El 6D Maduro y su banda sufrieron la mayor derrota política en sus 8 años en el poder desde la muerte de Chávez. Casi el 90% de los venezolanos, consciente y deliberadamente, no sólo les dio la espalda, demostrando que los detesta, sino desconoció su autoridad usurpada y desafió su poder enfrentando la amenaza del hambre sino se sometían. Fue un acto de indiscutible desobediencia y rebeldía con efectos políticos refrendarios, porque llevaba implícita la orden a Maduro de entregar el poder y a civiles y militares de deponerlo si se resistía lo cual sólo puede hacerse por la fuerza, porque sin ninguna duda con la abstención masiva y militante el pueblo descartó la salida electoral y pacífica de la narcotiranía.
Con esta orden explícita, que con tal fin la abstención fue masiva y militante, el pueblo dio inicio al CONTRAGOLPE CONSTITUCIONAL, único acto de fuerza reconocido y ordenado por la Constitución en el Art. 333 sólo con la finalidad de restablecer su vigencia efectiva que perdió desde el momento en que dejó de observarse por el GOLPE DE ESTADO de Maduro, que comenzó en 2013 y ha continuado desde entonces hasta la USURPACIÓN de la Presidencia de la República desde el 10-01-2019.
Enseguida debió el ciudadano JUAN GUAIDÓ dar el paso siguiente en el CONTRAGOLPE CONSTITUCIONAL. Consistía:
1.- Emplazar a las fuerzas militares al CESE DE LA USURPACIÓN, fijándole el plazo hasta el 05-01-21 cuando vence el período de la AN legítima, electa para el período 2016-2021 y también él cesa en sus funciones de Encargado de la Presidencia de la República. El emplazamiento es oportuno porque, vista la insostenibilidad de Maduro en el poder, los militares deben estar deliberando, sobre todo después de que la Fiscal de la Corte Penal Internacional iniciara el proceso que deberá concluir en la prisión de Maduro, anterior o siguiente a la previsible por la cual la justicia de Estados Unidos ofrece recompensa de millones de dólares que recibirán como premio los militares que liberen a Venezuela.
2.- Solicitar el auxilio militar de los gobiernos democráticos de América para el caso de que los militares venezolanos no cumplan con su deber constitucional. Con esta solicitud habría añadido un argumento de peso en la fase de deliberación en la cual deben estar los militares.
3.- Y, por encima de todo, organizar y preparar al pueblo descontento, para que, cuando sea convocado a la lucha, se declare en insurrección siguiendo la estrategia y táctica que se le indique.
Guaidó no procedió de este modo, sino hizo exactamente lo contrario: en lugar de aprovechar el impulso insurreccional originado en la rebeldía expresada en la abstención, concentró sus energías y tiempo en una CONSULTA POPULAR que sólo ha servido para que el tema de discusión sea si fue mayor la abstención en ella o en la elección parlamentaria.
Lo que ha hecho Guaidó me recuerda un pasaje histórico. El General Hernández, conocido como El Mocho, era líder popular indiscutible a fines del siglo XIX, con apoyo fervoroso sobre todo del pueblo de Caracas. Pues bien, el gobierno le robó la elección presidencial con un fraude descarado. Entonces el famoso Mocho decidió alzarse, pero en lugar de hacerlo con el pueblo de Caracas que estaba esperando su convocatoria, se fue para Charallave para hacerlo desde allá. “Cogió pal´monte” como se decía entonces, cuando el poder estaba en Caracas donde siempre ha estado. Desde luego, lo derrotaron. Nunca fue presidente.
A Guaidó le ha pasado lo mismo: en lugar de preparar la insurrección popular cobrando la victoria contra el enemigo por la abstención masiva y militante, “cogió pa’l monte” con el cuento de consultar lo que ya sabe, y desperdició el momento de dar los pasos siguientes para el CONTRAGOLPE CONSTITUCIONAL.
Para tranquilidad nuestra su desorientación no significa que todo está perdido, sino que él extravió el camino. Habrá otros que tengan mejor sentido de orientación. Lo he dicho y lo repito interpretando la situación del país: TODO ESTÁ SERVIDO PARA EL QUE SE ATREVA.
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