1.-
Constitucionalmente estamos en una situación de ACEFALÍA TOTAL Y ABSOLUTA
dentro de un ESTADO FALLIDO COMPLETAMENTE DE FACTO, DESPOJADO DE INSTITUCIONES
LEGÍTIMAS. Y políticamente tenemos un VACÍO TOTAL DE LIDERAZGO. Peor,
inimaginable.
2.- Tenemos
ACEFALÍA TOTAL de la Presidencia de la República, porque tanto Maduro como
Guaidó son ilegítimos o de facto. Maduro porque usurpa el cargo para el cual no
fue electo. Guaidó porque, habiendo asumido en aplicación del Art. 233 de la
Constitución (inexistencia de un presidente electo), la situación cambió cuando
Maduro usurpó el cargo por la fuerza, que es el supuesto de hecho previsto en
el Art. 333. En consecuencia, ya no se trata de celebrar una elección
presidencial, sino de restablecer la estricta vigencia de la totalidad de la
Constitución que comenzaría derrocando al usurpador, sin lo cual sería absurdo
por imposible cumplir la tarea. Y para derrocar al usurpador no se nombra
previamente a un presidente interino, que sólo actuaría cuando, habiendo normalidad
constitucional, se pueda convocar una elección presidencial.
3.- La
Constitución deja abierto el camino en el 333 para que civiles y militares
procedan discrecionalmente a restablecer la vigencia total de la Constitución,
lo cual presupone comenzar por el derrocamiento o deposición del usurpador de
la presidencia. Desde luego, si Guaidó encabeza la acción de derrocar o deponer
a Maduro, por usurpador o gobernante de facto, es lógico que asuma la tarea de
completar el restablecimiento de la vigencia estricta de toda la
Constitución. De lo contrario, no puede pretender la primogenitura. En su
lugar, asumirán quienes cumplan con ese deber constitucional. Lo ha reconocido
él mismo al postularse en una elección primaria.
4.- La
ACEFALÍA PRESIDENCIAL es ABSOLUTA porque no puede resolverse como si hubiese
normalidad constitucional, porque no hay Constitución vigente ya que estamos en
un ESTADO FALLIDO sin ninguna institución legítima. Ni ASAMBLEA NACIONAL
legítima.
5.- Tenemos
ACEFALÍA TOTAL del Poder Legislativo porque las dos Asambleas Nacionales que
sesionan son igualmente ilegítimas y se anulan mutuamente.
A la electa
en 2015 se le venció el período en 2021, lo que por cierto deslegitima a Guaidó
por haber cometido el error de subordinar el Ejecutivo al Legislativo, como
dependiente, algo inadmisible en el sistema presidencial. La otra Asamblea, que
está al servicio de Maduro, usurpa el cargo como su jefe porque su elección
está viciada de nulidad absoluta.
6.- A este
cuadro institucional se agrega el VACÍO DE LIDERAZGO. A Maduro lo rechaza el
85% de los venezolanos, que claman por su salida. Maduro no tiene pueblo,
precisamente cuando cumplirá 10 años en la presidencia que sumados a los 13
junto a Chávez suman 23 años en el poder. Le llegó el tiempo de jubilación y
cualquiera de mediana inteligencia lo entendería, pero su ignorancia de la
historia y de la psicología de masas, lo hace incurrir en el error del
continuismo vitalicio, haciéndose él y su banda insoportables. Resulta hasta
repelente ver las mismas caras gobernando durante un tiempo interminable. La
tiranía no se hace lifting para rejuvenecerse. Ni tampoco refresca la mente
para darse cuenta de que el continuismo, sobre todo vitalicio, es una
enfermedad que termina en desgracia.
7.- El VACÍO
DE LIDERAZGO es completo, porque la alternativa de oposición la usurpa una
minoría de alcahuetas que le sirve de comparsa a Maduro a cambio de contratos,
gobernaciones y alcaldías. Son los COLABORACIONISTAS, los mejores aliados de
Maduro, que han hecho un negocio redondo con sus servicios tarifados. Están
mejor que nunca.
Maduro y
colaboracionistas dialogan y negocian pero no tienen pueblo y, en consecuencia,
no representan a la inmensa mayoría nacional y, por tanto, lo que acuerden sólo
los compromete y beneficia a ellos. Lo que acuerden no compromete al pueblo,
porque no lo representan. Maduro y colaboracionistas con sus diálogos montan
simplemente un teatro sin público.
8.- Por EL
VACÍO DE LIDERAZGO el pueblo está sin guía. Pero precisamente EL VACÍO DE
LIDERAZGO es en política lo que el agujero negro en la astronomía: tiene una
enorme fuerza de atracción.
Y Venezuela
es hoy un inmenso agujero negro: sin instituciones y sin liderazgo,
precisamente la mejor oportunidad para que emerjan los que seguramente lo harán
tal como se deduce del 333: con fuerza y valentía, porque así como cada región
tiene su nombre, cada época histórica tiene sus líderes. Así ha sido siempre. Y
así será.
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