Liberación Nacional y No-Reelección (44)
En el siglo XIX los cambios
políticos se producían con guerras civiles. Desde la creación de la FAN en el
siglo XX sólo se dan con rebeliones cívico-militares, lo que sigue vigente en
el siglo XXI. No hay otra vía para lograrlo. Y como no la hay aprendamos de las
habidas hasta ahora.
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El 18 de octubre se cumplirán 68
años de la rebelión cívico-militar de 1.945, resultante de la alianza secreta
entre militares profesionales y un partido político de oposición (AD) para
derrocar al general Isaías Medina Angarita, electo sin fraude, quien no era
colombiano ni comunista, y mucho menos títere de un gobierno extranjero. Ni
colombiano, ni comunista, ni títere. De haberlo sido, no habría podido llegar a
la presidencia. No lo habrían permitido los militares, tampoco la oposición, ni
siquiera los partidarios del gobierno. Entonces había dignidad, vergüenza y
sobre todo hombría.
¿ Porqué entonces si Medina no
había hecho fraude y no era colombiano, ni comunista, ni títere de un país
extranjero, fue derrocado? Porque representaba el “continuismo” del régimen
iniciado por Cipriano Castro y continuado por Gómez y López Contreras, que
reservaba el gobierno a los militares andinos y sus camarillas o cortes
civiles. Militar y andino eran requisitos para ser presidentes. Como decir
ahora: ser comunista, impuesto por Cuba y militante del PSUV. No había
posibilidad para nadie más. Así se eternizaban en el gobierno los que venían
disfrutándolo desde 1899 (siempre el 99) y, al mismo tiempo, constituían el
generalato los “chopo e’ piedra”, los más brutos y serviles, como si dijéramos
los últimos de la promoción. Tanto en el liderazgo político como en la jefatura
militar había un tapón que impedía su renovación.
Entonces el liderazgo militar
emergente, formado por jóvenes oficiales (de mayores para abajo) que
completaron sus estudios en el extranjero (p. ej. Delgado en Francia y Pérez en
Perú), decidió asumir el mando para desplazar a los generalotes ignorantes y
palurdos, además de corruptos (los retrató Gallegos en “Doña Bárbara” con la
figura de Ño Pernalete). Pero sólo se puede asumir el mando militar si se toma
el poder político, en virtud de la relación jerárquica en el sistema
presidencial. Entonces tomaron la iniciativa de invitar a los dirigentes del
partido de oposición.
En el 45 la rebelión la planearon
los militares jóvenes (que ahora llaman “comacates”). No los civiles, que
fueron contactados por los militares valiéndose de un intermediario de
confianza. Los políticos entendieron perfectamente que, cuando no hay salida
electoral (que no la había entonces por la elección indirecta o de segundo
grado), sólo queda un camino: la rebelión, no simplemente militar porque sería
un golpe para instaurar una tiranía, sino cívico-militar para hacer el cambio
político a un nuevo régimen asentado en la renovación del liderazgo político y
militar. Y por este motivo aceptaron la
invitación de los militares, lo que motivó la constitución de un gobierno
provisional cívico-militar, que explicó de este modo sus objetivos: ”Este Gobierno
provisional tendrá como misión inmediata la de convocar el país a elecciones
generales, para que con el sistema de
sufragio directo, universal y secreto, puedan los venezolanos elegir a sus
representantes, darse la Constitución que anhelan y escoger el futuro
Presidente de la República.”
Esta primera rebelión de
militares profesionales y políticos civiles trazó la pauta para las siguientes:
gobierno cívico-militar que dura hasta la realización de elecciones limpias,
pulcras y transparentes, mediante las cuales se elige una Constituyente o un
Congreso-Constituyente que aprueba una nueva Constitución, la cual le da base
jurídica a la nueva etapa histórica. Este propósito sincero de democratizar el
país fue confirmado con la prohibición que se hicieron los miembros de la Junta
Revolucionaria de Gobierno, por decreto-ley, de postularse para la presidencia
en la elección siguiente y con la ratificación de la no-reelección de los
presidentes.
Del 45 nos queda la enseñanza de
que sólo mediante una rebelión cívico-militar se le puede poner fin al
“continuismo”, ya que éste genera una camarilla pétrea que no admite su
desplazamiento del poder por vía electoral. Los hechos lo demostraron. Con la
rebelión el pasado quedó enterrado. Surgieron líderes y partidos que hicieron
el cambio político, siendo ellos mismos el cambio, hasta que también agotaron
su vigencia muchos años después.
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Lectura recomendada de la semana: EL IMPERIO DE FIDEL, por
el Gral. Carlos Peñaloza.
Parece que la madera o el ADN de esos que formaron la revolución del 45 era otra , de otra calidad y no estos mequetrefe que tenemos actualmente , los militares parece tiene pantaletas y los civiles se dejan comprar por unos billetes o un cargo ,Asi que seremos las mujeres las que tumbemos este de gobierno y el proximo presidente será una mujer, lo pueden escribir
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