El que se cansa, pierde. Y el que se
devuelve también.
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