miércoles, 30 de marzo de 2011

Aprendizaje con los libios

No hay tiranía que resista la rebelión de los jóvenes, con los universitarios a la cabeza. El fin de la tiranía la decreta la juventud cuando se inmola por la libertad. El joven que se prendió fuego en Túnez incendió todas las tiranías árabes. Coserse los labios va por el mismo camino.
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Hemos aprendido, con los libios en particular y con los árabes en general, que la vanguardia de la lucha contra la tiranía la forman los jóvenes. Cuando la juventud conmueve el alma colectiva, la tiranía empieza a derrumbarse hasta llegar a la implosión.
Hemos aprendido, con los libios, que el armamento que los tiranos compran a rusos, chinos, bielorrusos y a cuanto traficante de armas hay en el mundo, es absolutamente inútil para guerrear contra Estados Unidos y las demás potencias occidentales. Eso de prepararse para una invasión del imperio es un cuento chino. Convencido de ello Gadafi no los ha enfrentado ni en el aire ni en el mar. Sus aviones han sido destruidos en tierra, sus bases aéreas inutilizadas, sus barcos hundidos, sus bases navales aniquiladas, sus tanques vueltos chatarra. Gadafi sabía que así sucedería porque es militar. ¿Entonces porqué los tiranos gastan miles de millones de dólares en armamentos? La respuesta está a continuación.
Hemos aprendido, con los libios, que los tiranos compran armamento, no para combatir una invasión extranjera, sino para masacrar al pueblo si se rebela. Gadafi no ha librado una batalla aérea, ni tampoco naval. Ni él ni sus subalternos han tenido un gesto heroico, ni han realizado una hazaña que merezca admiración. En cambio, sus tropas han asediado a las ciudades rebeldes con su artillería y ha entrado en ellas con su infantería sin detenerse en consideración humanitaria, matando a los alzados en las calles y en sus casas y a los heridos en los hospitales. Está comprobado que las armas que los tiranos compran son ARMAS PARA EL GENOCIDIO.
Hemos aprendido, con los libios, que los tiranos, cuando pasan de doce años mandando, se inventan un Poder Popular, con unas comunas y unos consejos comunales o populares, que les sirvan de fuerza civil privada para acorralar a sus opositores en su lugar de residencia. Así lo hizo Gadafi, también Fidel y ahora lo pretenden sus imitadores. Pero estos consejos comunales se sumaron a la rebelión popular. En todas las ciudades libias, del este y del oeste, los miembros de los consejos comunales se pasaron a la rebelión. Gadafi ha tenido que reconquistarlas a sangre y fuego.
Hemos aprendido, con los libios, que todos los tiranos desconfían de los militares profesionales. Y con razón. Los militares profesionales se sumaron a la rebelión popular en Egipto. Igual lo hicieron en Túnez. Y ahora lo están haciendo en Yemen. Muchos militares libios se negaron a bombardear a los rebeldes. Son numerosos los que están dirigiendo la rebelión ahora. El militar golpista sabe que no hay peor cuña que la del mismo palo. Por ello los tiranos crean su ejército paralelo, poniéndolo por encima del regular. Lo forman los mercenarios que organizan en milicias. Al frente de estos mercenarios colocan a sus perros de presa, elevados sin mérito al grado máximo. Pero aún de estos desconfían. Por ello, con los hijos ya crecidos, Gadafi los ha puesto al frente de los milicianos para que cuiden la herencia.
Hemos aprendido, con los libios, que la comunidad internacional reacciona cuando los tiranos, usando a sus mercenarios, cometen genocidio contra el pueblo en rebelión.  Y con su intervención favorece a los rebeldes, haciendo imposible la continuación de la tiranía. Para el genocida sólo queda esta opción: la cárcel o el suicidio, a menos que pacte a tiempo la entrega del poder.
Hemos aprendido, con los libios, que cuánto más dura una tiranía más cuesta salir de ella, sobre todo si es comunista o socialista. Una tiranía socialista de 42 años, como la de Libia, termina en una guerra civil con intervención extranjera. Una tiranía comunista de 52 años, como la de Cuba, es tan pétrea que la gente sólo ve una salida: la muerte natural del tirano, que por cierto se ha demorado demasiado.
A los 12 años debería costar mucho menos salir de una tiranía. Tal como en Túnez y Egipto, con gente en la calle y sin guerra. Pero nada se consigue en política, como en la vida, si no se intenta.

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