lunes, 9 de diciembre de 2013

La lección del 57: votar o no, depende del Plan B


Liberación Nacional y No-Reelección (53)

Votar o no, son igualmente eficaces bajo una tiranía si encajan dentro del Plan B (rebelión civil a la cual se sumen los militares), único modo de ponerle fin como lo enseña la historia.
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El 15D se cumplirán 56 años del plebiscito convocado en 1957 para legitimar la reelección del general Marcos Pérez Jiménez en la presidencia de la República (período 1958-1963). Hubo ese día una abstención masiva. Tanta que, para tratar de encubrirla, el régimen puso a votar a los inmigrantes, coaccionándolos con amenaza de expulsión. Los venezolanos atendieron así al llamado de la Junta Patriótica. ¿Porqué, estando bajo la misma dictadura militar, se llamó esta vez a la abstención, mientras en 1952 la consigna fue votar? La clave estuvo en el objetivo perseguido: la rebelión cívico-militar, que efectivamente se produjo en enero de 1958. Veamos cómo se pasó de votar a no votar como instrumento eficaz para derrocar a la tiranía.
En 1952 la dictadura militar convocó a elecciones para una Constituyente. Con el fin de asegurarse la participación de los dos partidos legales de oposición, URD y COPEI (estaban ilegalizados AD y PCV), les dio las garantías exigidas: 1) Un CSE imparcial, con representantes de la oposición como miembros efectivos y un presidente independiente que merecía la confianza de todos; 2) Registro Electoral sometido a la vigilancia de la oposición; 3) Votación por tarjetas para permitir el recuento manual en acto público; y, 4) Miembros de mesas designados por los partidos. Estas garantías indujeron a la oposición a creer en la palabra de los jefes militares. Confiados sus líderes no prepararon un Plan B. Cuando la junta militar consumó el fraude descarado al verse perdida, el ganador de la elección, el partido URD de Jóvito Villalba, quedó sin capacidad de reacción. Por ello aceptó la invitación a dialogar que le hizo la dictadura. Cuando asistió de buena fe a la cita, lo apresaron y lo montaron en un avión que lo trasladó a Panamá junto con sus acompañantes.
La experiencia de 1952 le enseñó a la oposición: 1) Dictadura no sale con votos, aunque dé garantías electorales, porque si pierde desconoce el resultado; 2) Votar bajo una tiranía sólo tiene sentido si encaja dentro de un plan subversivo; 3) Con tiranía no se dialoga. Se la combate frontalmente. Y 4) algo decisivo, el fraude electoral no se debe convalidar jamás. Por ello URD y COPEI no aceptaron ocupar las diputaciones que les fueron ofrecidas (40% de la Constituyente). Descartaron la tesis de “ocupar espacios”.
El aprendizaje fue duro, pero el viraje estratégico probó su eficacia. Cinco años y dos meses después cayó derrocado el tirano. Las cosas sucedieron así. Los cuatro partidos de oposición (ahora todos ilegales) se unieron en una Junta Patriótica y prepararon la rebelión. Organizaron la resistencia clandestina para la cual fueron reclutando jóvenes, sobre todo universitarios. Yo me incorporé a los 17 años, apenas ingresé en la UCV. El principiante comenzaba en una célula de adoctrinamiento y activismo e iba ascendiendo en la estructura jerárquica supliendo a los que caían presos o muertos. Así nos preparamos para el año decisivo de 1.957, cuando el dictador debía convocar a elecciones. Parecía lógico postular como candidato unitario a Caldera, único líder que todavía estaba en el país, pero esta vez, si se votaba, sería teniendo listo el Plan B de la rebelión del pueblo contra el fraude. Tal vez por intuirlo o saberlo el dictador decidió no convocar a elección presidencial, evitando así la movilización popular, sino a un plebiscito arreglado para aprobar su reelección. Entonces la oposición llamó a la abstención masiva, de modo que sirviera de detonante de la rebelión. Para que sea efectiva la abstención debe precederla un clima de agitación, que trascienda a pesar de la censura de prensa, radio y tv. Nos tocó a los universitarios dar inicio a la agitación con el alzamiento contra la dictadura el 21-11-57. Le siguió la abstención masiva tres semanas después, con la cual quedó montado el escenario para la rebelión. Se inició con el alzamiento de los militares acantonados en Maracay. Aunque fracasó, sirvió para dar la señal de arranque a la rebelión civil que se fue escalonando hasta que intervino la FAN en su conjunto el 23-01-58.
Aquella experiencia de lucha victoriosa enseña que lo importante cuando se enfrenta a una tiranía es tener claro el objetivo y usar indistintamente el voto o la abstención según convenga y se ajuste al Plan B, sin el cual ambos serían lo mismo que ladrarle a la luna.

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