En la calle estamos ganando la
batalla, falta sólo para la victoria definitiva subir la apuesta y dar el
contragolpe constitucional que ordena el 333 de la Constitución
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Le estamos ganando a Cuba y su
títere Maduro la batalla decisiva, no sólo para Venezuela sino para América
Latina, desde el día en que el pueblo tomó la calle. Ha quedado demostrado que
“la salida está en la calle”. Y que perdimos tres años con la bobería de la
“salida pacífica y electoral.”
Probado que la calle es nuestro
escenario favorable para ganar la batalla, no podemos abandonarla. Hay que
permanecer en ella, porque será en ella donde alcanzaremos la victoria definitiva.
No hay alternativa a la calle. No caigamos en las celadas colaboracionistas
como las elecciones regionales. Los caídos en las calles no lo han hecho para
que los políticos sean gobernadores y alcaldes, se sigan llenando mientras el
pueblo pasa hambre y muere de mengua. La gente ha puesto los muertos por
Venezuela, por su bienestar personal y el futuro de sus hijos, lo que requiere
un cambio político y de sistema que comenzará si Maduro entrega ya el cargo que
usurpa desde el 9 de enero. La gente no se sacrifica por los políticos. Se
sacrifica por Venezuela, donde vive y se propone seguir viviendo, y por su familia.
Ahora le toca a los políticos
lavarse la cara de colaboracionistas, interesados en cargos para disfrute
personal, dando el contragolpe constitucional que les ordena el Art. 333 de la
Constitución. Roto el orden constitucional, como lo declaró la AN en octubre
acusando a Maduro de auto-golpe, en el cual reincidió con las sentencias
155/156 del TSJ, procede actuar de este modo: “En tal eventualidad, todo
ciudadano investido o no de autoridad, tendrá el deber de colaborar en el restablecimiento
de su efectiva vigencia”.
¿Cómo se restablece la vigencia
efectiva de la Constitución?
Ante todo removiendo de sus
cargos a los golpistas sin fórmula de juicio. Es absurdo atenerse a una
constitucionalidad inexistente. Si no existe orden constitucional, todas las medidas
que se tomen son de excepción precisamente para restablecerlo. Y cuando se haya
restablecido el orden constitucional, será cuando rija para los actos
sucesivos.
En el caso de Maduro no hace
falta removerlo porque el 9 de enero la AN declaró su falta absoluta por
abandono del cargo. A partir de esta fecha la presidencia está acéfala o
vacante constitucionamente, siendo Maduro un usurpador. Le correspondería al
Vice ejercerla. Para impedirlo la AN debe removerlo conforme al 333 por haber
participado en el autogolpe de Maduro. No es la remoción por causas administrativas,
sino por haber participado en la ruptura del orden constitucional. Aquí repito:
para restablecer la vigencia de la Constitución no hay procedimiento
establecido. El fin justifica los medios.
Removido el Vice, a quién
corresponde asumir la presidencia interinamente hasta tanto se celebre la
elección presidencial prevista en 30 días? Es la oportunidad para que Julio
Borges se lave la cara de colaboracionista que tiene con fundada razón. Es su
chance de ser presidente así sea por 30 días. ¿Se atreverá a dar el contragolpe
constitucional que lo beneficiaría de este modo? Yo no lo creo, visto sus
antecedentes, pero ya sabemos que en la lucha por el poder rige el proverbio:
“a las puertas del cielo, primero yo que mi padre.” ¿Propondría a otro? Menos lo
creo, porque le sobra ambición. Hasta su partido es su propiedad privada.
Al dar el contragolpe
constitucional (que afectaría también al TSJ y por consiguiente al CNE), la AN
recibiría el apoyo masivo y entusiasta del pueblo venezolano volcado a la calle
en todas las ciudades y pueblos y provocaría sin más demora la aplicación de la
Carta Democrática de América ante la existencia de dos gobiernos paralelos,
colocándonos los demócratas en la posición más ventajosa para que la salida de la
situación sea la reinstitucionalización del país comenzando por la elección de
un nuevo presidente.
Si los políticos no se atreven a
dar el contragolpe constitucional, perderán definitivamente el autobús que conduce
al poder. Lo conducirán otros hacia la estación
Larrazábal II aprovechando que el
pasaje llamado pueblo en la calle sólo acepta como destino la salida de Maduro
como sea.
Liberación Nacional y
No-Reeleción (211)
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