viernes, 29 de mayo de 2015

La primera medida

¿Qué hacer con el Poder Judicial (2)? 

Concluí el artículo anterior con estas palabras: En Venezuela se ha producido la regresión judicial. Estamos en la situación de Francia ocupada por la Alemania nazi, ya que estamos bajo la ocupación de Cuba comunista. Estamos en la situación de Italia bajo la tiranía de los camisas negras, aquí camisas rojas. Estamos peor que bajo las dictaduras anteriores. Y como forzosamente llegará a su fin cuando menos lo esperamos es hora de plantearnos: ¿qué vamos a hacer con el Poder Judicial cuando caiga la tiranía comunista que nos ha impuesto Cuba? Inicio la respuesta a esta pregunta.
La primera medida a tomar sería el restablecimiento de la vigencia efectiva de la Constitución de 1961, lo que traería por consecuencia inmediata la reinstalación de la institucionalidad democrática, incluido el sistema judicial. Es lo que debió hacerse el 12-04-02 cuando triunfó la rebelión popular, apoyada por los militares, que forzó la renuncia de Chávez, en lugar de incurrir en el disparate de los decretos de Carmona mediante los cuales usurpó el poder constituyente. Lo procedente era invocar la Constitución del 61 y, en cumplimiento de la misma, restablecer su vigencia efectiva ejecutando el “contragolpe constitucional”, el único acto de fuerza no sólo autorizado sino ordenado por aquélla en forma imperativa. La motivación era sencilla: todo el proceso político iniciado en 1999 puede y debe calificarse de Golpe de Estado sistemático y continuado conforme a la mejor doctrina constitucional (p.ej. Allan Brewer-Carías: Golpe de Estado y Proceso Constituyente en Venezuela, UNAM, México 2001).
Le recuerdo al lector que la Constitución de 1961 contiene este precepto: “Esta Constitución no perderá su vigencia si dejare de observarse por acto de fuerza o fuere derogada por cualquier otro medio distinto del que ella misma dispone. En tal eventualidad, todo ciudadano, investido o no de autoridad, tendrá el deber de colaborar en el restablecimiento de su efectiva vigencia.” Y ya sabemos que la derogación de la Constitución de 1961, declarada por la Constituyente de 1999, es nula por habérsela hecho por un medio distinto al que ella disponía (reforma general consensuada dentro del Congreso), y que la convocatoria de la Constituyente  y la aprobación de la nueva Constitución puede calificarse además de acto de fuerza porque no la aprobó el poder constituyente, que reside en el pueblo, como tampoco aprobó el proyecto que le fue presentado en el referéndum convocado al efecto (apenas el 30% de los electores en ambos casos). Por consiguiente, si aplicamos estrictamente este precepto la Constitución de 1961 está vigente (“conserva su vigencia”), pero no se aplica porque se la ha mantenido suspendida a causa del Golpe de Estado sistemático y continuado iniciado en 1999.
No importa el tiempo transcurrido, ya que “por larga que sea la duración de los regímenes de facto, y en ocasiones se han extendido a varios lustros, al fin desaparecen por la presión del pueblo y hasta de las fuerzas armadas.  Pues bien, desaparecido el gobierno usurpador, la Constitución recobra de inmediato su vigencia. En cierto modo, es como si el régimen de facto…no hubiera existido. Por tanto, las autoridades constituidas a raíz de la desaparición del régimen de facto, no podrán actuar como poder constituyente, sino ajustarán su actividad a las normas constitucionales rehabilitadas…de una Constitución que no pudo ser derogada sino simplemente suspendida por el gobierno de facto” (Ambrosio Oropeza, La Nueva Constitución Venezolana 1961, Caracas, Italgráfica 1971, págs. 147-148). En estas palabras está resumida la intención de los constituyentistas, por lo cual el primer acto del nuevo gobierno sería declarar restablecida la vigencia de la Constitución de 1961 indicando el procedimiento a seguir para hacerla efectiva. Con esta declaratoria cesarían en sus funciones todos los órganos de los poderes públicos que no están previstos en ella, entre los cuales el Tribunal Supremo de Justicia y su órgano administrativo: la Dirección Ejecutiva de la Magistratura.

lunes, 25 de mayo de 2015

Actuar combinando todas las formas de lucha



Liberación Nacional y No-Reelección (123)


Fijado el objetivo: la renuncia de Maduro, habría que hacer uso de todas las formas de lucha, incluyendo valerse de las parlamentarias, para la movilización nacional que provoque el desenlace.
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En mi adolescencia aprendí cómo se combate a una tiranía y se la derrota. Entonces no teníamos prensa, radio ni tv. Todos los medios estaban sometidos a censura total. No existía la televisión por cable. No había internet ni telefonía móvil. La red telefónica de CANTV estaba intervenida. Sólo contábamos con multígrafo y papel para la comunicación con la gente. Repartíamos la propaganda de noche, metiéndola sigilosamente por debajo de las puertas de las viviendas. Vivíamos en conchas o escondites. Nuestros contactos y reuniones, de dos apenas, eran clandestinos. Se hacían bajo normas rígidas: puntualidad y brevedad. Era con el fin de evitar que nos descubrieran. Y, sin embargo, siempre había uno que caía en manos de la policía. Enseguida tomábamos medidas preventivas por si acaso el compañero preso sucumbía a la tortura y nos delataba. Al final éramos pocos, cada día menos, y no obstante alcanzamos la victoria cuando el pueblo de Caracas respondió a nuestro llamado saliendo a la calle y manteniéndose allí hasta que el tirano huyó. ¿Porqué siendo tan pocos tuvimos éxito, en cambio ahora, contando con millones de simpatizantes, no se ha conseguido a pesar de que la tiranía está debilitada por el colapso de la economía, arrastrando el país a su disolución? Son muchas las razones. Daré dos por ahora.
Primero: no había colaboracionistas que usurparan el rol de la oposición. Ningún partido era colaboracionista. Los cuatro partidos eran de oposición. En una tiranía se hace oposición cuando se la combate frontalmente y sobre todo se usan contra ella, para acabarla, todas las formas de lucha, sin descartar ninguna, incluyendo el concurso de militares. Ahora no hay oposición. Su espacio lo ocupan los colaboracionistas, a quienes hay que desalojar del lugar que ocupan. Hay que deslindar con ellos. ¿Quiénes lo harán? Sin duda, la sociedad civil, o sea, los independientes o sin partido, de la cual saldrán los líderes que demanda la situación, si antes algún político no se decide a romper con los colaboracionistas y asume el liderazgo de esta inmensa mayoría, convocando a una alianza de clases (trabajadores, universitarios, empresarios), con un objetivo concreto: la renuncia de Maduro, primer paso para el cambio radical y profundo que demanda el país. La oportunidad se presenta con la campaña electoral de las parlamentarias, a la cual se le daría así un sentido trascendente para la movilización nacional que termine forzando la renuncia de Maduro, al que sólo le falta un empujón para salir. Sacar la campaña de donde la han ubicado los colaboracionistas, que es seguir de comparsa, para hacerla trascender hacia lo fundamental que es darle un vuelco a la situación con la mayor urgencia. La ocasión la pintan calva para el trío: Ledezma, López y Machado, por sus antecedentes de LA SALIDA y el Acuerdo Nacional de Transición. La aureola por la persecución de que han sido víctimas les concede el derecho preferente para dar este golpe de efecto. Pero no hay derecho preferente imprescriptible. Todos tienen plazo de caducidad.
Segundo: en una tiranía la oposición se organiza como resistencia clandestina que sale de las catacumbas cuando está preparada para el asalto al poder. Fue lo que hicimos. Nadie nos veía en la calle haciendo política. Aparentábamos ser unos seres inofensivos que no se metían en nada. La diferencia está en que como los colaboracionistas no corren ningún riesgo porque la tiranía sabe que trabajan para ella, inducen al error de creer que todavía estamos en democracia y por ello no se toman las precauciones del caso, facilitando la represión. La más elemental es la de adaptarse al juego de simulación de la tiranía, montando paralelamente una organización subterránea, semejante a la resistencia clandestina del pasado, que capte los recursos humanos que van a emerger a la superficie en el momento del asalto al poder. Al mismo tiempo, crear organizaciones periféricas en las áreas gremiales, culturales y sindicales, que sirvan a lo que en el pasado llamamos “respiraderos legales.”
Resumo: Ledezma, López y Machado tienen la oportunidad de su vida si asumen el liderazgo de la movilización nacional que fuerce la renuncia de Maduro, dando inicio a la transición de la tiranía a la democracia. Pero esta oportunidad tiene un plazo de caducidad.
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El objetivo: RENUNCIA DE MADURO. La consigna: FUERA MADURO.

lunes, 18 de mayo de 2015

¿Porqué no ha pasado nada?



Liberación Nacional y No-Reelección (122)


Porque no hay oposición desde 2006. Su lugar ha sido usurpado desde entonces por los colaboracionistas, que son los bomberos de la tiranía comunista.
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En Venezuela debería estar pasando de todo. El país estremecido por la rebeldía popular. Los gobernantes huyendo, la oposición tomando el poder. Es lo menos que cabía esperar de una situación como la que estamos viviendo. Y no pasa nada. ¿Porqué? Todo en política tiene una explicación. He aquí la de porqué no ha pasado nada hasta ahora.
En Venezuela no hay oposición desde 2006. Hasta entonces la hubo. La dirigía la sociedad civil. A la cabeza trabajadores (CTV-Ortega), universitarios (petroleros- Gente Petróleo- profesionales en general) y empresarios (FEDECÁMARAS-Carmona). Esta alianza de clases hizo oposición de calle, demostrando que ni siquiera en sus inicios la tiranía comunista tuvo mayoría. Jamás ha sido mayoría. Ese mito fue inventado por los cobardes para no enfrentarla. Haciendo oposición de calle esta alianza de clases efectuó protestas por todo el país, forzó la renuncia de Chávez, paralizó la industria petrolera y se declaró en rebeldía total desafiando al sistema con la desobediencia civil (abstención masiva) que lo deslegitimaba (2005). La sociedad civil no le dio respiro a la tiranía comunista. Impidió su consolidación, manteniéndola en jaque. Consciente Chávez de que si se mantenía esta línea de acción de la oposición para la elección presidencial de 2006, quedaría él totalmente deslegitimado como quedó Fujimori en Perú, reclutó al partido joven que quería pasar por encima de los viejos. Y a este partido joven prometió darle, para él solito, la cuota parte de cargos que queda sobrante del fraude, si participa en todas elecciones sin poner condiciones y rechaza los actos de rebeldía. Enterada la sargentería de los demás partidos impuso un viraje de su dirección para meterse en el reparto. Uno de los directivos confesó en privado: “si no accedo, los buscapuestos me dejan sin partido.” Así fue como desapareció la oposición, ocupando su lugar el colaboracionismo.
Para cumplirle a Chávez fueron a convencer a un gobernador, que aceptó ser candidato pero sabiendo que sólo sería comparsa exigió que le permitieran regresar a la gobernación para no quedar sin nada. Esta condición fue aceptada y cumplida. El TSJ interpretó convenientemente que la “separación del cargo” de gobernador exigida por la Constitución no implicaba renuncia sino permiso mientras cumplía el papel de comparsa a que se había comprometido, lo cual incluía reconocer su derrota cuando todavía no habían contado los votos. Desde entonces los gobernadores regresan a su cargo después de haberse prestado a la farsa en la elección presidencial. Ninguno ha renunciado para ser candidato. Ninguno ha rechazado prestarse a esta inconstitucionalidad.
Vista la buena conducta de los colaboracionistas se hizo conveniente asegurar su perpetuación en los cargos, no vaya a suceder que surjan unos radicales que pongan en peligro al gobierno títere. Mejor quedarse con los que ya están. Entonces Chávez, como Dios en el Génesis, dijo: “todo ahora está tranquilo, nadie se alza, es bueno que esto continúe. Voy a proponer entonces mi reelección indefinida hasta el día de mi muerte. Y en premio a los colaboracionistas, voy a proponer lo mismo para ellos. Que me acompañen hasta el final en garantía de la paz de la República.” Y, desde luego, los colaboracionistas estuvieron de acuerdo. Ninguno hizo campaña contra la reelección indefinida. Y mucho menos por la no-reelección absoluta. Así la tiranía comunista se transformó en un sistema cerrado de casta política, en el cual títeres y colaboracionistas se perpetúan en los cargos hasta que Dios disponga de ellos. Ninguno de los colaboracionistas ha renunciado a la reelección. Parecen haber comprado el cargo como sucedía en la Colonia. Evidentemente un signo distintivo de títeres y colaboracionistas, por igual, es que son reeleccionistas. TODO COLABORACIONISTA ES REELECCIONISTA. Enchufado hasta la muerte. No se les ocurre siquiera proponer la enmienda de la Constitución para impedir que Maduro se reelija. Mejor no tocar el tema, porque todo el poder queda reservado para los que están, títeres y colaboracionistas, que son los privilegiados. No hay para nadie más.
La mayor garantía de estabilidad y continuidad del gobierno títere, la tiranía comunista que nos ha impuesto Cuba, han sido los colaboracionistas usurpando el rol de oposición. Pero ya su tiempo se acabó. En cualquier momento todo se les vendrá abajo. 

lunes, 11 de mayo de 2015

Ni un solo voto para los colaboracionistas

Liberación Nacional y No-Reelección (121)


Para salir de esta situación hay que salir de Maduro, forzándolo a renunciar, y para conseguirlo hay que apartar a los colaboracionistas, negándoles el voto
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En 2002 el pueblo salió a la calle con este objetivo: la renuncia de Chávez. Y efectivamente Chávez renunció, lográndose el objetivo con la intervención de los militares. Quedó demostrado, primero, que la renuncia de un presidente se consigue con el pueblo en la calle; y, segundo, que puesto el pueblo en la calle con este fin los militares intervienen para forzar la renuncia.  Temeroso de que se repitiera algo semejante Chávez satanizó aquella rebelión popular llamándola “golpe”. No fue un golpe, sino una rebelión del pueblo, que terminó siendo “cívico-militar” al sumárseles los militares. Pero los colaboracionistas le hicieron coro a Chávez abjurando de aquella hermosa gesta, diciendo que fue un error que jamás debe repetirse. Para los colaboracionistas todo gesto de rebeldía es un error.
En 2005 el pueblo se declaró en desobediencia civil. Lo hizo absteniéndose masivamente en las elecciones parlamentarias. El 85% de los electores no votó. Muchos más de lo que siguieron a Toledo en Perú cuando llamó a la abstención para deslegitimar el sistema electoral fraudulento, primer paso para derrocar al dictador Fujimori. Mientras Toledo lanzó al pueblo a la calle, convocando la movilización nacional, aquí los colaboracionistas, que usurpan el rol de la oposición, fueron a pedir perdón a los comunistas. El efecto político de la abstención masiva se perdió. Y quedó frustrado el espíritu de rebeldía, que los colaboracionistas han satanizado desde entonces: lavándole el cerebro a los electores le metieron en la cabeza que aquel gesto de desobediencia civil masiva fue un inmenso error que no se debe repetir. Precisamente para impedir que un disidente incurra en otro gesto de rebeldía semejante los colaboracionistas inventaron la unidad transformada posteriormente en unanimidad. Así todos están amarrados al colaboracionismo. La unidad es sólo para concurrir a las elecciones, sirviéndole de comparsa a la tiranía a la cual le ponen careta de democracia. No hay unidad para rebelarse, ni para la desobediencia civil, ni para ningún gesto de rebeldía. Nada fuera de votar. Malicioso, Chávez reforzó a los colaboracionistas metiendo a unos infiltrados con cara de conversos.
A consecuencia del lavado de cerebro y no habiendo disidencia, la gente concurrió masivamente a votar en 2010. Con casi 70 diputados, la unidad prometió que tendría a la tiranía bajo control. No pasará ningún ley habilitante, y pasaron todas. No pasará ninguna ley comunista, y pasaron todas. No será nombrado un TSJ de puros comunistas, y fue nombrado todo. No serán nombrados puros comunistas como Fiscal, Contralor y Defensor, y fueron nombrados todos. No habrá un CNE de puros comunistas, y lo hay con un colaboracionista de adorno. No seguirá mandando Cuba en Venezuela, y sigue mandando. No se podrán seguir haciendo los que le venga en gana, y lo siguen haciendo. Y no sólo eso: hay más inseguridad que nunca, hay una hiperinflación jamás vista, la moneda vale mucho menos que antes, escasea todo, el salario no alcanza, el hambre aprieta, los jóvenes emigran, no hay trabajo decente.  El país está en la carraplana, los venezolanos arruinados, mientras los corruptos se roban el dinero que queda. Asaltos y asesinatos por dondequiera. Vivimos en zozobra permanente, por el crimen y por la situación económica. Ya no aguantamos más. Estamos peor, mucho peor, que cuando no había diputados supuestamente de oposición en la Asamblea. Estábamos mejor cuando no había ninguno. Y tal vez esto no hubiera pasado porque muchos habrían tomado la calle.
¿En qué nos ha beneficiado tener supuestamente 70 diputados en la Asamblea Nacional? En nada. Absolutamente en nada. Eso prueba que nada cambia con que haya diputados supuestamente de oposición en la Asamblea Nacional. Igual la tiranía hace lo que le da la gana. Más aún, esos diputados ayudan a que la tiranía haga lo que le da la gana. Lo prueban los sucesos de febrero de 2014. Tres disidentes (Ledezma, López y Machado) convocaron a la calle. Marcaron así una diferencia con los colaboracionistas. Entonces los colaboracionistas que están en la Asamblea se unieron a la tiranía para aislarlos actuando como esquiroles o rompehuelgas. Para los colaboracionistas la calle es una herejía, que satanizan porque para ellos lo único que vale es votar por ellos, no importa que el país se hunda y la gente se arruine como está.
Tengamos claro: para salir de la tiranía hay que salir de Maduro, como primer paso, y para conseguirlo hay que dejar fuera de combate a los colaboracionistas no votando por ellos.
No es que no votes, es que no votes por los colaboracionistas.

martes, 5 de mayo de 2015

La consigna: Fuera Maduro


Liberación Nacional y No-Reelección (120)



Insisto en que aprovechemos la campaña electoral para una movilización de masas con este objetivo: la renuncia de Maduro, usando la consigna: Fuera Maduro.
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ESTA SITUACIÓN NO PUEDE CONTINUAR MÁS. HAY QUE PONERLE FIN, Y PRONTO, para salvar al país de la hecatombe y a todos nosotros de la ruina más absoluta. Para ponerle fin debemos comenzar por salir de Maduro. Es el primer paso a dar. Si no salimos de Maduro seguiremos hundiéndonos en el desastre. Por consiguiente, el objetivo inmediato de nuestra lucha es forzar la RENUNCIA DE MADURO. Lo demás es un cuento chino de los colaboracionistas.
No podremos alcanzar este objetivo por la vía electoral. Lo impiden el ventajismo y el fraude. El CNE está bajo control total del enemigo. Las máquinas de votación son de la tiranía. El sistema de transmisión de datos es suyo (CANTV). Imposible ganarle. Decir lo contrario es otro cuento chino de los colaboracionistas. Tienen 15 años diciendo lo mismo. Llevando a la gente a votar por ellos para que la tiranía siga haciendo lo le venga en gana. Hay que desenmascararlos y ponerlos fuera de combate, ya que usurpan el rol de oposición para servirle de comparsa a la tiranía impidiendo el cambio radical y profundo que anhela el país. 
¿Cómo conseguir el objetivo de la renuncia de Maduro y, al mismo tiempo, dejar fuera de combate a los colaboracionistas? Algunos creen que el medio es la abstención masiva y militante. Teóricamente sería la respuesta adecuada. La descarto, sin embargo, por tres motivos. El primero: no existe un movimiento político ni mucho menos un líder con fuerza suficiente para hacer que no menos del 75% del electorado se abstenga. Además sobran partidos colaboracionistas para neutralizar cualquier llamado en este sentido. Sin duda la MUD fue una invención de Chávez para que los colaboracionistas arrastraran a los demás a servirle de comparsa electoral y así convirtieran a los venezolanos en sujetos pasivos que esperan siempre inútilmente por una elección que está perdida de antemano. Pero si hay un llamado a la abstención, los colaboracionistas culparán de su derrota a los abstencionistas colaborando con la tiranía en ocultar el fraude. Los más interesados en ocultar el fraude son los colaboracionistas con el pretexto de evitar la abstención. Segundo: la inercia electoral (la gente va a votar como borrego sin pensarlo) fomentada por los colaboracionistas para la cual le lavaron el cerebro a los electores haciéndoles creer que la abstención masiva de 2005 fue un error gravísimo que le permitió a la tiranía hacer lo que quiso sin oposición. Ocultan que ellos, los colaboracionistas, regresaron a la Asamblea en 2010 y en estos cinco años la tiranía ha hecho todavía más de lo que le ha dado la gana, puesto que hasta ha escondido la partida de nacimiento de Maduro y el acta de defunción de Chávez, contando con su complicidad al considerarlas irrelevantes. Tercero: la abstención, por ser pasiva a falta de líderes, desaprovecharía la oportunidad para la emergencia de un nuevo liderazgo que mueva la calle y desplace a los colaboracionistas fijando un objetivo concreto de la lucha, sentido por la mayoría, con una consigna que lo resuma. Y al no emerger así un nuevo liderazgo se repetiría lo sucedido en 2014 cuando no hubo relevo en la oposición de calle.
Creo que nuestra actitud, debe ser la de emplazar a los candidatos que se postulen a la Asamblea Nacional que se definan si son oposición de verdad o colaboracionistas comprometiéndose a centrar su campaña en este objetivo: la renuncia de Maduro, y con esta consigna: Fuera Maduro. Con este emplazamiento desenmascaramos a los colaboracionistas, poniéndolos de fuera de combate, con un candidato de oposición de verdad que haga suyos objetivo y consigna y, si no lo hubiere, convocar a la abstención en el circuito respectivo para que el colaboracionista no sea electo como un castigo del elector contra su persona.
Aprovechar la campaña electoral para una movilización de masas que fuerce la renuncia de Maduro, apartando a sus socios colaboracionistas. Es el sentido de mi propuesta. Si alguien tiene otra mejor que la difunda.