La Constituyente ejecutó el Golpe de Estado planeado desde 1992, pecado
original del sistema que vicia de ilegitimidad a todos los poderes públicos
desde entonces, el cual no subsana la Constitución Maldita de 1999, llamada así
porque ha sido una maldición para Venezuela.
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Recapitulemos: la convocatoria de la Constituyente de
1999 fue el acto de fuerza con el cual se dio inicio al Golpe de Estado que
acabó con la democracia. Fue un acto de fuerza porque no tenía fundamento en la
Constitución de 1961 ni en la voluntad popular (el poder constituyente, que
reside en el pueblo, no la convocó ya que el 70% de los electores se abstuvo o
votó en contra).
Iniciado así el Golpe de Estado se dio el paso
siguiente: desconocer la representación proporcional de las minorías para
asegurarse el control absoluto de la Constituyente, precisamente lo que
quisieron evitar los redactores de la Constitución del 61 por lo cual
eliminaron toda posibilidad de tomar esta vía para la reforma constitucional.
Los golpistas inventaron el “kino”, un sistema de votación mediante el cual la
minoría insurrecta contra la democracia (30% de los electores) tuvo voto
múltiple lo que le permitió elegir al 90% de los diputados de la Constituyente.
Una trampa de los golpistas para convertir a la Constituyente en brazo ejecutor
del golpe.
A pesar de que la Constituyente no era representativa
del poder constituyente que reside en el pueblo, tanto por el desconocimiento
de la representación proporcional de las minorías como por la abstención del
60% de los electores en su elección, se instaló declarándose originaria con
poderes absolutos e ilimitados. Así la Constituyente se convirtió en una
asociación de golpistas para delinquir contra la Constitución. Y, a semejanza
de las juntas militares que le precedieron, revestida esta vez con el ropaje
usurpador de la voluntad popular, asumió la facultad de limitar o decidir la
cesación de las actividades de los poderes públicos legítimamente constituidos,
lo que significó la implantación de un gobierno de facto. Y como tal se colocó
por encima de la Constitución de 1961 todavía vigente al considerarse
“supraconstitucional”. La Constituyente actuó como la división blindada de la
camarilla golpista para encubrir la ejecución diferida del Golpe de Estado de
1992. Con la Constituyente el golpe antes fracasado se hizo victorioso tomando
la forma de AUTOGOLPE, entendiendo por tal el Golpe de Estado que ejecuta el
Presidente de la República desde el poder mediante la intervención, disolución
o reorganización de los demás poderes públicos (Congreso, Poder Judicial,
Fiscal y Contralor). Así la Constituyente los intervino de inmediato.
Consumado el golpe, tal como fue concebido en 1992
(sometimiento de todos los poderes públicos declarados en disolución o
reorganización), la Constituyente procedió a consolidar la situación de hecho
que había creado, cosiéndole un traje constitucional a la medida con la pretensión
de hacerla irreversible . Al efecto, aprobó el texto
redactado por el Golpista Mayor y lo sometió a la aprobación del pueblo. En el
referéndum sólo votó el 42,3% de los electores, absteniéndose el 57,7%. Si a
éstos agregamos el 11,9% que votó en contra, resulta que el 69,9% del poder
constituyente no aprobó la Constitución. Sólo lo hizo el 30%. Una vez más el
70% que no convocó la Constituyente ni la eligió, tampoco aprobó el proyecto
constitucional. Evidentemente todo el proceso fue írrito, al margen de la
Constitución y en contra de la voluntad mayoritaria del poder constituyente. No
hubo proceso constituyente. Se le dio ese nombre a un Golpe de Estado. Por
consiguiente, a todos los efectos futuros, la Constitución de 1961 no ha sido
derogada. Se ha dejado de observar desde 1999 por el Golpe de Estado
sistemático y continuo activado ese año.
La Constitución de 1999 nació maldita. No sólo por la
bastardía de su génesis golpista y la perversidad de su autor, que la impuso
para poder consumar sin obstáculo institucional la traición a la patria en que
incurrió, sino por un suceso natural que presagiaba todos los males que nos ha traído.
Aquel día 15-12-99 en que se la votaba cayó el mayor diluvio jamás visto en
Venezuela, causante de una inmensa tragedia colectiva. Observado a la
distancia, no fue una coincidencia sino una advertencia divina sobre la
maldición que nos caía con esta Constitución .
Sin duda la Constitución del 99 ha sido una maldición
para Venezuela. Es una Constitución maldita, que nos ha traído todas las
desgracias juntas. La única en nuestra historia bajo cuyo imperio hemos perdido
la soberanía.
LA RUTA DE LA LIBERACIÓN (XI)
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