sábado, 16 de mayo de 2020

FALTA UN IDEAL QUE ENGANCHE Y UNA BANDERA QUE ENARBOLAR


¿Por qué, a pesar del repudio general a Maduro y su narcotiranía, no se ha rebelado el pueblo? Por dos razones: 1) No hay un proyecto político-social que lo cautive y lo enganche al extremo de convertirse en un ideal por el cual jugarse la vida enarbolándolo como bandera; y, 2) No existe un movimiento político que encarne ese ideal y, en función del mismo, motive al pueblo y lo organice para que se rebele corriendo todos los riesgos.

A principios del siglo XIX la generación libertadora enroló al pueblo provocando la rebelión con la bandera: INDEPENDENCIA Y LIBERTAD, cuyo ideólogo fue Juan Germán Roscio. Con la independencia se conseguiría libertarse de la tiranía española. Y así la independencia se convirtió en un ideal por el cual jugarse la vida. Y el pueblo se la jugó yendo hasta Bolivia con esta bandera.

Es verdad que al principio los pobres dudaron porque los ricos fueron los que proclamaron la independencia. Hasta que Páez, otro pobre de solemnidad, los convenció diciéndoles: con la independencia nos haremos dueños de la República, que será nuestra. Y así la independencia, con su gemela la libertad, se hizo bandera de los pobres. Su victoria originó la etapa de la oligarquía centralista.

A mediados del siglo XIX el ideal fue FEDERACIÓN, que se convirtió en la bandera enarbolada por el pueblo en la Guerra Federal. El ideólogo fue Antonio Leocadio Guzmán, quien preguntado porqué Federación respondió: “porque el enemigo es centralista.” Dio una clave para la movilización de masas: ser la contracara del gobernante y del sistema repudiados por el pueblo. Su victoria dio origen a la etapa del Liberalismo Amarillo.

A fines del siglo XIX Cipriano Castro emergió con la bandera de la RESTAURACIÓN con la consigna: “nuevos principios, nuevos hombres, nuevos ideales.” Comenzó con apenas 60 partidarios y en 4 meses estaba en Caracas, despachando desde la sede presidencial. Demostró así que cuando un sistema político está desacreditado y el pueblo hambriento (“aquí el único General con pueblo es el General hambre” decían) cae ante el empuje de las masas si hay una bandera que cautive y emocione al pueblo.

A mediados del siglo XX la rebelión cívico-militar de 1945 puso fin, con la bandera de la DEMOCRACIA, a la etapa histórica del andinismo militar iniciada en 1899. Su oferta: el pueblo al poder  con el voto directo, universal y secreto. Duró su gobierno apenas tres años, pero la DEMOCRACIA como bandera quedó sembrada en el corazón del pueblo, tanto que fue la bandera de la RESTAURACIÓN DE LA DEMOCRACIA la que motivó la rebelión cívico-militar de 1958.

A fines del siglo XX la democracia partidista estaba desprestigiada por la corrupción de los partidos, igual que el liberalismo amarillo a fines del XIX. Apareció Chávez para ponerle fin enarbolando la bandera de la QUINTA REPÚBLICA, contracara de la CUARTA REPÚBLICA como llamó a los 40 años de democracia. Resultó un engaño. No hay República, sino Protectorado de Cuba. No hay democracia, sino comunismo. No hay riqueza, sino pobreza extrema. No hay libertad, sino narcotiranía. No hay honestidad, sino enriquecimiento grosero por saqueo a la Nación. A 21 años de esta etapa, gobernantes y sistema están totalmente desprestigiados y son repudiados por más del 80% de los ciudadanos que claman por un cambio político-social sin más demora. Pero no hay un movimiento político que cautive con un proyecto y una bandera que motive al pueblo.

Salir de Maduro y su narcotiranía no es suficiente. Restaurar la democracia no atrae tanto como antes porque, ya desprestigiada en su final, el chavismo se encargó de desacreditarla. Hay que asumir un proyecto distinto y enarbolar una bandera que emocione.

Nuestra tarea, de los que no somos activistas políticos ni militamos en ningún partido, es contribuir a subsanar esta falla con un ideal que cautive al pueblo y una bandera que enarbole un movimiento de masas que ponga fin a la narcotiranía títere de Cuba e inaugure la nueva etapa histórica que deberá durar por lo menos hasta fines del siglo XXI. 

Jesús Antonio Petit Da Costa


PLAN 1                                                    16-05-20







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