Creíamos que, después de 1958, no habría más tiranía en Venezuela. Estábamos equivocados. A los 40 años se instaló la peor de las tiranías de nuestra historia, que lleva ya un cuarto de siglo.
La explicación es muy sencilla: la vieja democracia no tomó medidas radicales para que no volviéramos a sufrir una tiranía. Ni siquiera se copió los remedios probados en otros países. Lo demuestra la Constitución de 1961, un compendio de buenas intenciones sin soluciones para los problemas de fondo. No se fue a la raíz del mal para erradicarlo. He puesto este ejemplo: se repitió el sistema presidencial, tal como se había heredado de la colección de tiranías, cuando tenían a la vista el Estado de Bienestar con el cual los europeos habían sepultado al nazi-fascismo, la mayor y más cruel tiranía conocida hasta entonces, sin dar posibilidad a su resurrección. En 80 años los europeos han vivido en democracia por tener el ESTADO DE BIENESTAR que es la vacuna europea probada contra la tiranía.
Otro ejemplo: al mantener el sistema presidencial no aplicaron la probada vacuna constitucional mejicana contra la tiranía, que es la NO-REELECCIÓN ABSOLUTA, cuando se sabía que en nuestra historia la reelección ha sido el inicio o la apertura del camino a la tiranía, porque predispone mentalmente al pueblo que no ve el peligro de que detrás de la reelección está oculta la tiranía. Los líderes de la vieja democracia terminaron adoptando la re-elección diferida, que demostró ser un regalo envenenado porque, como lo hemos visto, nos condujo de regreso a la tiranía. La democracia pereció con las dos reelecciones que hubo. Y así fue efectivamente.
La Constitución de México establece la NO REELECCIÓN ABSOLUTA. Y desde su promulgación no ha habido dictadura en México. Han tenido malos gobiernos, pero no dictaduras. Todos saben allá que los presidentes se van cuando cumplen los seis años en el poder. Hasta López Obrador, que como buen comunista no escondía las ganas de quedarse para siempre en el cargo. Así que allá sólo hay que esperar que termine su único período presidencial.
“Nadie puede cuestionar el hecho de que el sistema de reelección, sobre todo la inmediata e indefinida, es la ocasión, jurídicamente prevista, para la entronización de la dictadura. El presidente al sumar en su cargo varios períodos, se convierte inexorablemente en un tirano, cuyo poder se refrendará periódicamente por actos electorales simulados o fraudulentos en los que los resultados, contrarios o ajenos a la voluntad mayoritaria, se sostienen e imponen por la fuerza.” (Ignacio Burgoa, catedrático de la UNAM en su obra DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO).
Lo dice también el también catedrático Felipe Tena en su libro de texto: “La Constitución ha levantado, a manera de obstáculo.. a las ambiciones de los altos funcionario el principio de la no-reelección. Este principio es absoluto para quien haya sido alguna vez, por cualquier motivo, Presidente de la República. La prohibición se dirige a impedir la perpetuación en la Presidencia de la República, precisamente porque quien una vez consigue ocupar ese puesto es el que alcanza más poder para saltar las barreras de la ley apoderándose indefinidamente del mando”.
En conclusión: caímos en esta tiranía oprobiosa cuando hemos podido salvarnos si la vieja democracia nos hubiera puesto la vacuna constitucional europea de aplicación continua llamada ESTADO DE BIENESTAR. Y habiendo cometido el error de mantener el sistema presidencial, que nos predispone a esta peste como lo demuestra la historia nacional, debieron entonces ponernos la vacuna constitucional mexicana llamada NO-REELECCIÓN ABSOLUTA que la mata de raíz.
Ninguna de las vacunas constitucionales contra la tiranía fue aplicada en el sistema político venezolano. Un error mayúsculo motivado por la ambición personal. Y en política los errores se pagan carísimo. Este, cometido por los políticos de la vieja democracia, nos ha traído la horrorosa “peste roja” llamada narcotiranía. Cuando salgamos de ella, que efectivamente saldremos pronto “por las buenas o por las malas”, deberemos enseguida ponernos una de las dos vacunas, único modo probado de evitar la recaída. Y no aceptar excusas.
petitdacosta@gmail.com
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