Compatriotas: El fin de El Tirano ya se da por seguro. La
enfermedad avanza inexorable. El vacío de poder se hace cada vez más evidente.
¿Quién se atreverá a llenarlo? Pronto los frenos se relajarán. Hay una regla
universalmente aceptada: “no hay vacío de poder que no se llene.”
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En el sistema republicano la ausencia del Presidente de la República, llamada
también acefalía, se resuelve por medios institucionales activando el mecanismo
de sustitución o sucesión previsto en la Constitución. En
las tiranías, más cuando se trata de una tiranía comunista, no sucede lo mismo.
La acefalía produce un vacío de poder debido a que el tirano lo concentra en su
persona y basa su liderazgo en el culto a la personalidad. Al faltar el tirano
se resquebrajan las dos columnas que sostienen a la tiranía: el totalitarismo
(concentración de poder) y el mesianismo (culto a la personalidad).
En la tiranía el vacío de poder se puede producir
abruptamente por la muerte, desaparición o ACV que cause la invalidez absoluta
del tirano. Pero también se puede producir gradualmente por distintas causas.
Una de ellas, el debilitamiento político de la autoridad del tirano. Puede ser
la consecuencia de una enfermedad o accidente que lo vaya incapacitando
progresivamente. Con mayor razón si se trata de una enfermedad mortal de la
cual se deriva certeza respecto a su fin próximo. La enfermedad no sólo mina el
cuerpo, sino socava el liderazgo. Al socavarlo, entran en pugna por la sucesión
distintos grupos del entorno presidencial que velan alrededor del lecho del
enfermo, pendientes de su agravamiento. Se produce una lucha palaciega de la
cual se deriva un equilibrio frágil e inestable en el gobierno. Otra evidencia
más del “vacío de poder”, a la cual se puede agregar, para profundizarla, el
fortalecimiento de un grupo hasta entonces sometido que emerja amenazando la
continuidad del disfrute del poder por la camarilla. Entonces hay una
confrontación adentro y otra hacia afuera.
Pongámosle nombre a lo dicho para mejor entendimiento. El
Tirano sufre de cáncer. Ha ocultado el diagnóstico de los médicos. Sólo tiene
una explicación: su expectativa de vida es corta. Se refuerza por el fracaso de
la quimioterapia y por la tercera operación. En conocimiento de estas
perspectivas el ala militar o fascista de la tiranía dio un paso para colocarse
en la línea de sucesión. Ha desplazado al ala civil o comunista. Pero ésta aún
cuenta con el apoyo de Cuba, importante para las luchas intestinas. Hay, pues,
un equilibrio frágil e inestable en las alturas del poder, que no se ha roto
porque El Tirano mantiene el suspenso. Pero no podrá mantenerlo más tiempo.
Alguien dará el paso para su sustitución. Hasta ahora le ha funcionado el miedo
a un paso en falso. Para sembrar el miedo las jaurías ladran: “cuidado con el
que le toque siquiera un dedo, no le quedará un hueso sano.” Cuando se aflojen
los frenos, no habrá ladrido que valga. Pero el equilibrio es frágil e
inestable no sólo por las pugnas intestinas del gobierno, sino porque la
oposición tiene candidato pero no un líder consolidado. Lo único que une a la
oposición es salir de El Tirano. Y si la enfermedad lo saca del juego, qué la
unirá? Recordemos que hay dentro de la oposición dos visiones estratégicas
diferentes: pactar con el enemigo o romper con el enemigo. Sólo la prioridad de
salir de El Tirano los ha unido, pero si desaparece de la escena política
aflorarán las diferencias?
El vacío de poder es en política lo que un agujero negro en
el espacio: atrae con fuerza irresistible a todo el que ambiciona poder. Esta
situación de ingravidez, de estar flotando en el vacío, no puede mantenerse
mucho tiempo. Alguien dará el primer paso y romperá el equilibrio frágil.
Alguien hará cumplir la ley de gravedad: lo que sube, cae. Y la ley suprema de
la política: no hay vacío que no se llene.
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