Cuando vayamos a redactar la nueva Constitución debemos
comenzar por el reconocimiento sincero de que Venezuela ha sido hasta ahora un
fracaso total. Y partiendo de esta confesión íntima examinar las causas del
fracaso para poder construir el éxito envidiable que será la Venezuela del
futuro.
Reconozcamos que Venezuela es un fracaso político. Lo
prueba que dos siglos después de su independencia de España la hayamos perdido,
para mayor vergüenza no ante un gran imperio, sino ante una isla arruinada como
es Cuba, sin disparar un tiro, por algo insólito e inimaginable: la traición a
la patria de civiles y militares que debían defenderla. La dimensión de este
fracaso político se mide por el hecho de que somos el único país de América
bajo el dominio de otro país, y para mayor humillación arrodillado ante uno de
los más pobres y miserables, lo cual demuestra que hemos descendido a lo más
bajo que se puede descender políticamente. Lavar esta deshonra exige un
escarmiento que se recuerde por generaciones. Impedir que se repita deberá ser
la primera previsión constitucional. Siguiendo el ejemplo de los libertadores
encabezados por Bolívar debemos pensar seriamente en la pena de muerte o, por
lo menos, en la prisión perpetua.
Venezuela es también un fracaso político porque la
sucesión de dictaduras ha tenido la culminación en la tiranía de los peores:
criminales, ladrones, narcotraficantes y terroristas. No se trata sólo de una
tiranía, la que ha sido recurrente desde cuando los civiles se vistieron de
militar para conquistar la independencia y desde entonces, ellos y sus
herederos en el poder, consideran que el país les pertenece como una
indemnización de guerra, que no le cobran a España sino a los venezolanos
honestos y trabajadores. Es una deuda que se ha hecho impagable porque crece
con los años, en lugar de disminuir amortizada con el saqueo del Tesoro
Nacional y de la renta petrolera. A esta deuda, no sólo habrá que declararla
inexistente, sino proceder a exigir la repetición del pago indebido haciendo de
la cacería de los corruptos y saqueadores del patrimonio público el negocio más
lucrativo de la República por las recompensas que reciban sus cazadores como
contraprestación a la recuperación de bienes y dinero y a la aprehensión de los
criminales, para cuyo castigo no debe haber el impedimento que no permite la
extradición a países de justicia más severa contra la corrupción, el
narcotráfico y el lavado de dinero.
Tener un gobierno de la delincuencia organizada, caso
único en el mundo, se corresponde con el control de carreteras, calles y
cárceles por el hampa común, que se ha transformado en autoridad que allí
impone su dominio. Forman el ejército criminal de reserva organizado y
entrenado por Cuba para fomentar el terror, garantizándose el sometimiento de
los venezolanos a la barbarie. Los “pranes” pertenecen a la élite del poder, el
cual ejercen efectivamente. Son el detritus de una tiranía en estado de descomposición
moral. Hay que combatirlos sin descanso y sin misericordia haciendo de la
seguridad democrática el objetivo primario del sistema de justicia.
@petitdacosta
CONSTITUCIÓN POLÍTICA 1 09-03-17
Completamente de acuerdo. Ahora la cuestión es el cómo tomar el poder y desalojar a los bárbaros y a los cubanos.
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