La usurpación es un acto de fuerza que se
combate con la fuerza, porque contra la fuerza sólo cabe la fuerza. Precisamente
a usar la fuerza contra la fuerza estamos obligados todos los
ciudadanos cuando hay usurpación de la Presidencia de la República. Así lo
dispone el Art. 333 de la Constitución: “si dejare de observarse por acto de
fuerza”, en “tal eventualidad, todo ciudadano investido o no de autoridad,
tendrá el deber de colaborar en el restablecimiento de su efectiva vigencia.” O
sea, todos debemos colaborar para vencer con la fuerza al acto de fuerza. Pero
el mayor obligado es el Encargado de la Presidencia de la República al cual se
le ha encomendado expresamente el “cese de la usurpación”, por cuyo motivo
tiene accidentalmente la jefatura del movimiento destinado a restablecer la
vigencia efectiva de la Constitución de este modo.
¿Qué debió haber hecho Guaidó para
cumplir con su deber de cesar la usurpación de Maduro? Debió organizar el
ejército constitucional para ejercer la fuerza contra la fuerza. ¿Cuál
ejército? El ala civil primero y el ala militar después, hasta que ambas
confluyeran en una acción cívico-militar como en 1958. ¿Quiénes constituirían
el ala civil del ejército constitucional? Están disponibles 20 millones de
venezolanos que viven todavía en el país. Constituyen el 80% de la población
que estamos contra Maduro y su narcotiranía. Los hubiera reclutado selectiva y
progresivamente para la acción. Y los hubiera organizado, poniéndolos bajo la
dirección de un comando. Exactamente como lo hizo la resistencia francesa
contra la ocupación alemana y la resistencia clandestina venezolana contra la
anterior tiranía.
Agreguemos el ala civil en el extranjero
con los 5 millones de emigrantes venezolanos, que debieron ser organizados para
estas tareas: 1) Prestar apoyo logístico al ejército civil interior; 2) Servir
de propagandistas de la causa en el extranjero; y, 3) Entrenar cuadros para que
refuercen al ejército civil interior e ingresarlos al territorio nacional.
Contra un ejército civil de esta magnitud
no habría fuerza militar que pudiera derrotarlo; por el contrario, terminaría
sumándosele la mayoría de los militares formando el ala militar del ejército
constitucional. Victoria asegurada contra el usurpador.
Guaidó fracasó por no haber asumido el
rol de Comandante en Jefe del Ejército Constitucional contra la usurpación. ¿Lo
intentará a última hora? Ya es tarde para él porque en contra suya tiene la
desconfianza por el temor de todos a ser traicionados con una voltereta de
diálogo y arreglo con Maduro, inducido por las malas compañías de políticos
colaboracionistas causantes de su perdición.
Pero la rueda de la fortuna política que
lo favoreció, premiándolo con la oportunidad que desperdició, sigue dando
vuelta.
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