Liberación Nacional y No-Reelección (18)
Murió El Tirano pero, ratificando su sometimiento a la
monarquía comunista cubana, deja un legado infame: un gobiernito títere de Cuba
que nace tarado.
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Primera tara: la voluntad monárquica de El Tirano.
Así como la monarquía comunista cubana resolvió la sucesión
de Fidel Castro, mediante la imposición de su voluntad, también El Tirano,
enterado de su fin próximo, hizo un paréntesis en su ausencia del país para
imponer a Nicolás Maduro, violando flagrantemente el Art. 67 de la Constitución:
“los candidatos a cargos de elección popular serán seleccionados en elecciones
internas con participación de sus integrantes.” No hubo asamblea o convención.
Ni siquiera deliberación de la directiva. Simplemente El Tirano impuso su
voluntad monárquica.
Segunda tara: la imposición de Cuba (violación Art. 1 Const.
“Venezuela es irrevocablemente libre e independiente..”).
Fue la monarquía comunista cubana la que escogió a Maduro.
Ya había probado su servilismo. Todo el mundo se sorprendió por su nombramiento
de Ministro de Relaciones Exteriores porque carecía de credenciales para el
cargo. No le hacía falta: la política internacional de Venezuela es dirigida
por Cuba, siendo Maduro apenas su vocero. Un hombre así, que se ha prestado a
eso, es el adecuado para que Cuba siga mandando en Venezuela hasta lograr la
fusión en la Confederación Vene-Cuba, el sueño de Fidel.
Tercera tara: el secreto cubano de la enfermedad (fraude
constitucional).
Los venezolanos nunca supimos cuál era la enfermedad de El
Tirano. Ni sabemos de qué murió. Es un secreto cubano, no compartido con sus
súbditos de la colonia, cuya obligación era autorizar la salida del país
cuantas veces se antojase sin derecho a preguntar. Así los cubanos pudieron
arreglar la sucesión, sin participación de los venezolanos, que se limitaron a
cumplir sus órdenes.
Cuarta tara: el período de prueba (fraude constitucional).
Aún con sus antecedentes de servilismo a Cuba, la monarquía
comunista cubana sometió a Maduro a un período de prueba. No hubo, por este motivo,
declaración de falta temporal antes del 10 de enero, ni de falta absoluta desde
esta fecha. Su prueba de fuego fue el fraude constitucional en su máxima
expresión: simular que el moribundo, después difunto, seguía gobernando y le
daba órdenes, le agarraba la mano y firmaba documentos, cuando en verdad el que
gobernaba era Raúl Castro. Al resultar aprobado con máxima calificación, se
anunció la muerte del que había fallecido hacía tiempo.
La quinta tara: la sucesión inconstitucional.
El plan cubano era montar la farsa del juramento. Intentaron
hacerlo a puertas cerradas. Sólo así podía prestar juramento un moribundo o ya
difunto. Y logrado ésto, copiar de nuevo su firma para designar en propiedad
Vicepresidente a Maduro. No pudieron. Entonces inventaron que Maduro sea
presidente encargado a lo mero macho, pasando por encima de la Constitución, en
virtud de la cual la situación se retrotrae al 10 de enero porque nunca hubo
juramento. Aplicando un viejo proverbio
entre abogados, podemos decir: esa marramucia es derecho cubano. Cualquiera que
lo interprete así es abogado cubano. Tribunal que acoja esta tesis es, sin
duda, un tribunal cubano.
Tenemos, pues, como herencia del difunto: un gobiernito
títere de Cuba, con una tara de inconstitucionalidad flagrante, un fraude
constitucional agravado y continuado y sobre todo con una tara moral
insalvable, la traición a la patria. Pero como no hay crimen perfecto a Maduro
se le presenta otro obstáculo constitucional. La Constitución prevé la reelección
del que ya es presidente, porque para ser reelecto hay que haber sido electo.
El que no ha sido electo, no puede aspirar a la reelección porque no ejerce el
cargo por elección. Este impedimento de inelegibilidad tiene su explicación: en
Venezuela había sido eliminada la vicepresidencia por el riesgo de que su
titular conspire contra el presidente para sucederlo, provocando incluso su
muerte. Fue lo que malició Gómez de su hijo vicepresidente. Se comprende que El
Tirano haya restablecido el cargo sometido a dos condiciones: libre
nombramiento y remoción para sacarlo apenas tuviese sospechas e inelegibilidad
para el período siguiente, a fin de cortarle las alas. En consecuencia, Maduro
debe renunciar como presidente encargado para poder postularse a presidente
titular, y entonces si fuere electo puede aspirar a ser reelecto.
Además, si no renuncia previamente Maduro está inhabilitado
por ser militar activo, ya que la ley orgánica respectiva le confiere el grado
máximo de Comandante en Jefe, con uso de uniforme e insignias. Imagínenlo
vestido de gala militar. Sería el remate bufo de esta farsa.
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