martes, 4 de octubre de 2011

Vacío de poder + vacío político = Venezuela perece

Compatriotas: Desde junio ha venido produciéndose un vacío de poder intermitente por las ausencias sucesivas de El Tirano. Estamos ahora en la inminencia de un vacío de poder progresivo, hasta que se haga absoluto, debido a su inevitable decadencia física y mental por la enfermedad, que va limitando su capacidad y dedicación al cargo. Por desgracia, el vacío de poder se ha convertido en un vacío político por la inexistencia de una clase dirigente que tome la iniciativa de resolver una situación que no puede esperar el 2013. Ha llegado la hora de los patriotas.
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 Érase una colonia de España llamada Venezuela. Sucedió que las tropas francesas ocuparon el territorio español apresando al Rey. Se produjo el vacío de poder. Ante este hecho, la clase dirigente tomó la decisión de asumir el gobierno de la colonia. Lo hizo primero en forma de sucesión, constituyéndose en Junta Conservadora de los Derechos de Fernando VII. Sólo era un subterfugio mientras aseguraba el control del país para dar el paso definitivo declarando la independencia. Hubo entonces vacío de poder, pero no vacío político. Y el vacío de poder fue aprovechado por la clase dirigente para cambiar el sistema, produciendo la ruptura con España.

Érase una colonia de Cuba llamada Venezuela. Sucedió que el Capitán General cayó enfermo. Fuese adonde el Rey ya decrépito, quien lo hizo examinar, en su residencia de La Habana, reservándose diagnóstico y pronóstico. A los súbditos se los dejó en la ignorancia. Se produjo el vacío de poder, que se fue administrando por dosis. Ausencias temporales mientras se va arreglando la sucesión con el aseguramiento de los tributos de la colonia a la metrópoli, lo que vienen haciendo sin obstáculos porque no hay una clase dirigente como aquélla que nos independizó de España. Venezuela es un país descerebrado y, a causa de ello, hundido en un inmenso vacío político, mientras se cae a pedazos y pierde, no sólo sus riquezas, sino hasta su mar territorial.

El cuadro de este país da vergüenza. Un enfermo encerrado en su cuarto, desde el cual se comunica por teléfono y del cual sale para la quimioterapia o para exhibirse cuando corre el rumor de que se está muriendo. Entonces alardea de una salud que el cuerpo desmiente. Con el traje deportivo pretende ocultar su estado, pero cara, manos y barrigas delatan que la procesión anda por dentro. Se lo supone desahuciado porque los médicos tratantes se esconden. Ninguno da la cara para decir la verdad. El Rey les ha prohibido hablar. ¿Y porqué les ha prohibido hablar? No debe ser porque las noticias son buenas. 

En el recibo de la casa están los presuntos herederos vigilándose entre sí. Cada uno pendiente de los movimientos del otro. Todos se consideran con iguales derechos, pero la herencia es para uno solo. Compiten para hacer mérito, por si acaso el enfermo decide testar. ¿A quién palmeó hoy? Saben que si lo hace será por influencia del Rey. Van y vienen haciéndole carantoñas al viejo chocho, con la esperanza de que recuerde su nombre en uno de esos momentos en que parece estar cuerdo. Es que al viejo le ha pegado duro la enfermedad del hijo que lo sostiene. Le aterra verse desvalido sin la mesada. Ahora está en la disyuntiva: si escoge el heredero del hijo los desheredados pueden alzarse declarando nulo el testamento por ser una imposición cubana y si no lo escoge pueden pelearse todos perdiendo la herencia. Lo mejor es mantener la incertidumbre, mientras se tiene parapeteado al enfermo. Para eso son esas misteriosas sesiones que dicen de quimioterapia. Son para tenerlo parapeteado.

En las afueras de la casa están los que no son de la familia, pasándose las bolas que les llegan del recibo: que está panqueando en el Hospital Militar, que se lo llevaron turulato al de Clínicas, que el cáncer es en la vejiga, no en el colon, tampoco chico, es en el recto, esa hinchazón es por la cortisona que lo ha puesto como un sapo,  que no matricula en diciembre. Rumores van y vienen. Por su parte, los políticos no mueven una hoja. Todos están metidos de cabeza en un jueguito entretenido llamado 2012. Semejan carajitos en el patio de un colegio. El país cayéndose  a pedazos, con aves de rapiña encima de sus restos, y ellos gozando un bolón, pendiente sólo del timbre de la maestra Tibisay.

Somos un país de bolas, pero sin bolas. A este pueblo lo caparon. Hay un vacío de poder, que aprovechan entre otro Cuba llevándose el oro, China cogiéndose el petróleo, Guyana apoderándose del mar territorial y hasta el narcotráfico robándose las avionetas, y nadie hace nada. Políticos y militares están en lo suyo, mientras la República perece.

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