lunes, 14 de julio de 2014

LA CASTA POLÍTICA ES EL ENEMIGO INTERNO



 La casta política de los privilegiados, formada por títeres y colaboracionistas, es el enemigo interno del pueblo por ser  el instrumento de Cuba, la causante de la ruina del país y del empobrecimiento general
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Todo el mundo creía que, desaparecido el difunto, el más grande traidor a la patria en nuestra desgraciada historia, caería el gobierno títere.  No fue así. Y no lo fue por un solo motivo: los colaboracionistas, autores del mayor fraude político, han evitado su caída haciéndose pasar por oposición cuando en verdad son cogobierno. Son parte de la casta política de la tiranía, la que goza de los privilegios de los altos cargos, en los cuales se perpetúan por igual, títeres y colaboracionistas, a causa de la reelección indefinida.
Los enemigos del pueblo son, pues, dos en uno: los títeres y los colaboracionistas. Los títeres están puestos por Cuba para ejercer la autoridad en su protectorado. Constituyen el gobierno títere. Se organizan en dos alas: la militar, que es la dominante, y la civil subalterna. Es civil el presidente pero militar el gobierno. Se explica: el comunismo es importado de Cuba, no impuesto por los trabajadores venezolanos. No hay una dictadura del proletariado, sino una tiranía militar. Es así porque se trata de un régimen colonial con un gobierno títere. Los trabajadores no son confiables para Cuba porque al sufrir el empobrecimiento que trae el comunismo podrían alzarse, como lo hicieron contra los soviéticos los trabajadores en Polonia. Un comunismo sostenido por los militares ofrece mayores garantías de subordinación a Cuba por la disciplina y la obediencia jerárquica, para lo cual se exagera la función de Comandante en Jefe (que no existe entre los trabajadores) y, al mismo tiempo, se entrega a la casta política militar los cargos civiles que facilitan el enriquecimiento. No es la ideología la que une a los títeres, civiles y militares, sino la corrupción fomentada por Cuba para tenerlos a su servicio. Pero la corrupción no genera lealtad, sino complicidad. Esta es la debilidad de los títeres, aparte de que seguramente quedan reservas morales entre los militares.
Los colaboracionistas son figuras de relleno, que se conforman con los cargos subalternos que les dejan los títeres para seguir simulando que estamos en democracia. Pueden esperar hasta 2050 porque disfrutan del status privilegiado de la casta política que les ofrece la reelección indefinida en los altos cargos con carro, chofer y escolta, casa y gastos de representación, despensa llena, presupuesto a la disposición y cuotas de poder. No les afecta en lo personal la ruina del país ni el empobrecimiento y desamparo que padecen sus electores. Los colaboracionistas viven muy bien, después de cada elección mejor, mientras sus electores viven muy mal, después de cada elección peor.
Para los colaboracionistas sólo existe “un déficit de democracia”. Aparte de pulir la imagen democrática de la tiranía ante la comunidad internacional, cumplen el papel de glóbulos blancos del gobierno títere, atacando a todos los disidentes, condenando todo gesto de rebeldía, descalificando a los que hagan resistencia. Siembran el miedo a protestar y limpian la sangre de la tiranía fagocitando a cuerpos extraños y perturbadores, librándola de actores que la desestabilicen. Cuando la rebeldía escapa al control de los colaboracionistas, encargados de asfixiarla en su inicio, actúa la tiranía con la mayor crueldad: asesinatos, torturas, prisiones, condenas injustificadas, represión brutal. Para encubrir el crimen, los colaboracionistas se reúnen con los títeres simulando diálogo, el cual cesa cuando la simulación ha logrado su objetivo: captar la atención internacional para tapar los crímenes contra los que protestan en las calles. Luego los colaboracionistas completan la obra de los criminales haciendo una tarea de limpieza: desacreditar a los rebeldes y culparlos de las muertes causadas por sus socios, los títeres, cuando compartían mesa con ellos. Pero hasta aquí llegaron. Están quemados.
La casta política de la tiranía comunista, formada por títeres y colaboracionistas, es el enemigo interno a vencer. Ténganlo claro y no se dejen engañar más. Y tengan claro también que esta casta política será vencida y desalojada del poder, porque ya no tiene pueblo. Lo ha perdido.

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