Sostengo lo siguiente: 1)
Venezuela es un fracaso político que ha culminado en desastre total,
consecuencia lógica de dos siglos de persistencia en errores fundamentales como
el diseño constitucional; 2) El primero de estos errores fundamentales en el
diseño constitucional radica en el sistema de gobierno, porque en los hechos ha
sido la sustitución de la monarquía absoluta de la Colonia por la presidencia
imperial, que caracteriza el “cesarismo”, modalidad monárquica de la etapa
republicana; 3) En virtud del “cesarismo” el Jefe del Estado no encarna ni
representa la unidad nacional, comportándose como un tirano que excluye y
persigue a sus opositores; 4) Que, en consecuencia, en Venezuela el sistema presidencial
es incompatible con la democracia, por tener un origen bastardo generado en la
inversión de las funciones: desde el principio el Comandante Supremo de la
Fuerza Armada era, por serlo, el Jefe del Estado y Jefe del Gobierno, y no al
revés, creándose una deformación institucional, al extremo de transformarse el
presidencial en un sistema cuartelero, como vimos en Chávez y vemos en Maduro,
quien se comporta como un sargento sin uniforme.
Sostengo que fue uno de los
mayores errores de la etapa democrática (1958-1999) no haber cambiado el
sistema presidencial por su incompatibilidad con la democracia en Venezuela,
probado que ha sido el propio de las tiranías. No conforme con este error los
líderes políticos reforzaron y ampliaron el cesarismo cuando convirtieron al
Presidente de la República en dueño del petróleo y de la industria petrolera,
al conferirle la atribución de nombrar y remover libremente a la directiva de
PDVSA y disponer así de la renta petrolera como si fuera suya propia. Es la
mayor regresión histórica porque significó la reinstauración del
patrimonialismo característico de la monarquía absoluta de la Colonia.
El patrimonialismo es la
condición del ejercicio del poder que le hace suponer a su detentador la
propiedad de los bienes, servicios y personas asignados a su cargo. Al
convertir al Presidente de la República en dueño de PDVSA, puesto que lo es el
que cambia libremente a sus directivos y dispone sobre su administración,
restableció el patrimonialismo disfrazado de nacionalización, porque lo hizo
dueño del país al serlo de su única fuente de poder económico.
Este error gravísimo fue la causa
del naufragio de la República, porque atrajo a todos los bandoleros al asalto
del poder viéndolo como un botín para su codicia insaciable. A una presidencia
imperial, incompatible con la democracia por ser el sistema propio de las
tiranías cuarteleras, le agregaron el “patrimonialismo” que ya subyacía en el
cesarismo, haciéndola así incompatible con la honestidad. Una presidencia
diseñada para una banda de ladrones con su jefe a la cabeza, constituye una
tentación irresistible para pasar por encima de la ley.
Hay que acabar con el sistema
presidencial, cambiando radicalmente el diseño constitucional, si queremos
tener una democracia honesta.
CONSTITUCIÓN POLÍTICA 5 18-04-18
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