Liberación Nacional y No-Reelección (51)
El proyecto cubano preveía manipular a la oposición para que le preste la careta democrática al comunismo. Es hora de quitársela.
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El primer paso fue eliminar la financiación de los partidos por la
República. En efecto, no aparece en la Constitución del 99, como se estila en
las democracias occidentales y se venía haciendo en la vieja democracia
venezolana. Al no haber financiación oficial de los partidos, con cargo al
presupuesto nacional, desaparecen los partidos nacionales, o por lo menos se
reducen a su mínima expresión. Es lo que ha sucedido. No hay actualmente en la
oposición partidos nacionales de masas. Quedan los restos mortales de AD y
COPEI. Su lugar lo ocupan los minoritarios partidos regionales, apéndices de
los gobernadores electos, quienes los sostienen con el presupuesto del Estado
respectivo. No son partidos doctrinarios, sino clientelistas, puestos al
servicio de la ambición reeleccionista del gobernador, tan grande como la del
difunto, tanto que ninguno ha prometido no hacerse reelegir más. Como el
gobernador y su partido viven del presupuesto regional, la tiranía comunista
los engancha por allí. Los integra al sistema, ya que sin el cargo no son
líderes y sin el presupuesto carecen de maquinaria. Amarrarse al cargo es
cuestión de sobrevivencia política, por lo cual deben renunciar a cualquiera
otra forma de lucha distinta a la electoral, por ejemplo la lucha social, no
sólo por incompatibilidad con el cargo, sino porque pone en peligro su
estabilidad.
Quedaban, sin embargo, dos vías de escape: la financiación
extranjera y la financiación privada. Con el control de cambios se impide la
extranjera y con leyes represivas se la persigue. En cuanto a la empresarial se
fue estrechando el cerco en la medida que avanza el comunismo. Con la maldad propia de la monarquía
comunista cubana se fue ejecutando una estrategia de asfixia para que terminaran
los partidos de oposición dependiendo de la burguesía colaboracionista
(boliburguesía) y así, indirectamente, de la tiranía comunista. El plan se
ejecutó en tres etapas: 1) Eliminación progresiva del empresariado
agro-pecuario que, por ser nacionalista, constituía un peligro para el proyecto
comunista importado de Cuba. Esto se hizo mediante invasiones, confiscaciones e
importaciones. Cerrada esta fuente nacionalista de financiación de los partidos
de oposición, se pasó a la segunda etapa. 2) Eliminación progresiva del
empresariado industrial que, por ser nacionalista, constituía otro peligro para
el proyecto comunista importado de Cuba. El desmantelamiento del aparato
industrial trajo por consecuencia la imposibilidad de aportes a las campañas
políticas. Y, 3) Fortalecimiento de la burguesía colaboracionista,
fundamentalmente financiera e importadora, favoreciendo su enriquecimiento con
su participación en el saqueo al Tesoro Nacional. En esta etapa del proyecto
comunista se le ha asignado a la burguesía colaboracionista, que se enriquece
haciendo negocios con el gobierno, darle a la oposición el “abrazo de la
muerte” para inmovilizarla antes de asestarle el “golpe de gracia” después de
las municipales, cuando el comunismo se implante definitivamente.
Ahora mismo la mejor manera, aunque no la única, para salvarnos del
comunismo en la raya, es la de que rompan con la oposición electorera los que,
siendo críticos, aún permanecen dentro de ella y se sumen a los radicales en
una estrategia común que use todas las formas de lucha, sin descartar ninguna,
incluyendo desde luego la ineludible alianza cívico-militar.
Excelente artículo. Una visión clara, ordenada y muy didáctica de los hechos. Lo felicito!
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