Hace nueve meses Juan Guaidó asumió como Encargado de
la Presidencia de la República con este encargo: 1) Cese de la usurpación; 2)
Gobierno de transición; y 3) Elecciones libres. Transcurridos nueve meses
podemos decir, por ser coincidente biológicamente con la maternidad, que “se le murió el muchacho en la barriga.”
Lo demuestra que Maduro sigue allí, a pesar de que
existen todas las condiciones objetivas y subjetivas en su contra. Las primeras
se resumen en colapso de la economía y crisis humanitaria. Las segundas en un
hecho evidente: Maduro no tiene pueblo. Lo repudian, por lo menos, 8 de cada 10
venezolanos, por cuyo motivo ha tenido que convertirse en tirano sostenido por
bandas de delincuentes uniformados y enmascarados.
En esta situación debió haber caído en estos nueve
meses. La única explicación de no haya sucedido así es que, si bien no tiene
pueblo, tampoco tiene oposición en contra. Guaidó no ha cumplido este rol, no
obstante de que las circunstancias le favorecían. No entendió que existe
oposición a una tiranía cuando hay un movimiento insurreccional político-social
con el objetivo de derrocarla. Su inexistencia es causa fundamental de que Maduro,
sin pueblo y en medio de una pavorosa situación que ha degenerado en crisis humanitaria,
se mantenga en el poder.
Una insurrección popular puede hacerse sin armas. Hay
varios ejemplos en el mundo. Valga entre nosotros el ejemplo de 1958 cuando,
sin haber desastre económico, la tiranía fue vencida por la insurrección
popular, dirigido el pueblo como un ejército civil. Sucedió así porque hubo
líderes que tuvieron claro que contra una tiranía sólo cabe la insurrección, la
cual debe organizarse adaptada a las circunstancias.
A Guaidó se le “murió el muchacho en la barriga” por
atarse a los desacreditados partidos políticos colaboracionistas, a pesar de
que desde un principio ellos se negaron a juramentarlo como Presidente
Encargado. No asumió el liderazgo de la sociedad civil, la única que ha hecho
oposición de verdad. Y la cual se ve ahora en la necesidad de engendrar en su
seno (con seguridad lo hará) el movimiento insurrecional que llene el vacío que
nos deja la ilusión perdida, el muchacho que se le murió a Guaidó en la barriga.
TRANSICIÓN 11
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