Liberación Nacional y No-Reelección (134)
Salir de Maduro ya, pero ya, es cuestión de supervivencia; de lo contrario, la hecatombe que se nos viene encima nos aplastará
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Peor, imposible. Con estas palabras resumimos la situación que vivimos. Comencemos por la moneda. Es un vale interno, sólo aceptado dentro del territorio nacional. Depreciada y despreciada porque no vale. De 550 por dólar ha caído a 690.000. Una depreciación brutal. Pero ahora escasea además en billetes de alta denominación. Todos los días nuestro dinero vale menos, no nos sirve para vivir. Y al valer menos damos un paso hacia el abismo, donde caeremos si no salimos de Maduro ya. Sólo podremos salvarnos si salimos de Maduro ya.
Una inflación también brutal. Expertos extranjeros de prestigio la estiman en más del 600%. No lo ponemos en duda, primero porque la padecemos. Y porque se ajusta a la lógica: una depreciación brutal de la moneda tiene que acarrear una inflación brutal de los precios. Nos hundimos cada día en la hiperinflación, amaneciendo más caros alimentos, medicinas, ropa y equipos. Todos los días damos un paso hacia la miseria, que será general si no salimos de Maduro ya. Sólo podremos salvarnos de la miseria general que nos haga mendigos, si salimos de Maduro ya.
Un país que sólo produce petróleo porque acabaron con la industria privada y, en consecuencia, importa todo, alimentos, medicinas, ropa, equipos y repuestos, pero no tiene dinero para comprarlo porque el que había se lo robaron los gobernantes. Consecuencia: escasez brutal sobre inflación brutal. Apenas se consigue algo, cazando donde lo hay, y lo poco que se consigue sube de precio cada día. Un país mendicante que va camino a la hambruna, que se nos vendrá encima si no salimos de Maduro ya. Sólo podremos salvarnos de la hambruna si salimos de Maduro ya.
Por efectos de la depreciación brutal de la moneda, la consiguiente inflación de los precios y de la escasez creciente de todo, el venezolano no tiene calidad de vida. Vive mal, cada día peor. Esta no es vida. Es un martirio. El ama de casa de una cola a otra para darle de comer a la familia. La madre corriendo de aquí para allá buscando la leche y los pañales para los niños. Los hombres de una chivera a otra viendo si consigue el repuesto para el carrito. Los trabajadores viendo cómo estiran el salario de hambre. Los ancianos desesperados porque no consiguen la medicina indicada para sus dolencias. Todo es sufrimiento y quebranto. Pero sin esperanza, porque la cosa está empeorando cada día, hasta que la realidad nos aplaste a menos que salgamos de Maduro ya. Sólo podremos respirar y empezar a vivir de verdad si salimos de Maduro ya.
Estamos entrando en la fase de crisis humanitaria. Ha comenzado por la salud. Ningún hospital puede atender eficientemente. Pero ya tampoco las clínicas porque no tienen equipos, porque están dañados sin repuestos y porque los médicos se están yendo al extranjero. Sin medicinas, sin hospitales y sin médicos, hasta sin seguro HCM, lo que se nos viene encima es peor que lo vivido. Y así será si no salimos de Maduro ya.
La vida del venezolano no vale nada. No sólo porque vive mal. Es además porque su vida no le pertenece sino al delincuente. Vive mientras el delincuente se lo permita. Cuando el delincuente decida que sobra en este mundo, sencillamente lo elimina. No importa cómo se llame. Es carne de cañón. Del cañón del delincuente, que lo mata como un perro, seguro de su impunidad. Vivimos mientras no nos atravesemos en el camino de un delincuente, el de abajo, el que anda por la calle. Los delincuentes de arriba, que nos gobiernan, son dueños de nuestra libertad y de nuestra propiedad. Las tenemos prestadas, hasta tanto ellos exijan que se las devolvamos. Tienen el poder de las armas y el dinero, el de la corrupción y el narcotráfico, y con ellos nos pisotean. No tenemos derecho a nada, ni siquiera a protestar. Somos los hijos de nadie, desvalidos de amparo y justicia. Vivimos bajo la tiranía de la delincuencia organizada, que hace con nosotros lo que le viene en gana. Y cada día será peor si no salimos de Maduro ya. El tiempo corre en contra nuestra. Sólo nos libraremos de la delincuencia si salimos de Maduro ya.
No podemos decir de cómo estamos: peor, imposible, porque será mucho peor si no salimos de Maduro ya. Es una disyuntiva muy simple para usted, estimado lector: Maduro o usted y su familia. Saliendo de Maduro se salvan usted y su familia de la hecatombe que se nos está viniendo encima. Escoja.
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