Se cumplen hoy 63
años de la rebelión estudiantil (que no huelga) del 21 de noviembre de 1957,
con la cual hizo acto de presencia en la historia mi generación llamada de 1958
porque fue dos meses después (21-01-58) cuando estalló la rebelión popular que ella
antecedió y la cual derrocó a la tiranía de entonces.
La rememoro, no por
complacencia de actor, sino para deducir las lecciones aplicables a la
situación presente:
1.- Tanto la
generación del 58, como su antecesora la generación del 28, nos enfrentamos a
una dictadura totalitaria. No había elecciones y, por consiguiente, no había
diputados, gobernadores y alcaldes de oposición. En consecuencia, no había
políticos colaboracionistas (busca-puestos) ni comerciantes con la tiranía
(corruptos). Todos los líderes políticos de oposición eran honestos, muchos
exiliados, otros tantos presos y unos cuantos perseguidos. Ninguno era empleado
público ni promovía diálogos. Eran un ejemplo de dignidad para nosotros.
La desgracia de
esta época es que los políticos de la MUD-G4 son empleados públicos que no
pueden estar sin un cargo. Lo justifican diciendo: “hay que defender los
espacios.” Han sido una oposición de busca-puestos, que sirven de comparsa
electoral al fraude y a la farsa, lo que constituye su debilidad ante el tirano
que sabe cuál es el precio de cada uno.
Si la abstención
masiva del 6D nos pone en la misma situación en que estábamos en 1957, como
espero, tal vez entonces los políticos aprenderán a hacer oposición de masas y
a ganarse su liderazgo sin cargo. De este barajo del liderazgo, que hará
sobresalir a los honestos y valientes, saldrán los líderes del CONTRAGOLPE
CONSTITUCIONAL con el cual se iniciará la nueva etapa histórica.
2.- La generación
del 58, como su antecesora del 28, fuimos la vanguardia de la lucha contra la
tiranía, siguiendo la tradición venezolana desde la Sociedad Patriótica de
1810. Son siempre los jóvenes la vanguardia de la rebelión contra la tiranía,
por idealistas y valientes.
La desgracia de
esta época es que los políticos de la MUD-G4 han cometido el mayor crimen
político contra la juventud: a) Corrompieron a los líderes estudiantiles de
2007 con dinero y cargos que les suministraba la tiranía por medio de
gobernaciones y alcaldías y hasta algunos los hicieron diputados para que se
echaran a perder a temprana edad; y, b) traicionaron a la juventud estudiantil
que espontáneamente se lanzó a las calles en 2014 y 2017, en lugar de darles la
dirección adecuada para que la rebelión juvenil se transformara en rebelión
popular que derrocara a la tiranía, como sucedió en 1957-1958. Vista esta
experiencia, el liderazgo juvenil que surja será, no sólo contra la tiranía,
sino contra la MUD-G4 (QUE SE VAYAN TODOS), corresponsable de la sangre
derramada inútilmente por los jóvenes héroes de aquellas jornadas inolvidables.
3.- Soy optimista
respecto al futuro inmediato por las mismas razones que lo fui en los momentos
más difíciles de 1957: a) Como me tocó participar en la dirección de la
rebelión estudiantil debí convencer a independientes e indecisos. Muchos me
preguntaban: ¿nos aseguras tú que, después de nosotros, se van a rebelar los
militares y derrocar a Pérez Jiménez? Y yo contestaba: “con toda seguridad.” No
mentía, porque aunque nadie me lo había dicho mi análisis de la situación me
había llevado a esta conclusión. Es lo mismo que pienso ahora de la rebelión
juvenil que se produzca. b) En la nochevieja de 1957, compartiendo soledad, mis
compañeros de lucha dudaban de que el tirano cayera. Mi respuesta fue: “si no
cae en poco tiempo quemaré todos los libros de historia y de política que
tengo, porque me han mentido. Son ellos los que me han convencido que el tirano
caerá pronto.” Y acerté. 23 días después cayó. Vale para hoy la frase de ayer.
Y la lección de mi generación del 58, de nuevo vigente.
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