martes, 10 de mayo de 2011

El equipo para ganar la Champions

Estamos jugando la Champions de la política. Ganar el partido de ida significa desalojar del poder a El Tirano y su banda, para lo cual necesitamos un equipo de primera, capaz de vencer a gente tramposa y cínica que juega sucio, se vale del ventajismo y hace fraude con árbitros vendidos. Precisamente por este motivo hay que cambiarlos, apenas se tome el poder, para ganar el partido de vuelta, que sería la transición de la tiranía comunista a la nueva democracia.
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¿Cuál sería el equipo adecuado para esta tarea ciclópea?  Si yo fuese el director técnico lo alinearía como lo diré enseguida, desatendiendo las peticiones de las barras de sifrinos, las mismas que en el pasado se empeñaron en lanzar la candidatura de una reina de belleza, elevándola de la segunda división B, donde juega la Alcaldía de Chacao, a la primera división de las presidenciales, sólo porque era una cara nueva, joven, bella y chévere. Estaban totalmente equivocados, ya que el pueblo optó por lo contrario: un zambo pelo duro, feo sin comparación, hablachento y más pesado que un saco de bolas, que no prometía concordia sino freír en aceite las cabezas de los políticos. No captaron el tsunami del resentimiento social que iba a barrer con todo lo construido hasta entonces, cuyas defensas fueron socavadas precisamente por el sifrinismo político,
En la delantera pondría un tridente de veteranos cuatriboleados encargados de meter el gol a como dé lugar. La pelea es peleando. No estamos en un torneo floral. Serían tres independientes. Al delantero centro lo traería de la liga paralela, donde juegan los anti-sistemas. Se trataría de uno que juegue a ganar, sin detenerse en pendejadas. Que no ande buscando premio de consolación: alcaldía o gobernación, sino ponga los cojones en la parrilla. Su objetivo: meter el gol sin importar cómo. ¿Existe este personaje? Póngalo en plural, porque son varios los que reúnen esta condición.
Con el  delantero centro forzaría a los otros dos a hacer lo mismo, compitiendo entre ellos para ser el capitán del equipo. Jugando así los tres harían que el público reaccione, llegado el momento, bajando de la tribuna para hacer correr al equipo contrario y ponerle fin a la tiranía. ¿Quiénes serían esos otros delanteros? Por la banda izquierda un independiente social-demócrata y por la derecha un independiente demócrata cristiano, ambos veteranos, no-oligarcas y dispuestos a todo. ¿No los hay? Claro que los hay. Pero no adelanto nombres para no molestar a los que omita.
En el medio campo pondría cuatro jugadores, todos de la generación de relevo, subidos de la segunda división, para completar su formación quitándoles las debilidades adquiridas en la cohabitación con el enemigo para evitar lesiones que los saquen del juego. En el extremo derecho Capriles, posición Miranda, corrigiéndole sus fallas: el eje Guarenas-Guatire, Barlovento y El Tuy. Que no siga parado en Caracas-Este y los Altos Mirandinos. En el extremo izquierdo Pablo Pérez, posición Zulia, con el mismo encargo ganar terreno en la Guajira. En el centro Salas Feo, posición Carabobo, que no ha podido con Puerto Cabello. A Leopoldo López lo ascendería de la segunda B, poniéndolo en la posición de la Alcaldía Mayor de Caracas, siempre que Ledezma pase como independiente a jugar de delantero izquierdo, su posición natural. Suplente: Pérez Vivas, esperando entrar cuando alguno falle.
En la defensa estarían los poderes fácticos. Lateral izquierdo un sindicalista, que movilice a los trabajadores. Por su experiencia y combatividad Andrés Velásquez parece el adecuado. En la derecha irían los empresarios. Escogería a Lorenzo Mendoza, con el encargo de cumplir un rol semejante al que tuvo Eugenio Mendoza en la caída de la dictadura pérezjimenista y en la posterior transición. Don Eugenio, como se lo conocía, no se metió a político, lo que habría sido una equivocación. Con acierto asumió el liderazgo de la burguesía industrial. Este Mendoza de ahora une en su persona a la burguesía industrial con la financiera, lo que facilita su liderazgo.
Tendría dos defensas centrales. Primero la Iglesia. Aquí el Padre Pedro Freites me parece el propio para repetir el papel de Hernández Chapellín en el fin de la dictadura militar anterior, bajo la guía del Cardenal Urosa que podría ser el Arias Blanco de esta oportunidad. El otro defensa central sería un militar. Seleccionaría a Jesús Urdaneta Hernández, porque conoce a los jugadores del equipo contrario, y por ello sabe cómo y por donde darles.
Termino con una advertencia propia del día de los inocentes: ha hecho un ejercicio de política-ficción, porque la realidad es otra. En la oposición no hay equipo sino individualidades, cada una con las agallas recrecidas.

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