La juventud ha sido el motor del cambio político en nuestra historia. Ha sido el motor porque siempre ha puesto en marcha el cambio político. Consecuente con este pasado, la juventud debe ser el motor del cambio político que requiere Venezuela con la mayor urgencia. Pero para que el motor arranque hay que prenderlo. Y la ignición de ese motor se llama “ideal”. Sin ideal no prende ese motor que es la juventud. Precisamente la juventud no ha prendido en la actualidad por la falta de un ideal. Los jóvenes necesitan una quimera por la cual luchar, un sueño que los motive. Y para que la quimera prenda ese motor se necesita que alguien la encarne y así pueda activar el encendido.
Fueron los jóvenes de la Sociedad
Patriótica el motor del cambio político que comenzó con la Declaración de
Independencia. Fueron los jóvenes liberales el motor del cambio político que
comenzó con la Federación. Fueron los jóvenes de la generación del 28 el motor
del cambio político que comenzó con la rebelión cívico-militar de 1945. Fuimos
los jóvenes de la generación del 58 el motor del cambio político que significó
la instauración de la democracia durante 40 años. Corresponde a los jóvenes de
ahora poner fin a la etapa presente, la más oscura de nuestra historia, de la
cual son víctimas, y constituirse en el motor del cambio político que inicie
una nueva etapa histórica, encabezándola o influyendo en su desarrollo.
¿Pero cuál etapa histórica si no
hay un ideal? Lo único que se le ofrece a los jóvenes es salir de Maduro. Es
bastante, pero no suficiente. ¿Qué vendrá después de Maduro? Es la pregunta
clave. No puede ser el regreso al pasado para restablecer una partidocracia que
fracasó y por cuyo fracaso hemos vivido durante 22 años la desgracia de la
narco-tiranía comunista. Tampoco puede ser para entronizar en el poder a unos
mercaderes de la política que durante estos años han sido sus comparsas
electorales. Nada de esto ilusiona a los jóvenes, lo cual explica su
inhibición. Los jóvenes necesitan algo distinto. Un sueño que los ilusione y,
por tanto, algo radicalmente diferente al presente y al pasado.
Comunismo y partidocracia
fracasaron. Son los últimos dos fracasos de una sucesión de fracasos que han
jalonado los 210 años de historia de Venezuela. Ha llegado la hora de ponerle
fin a los fracasos. Para lograrlo debemos encender el motor del cambio
político, que es la juventud, pero para encenderlo urge un ideal.
La juventud actual es un motor
apagado por falta de un ideal. Comencemos la búsqueda de ese ideal para la
ignición del motor del cambio político que es la juventud.
Continuará.
petitdacosta@gmail.com
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