domingo, 1 de febrero de 2015

"Hay algo podrido" en la muerte del difunto


El presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, ha insinuado, según noticias de prensa, que su denunciante ante las autoridades de EE UU, el Capitán de Corbeta Leamsys Salazar, pudo “hacer algo” para que Chávez muriera. Y “ese algo”, para ser censurable, sólo puede ser que el escolta de confianza del difunto pudo haberlo matado.
Si la MUD fuera oposición, y no colaboracionismo, aprovecharía la oportunidad para acabar con el misterio de la enfermedad y muerte de Chávez, de transcendencia política y constitucional innegables, porque estos hechos son determinantes para establecer la legitimidad de la sucesión presidencial.
No ha sido exhibida el acta de defunción de Chávez. Mientras no se la exhiba, no hay prueba legal de la falta absoluta. Sospechosamente el Presidente de la Asamblea Nacional no la exigió para sustentar legalmente la declaración de vacante. ¿Está interesado en que no se sepa cuándo, dónde y de qué murió el difunto, y porqué? Si como insinúa a Chávez lo mataron, entonces el ocultamiento del acta de defunción con el certificado médico  lo incrimina. Todavía se hace más sospechoso porque enseguida incorporó al CC Salazar a su guardia personal. ¿Es que, por encargo suyo, hizo lo que ahora insinúa que pudo haber hecho y por eso lo trajo a su lado? Para quedar limpio de toda sospecha Cabello está obligado a exhibir el acta de defunción con el certificado médico anexo con el fin de quede claro si el difunto murió de muerte natural o fue víctima de un homicidio. Y, de paso, subsana así el vicio que tiene la declaración de falta absoluta por inexistencia de la prueba legal. Mientras Cabello no exhiba el acta de defunción es sospechoso de haber participado, como encubridor o cómplice, del crimen que ahora insinúa.
Y si efectivamente le “hicieron algo”, quién se lo hizo? Las novelas policías enseñan que el menos sospechoso sería el CC Salazar porque la muerte de Chávez, con quien gozó de protección y privilegios, lo dejaba en la incertidumbre sobre su futuro. Los principales sospechosos serían los que se beneficiaron con su muerte. Desde luego, primero que nadie, Maduro como Vice-Presidente con derecho a sucesión. El beneficiario del crimen, si lo hubo, es Maduro, que se la pasaba en La Habana.
¿Saben ustedes porque fue eliminada la Vice-Presidencia establecida desde la independencia? Recordemos el pasaje histórico. El presidente Gómez hizo que la Constitución estableciera dos Vice-Presidentes. Nombró como primero a su hermano menor. Y de segundo a su hijo mayor, creyendo que se podía confiar en ellos por el vínculo de sangre. Pero sucedió que el primer vicepresidente fue muerto a puñaladas mientras dormía dentro de Miraflores. Nadie vio al asesino. Entonces Gómez, por simple malicia campesina, sospechó que su hijo fue el que mandó a matar al tío para ascender a primer vicepresidente. Pensó que el próximo sería el padre, él mismo, por lo cual aplicó un proverbio de su gusto (“la culebra se mata por la cabeza”) enviando al hijo al extranjero, de donde nunca volvió. Gómez eliminó la vice-presidencia. Y desde entonces no hubo vice-presidente en Venezuela, porque se escarmentó con este antecedente y además por lo que Gómez como vicepresidente le hizo a Cipriano Castro, cuya ausencia temporal del país aprovechó para derrocarlo. Fíjense bien: ausencia temporal del presidente por enfermedad y entonces el vice que no podía meter cuentos de lleva y trae desde el extranjero, porque no había aviones, decidió simplemente derrocarlo: “la culebra se mata por la cabeza”.  Ni en la familia se puede confiar para la vicepresidencia, y mucho menos en compadres y compañeros de partido.  
En conclusión, si al difunto le “hicieron algo” para matarlo o adelantar su muerte, el primer sospechoso sería Maduro por ser el beneficiario directo del crimen. Y aún más sospechoso lo hace el ocultamiento del acta de defunción, junto con el certificado médico. Sólo se librará de la sospecha si la exhibe como debió hacerlo para que la sucesión sea legítima.
La insinuación de Cabello indica que, parodiando a Shakespeare, “hay algo podrido” en el misterio de la enfermedad y muerte de Chávez.

REFLEXIONES 65                                                                                  31-01-15

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