No son los políticos los afectados por la derrota. Ellos
tienen sus curules, sus gobernaciones y sus alcaldías. Somos los ciudadanos las
víctimas de sus errores, lo que nos autoriza a exigir el debate que se nos
niega, pero en el cual insistimos.
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La “nueva política” asumió la responsabilidad de dirigir la
oposición en la pasada elección presidencial. Por consiguiente, la “nueva
política” debe cargar con la responsabilidad de la derrota y sus consecuencias
catastróficas. En la democracia existe la responsabilidad política. La de los
gobernantes se hace efectiva mediante el juicio político y el voto de censura.
El modo de hacerla efectiva en la oposición es el debate al que obliga la
democracia interna, en el cual se haga la crítica de los errores y se
establezcan responsabilidades. Cuando no hay posibilidad alguna de hacer
efectiva la responsabilidad política, no hay democracia. No la hay si los
gobernantes no responden de sus actos, sobretodo de los arbitrarios y
despóticos. Y más grave aún, cuando tampoco en la oposición hay posibilidad
alguna de hacerla efectiva porque, al igual que el gobierno, se niega el debate
interno. Es lo que pasa en Venezuela: la negación absoluta de la democracia
porque ni gobierno ni oposición admiten la responsabilidad política. Son
políticamente irresponsables, en el sentido de que no responden por sus
errores, el gobierno ante el pueblo porque no hay instituciones y la oposición
ante sus seguidores porque no hay democracia interna.
La “nueva política” fracasó en la elección presidencial,
porque no entendió lo que estaba en juego. No entendió que estamos bajo una
tiranía. Es una tiranía porque no tiene frenos y contrapesos. El Tirano tiene
bajo su control y dominio absoluto todos los poderes. Es una tiranía además por
la reelección indefinida de El Tirano que lo convierte en presidente vitalicio,
valiéndose del ventajismo y el fraude. Por no entenderlo perdió la oportunidad
de aprovechar la campaña electoral para una movilización nacional
anti-reeleccionista. No entendió tampoco que la tiranía es un gobierno títere
que ha convertido a Venezuela en país satélite de Cuba. Por no entenderlo
perdió la oportunidad de aprovechar la campaña electoral para una movilización
nacionalista por la liberación nacional, para liberarnos de Cuba. No entendió
que esta tiranía fue instaurada por Cuba para transformar a Venezuela en un
país comunista a su imagen y semejanza, lo que se propone hacer de inmediato,
antes de que la muerte de Fidel o de El Tirano, si fuere el caso, trastornen el
plan. Por no entenderlo perdió la oportunidad de aprovechar la campaña
electoral para un gigantesco movimiento anticomunista. No entendió que los
agentes venezolanos al servicio de Cuba forman una oligarquía depredadora, que
ha saqueado grosera y descaradamente a Venezuela, enriqueciéndose sin medida.
Por no entenderlo perdió la oportunidad de transformar la campaña electoral en
un movimiento de masas contra esta oligarquía cipaya de nuevos ricos.
La “nueva política” no entendió que estaba en juego la
supervivencia de los venezolanos, demócratas o no. Para los venezolanos es
cuestión de vida o muerte vencer a la tiranía comunista, a Cuba y a su
oligarquía cipaya, porque si no lo hacemos perderemos definitivamente la libertad,
perderemos la patria y perderemos nuestras propiedades y nuestro futuro por el
comunismo. Así debió decírsele a los electores siguiendo el consejo de Sun Tzu
en “El Arte de la Guerra”: “Colócalos en una situación de posible exterminio, y
entonces lucharán para vivir. Ponles en peligro de muerte, y entonces
sobrevivirán. Cuando las tropas afrontan peligros, son capaces de luchar para
obtener la victoria.” Puestos en esta disyuntiva, los afectados habrían hecho
lo imposible por conseguir la victoria, desde luego de primero el líder. En
palabras de Sun Tzu: “El CAMINO significa inducir al pueblo a que tenga el
mismo objetivo que sus dirigentes para que puedan compartir la vida y la muerte
sin temor al peligro.”
Por no entender que, por lo que estaba en juego, esta era
una batalla decisiva, que si se perdía le abría las puertas de par en par al
comunismo, la “nueva política” cometió un error de principiante: pelear sólo en
el terreno del enemigo, el electoral, donde éste tiene todas las ventajas por
el ventajismo y el fraude, sin montar un plan B, tal como lo hicieron los
demócratas peruanos para derrocar a Fujimori.
Se ve razonable el planteamiento; demasiado razonable para ser de jesús Petit da Costa. Pero, como siempre, el ex magistrado plantea un suicidio o una labor extrema.
ResponderEliminarExcelente, suscribo totalmente.
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